PROYECTOS CIENTÍFICOS DE MONITOREO OVNI
Evidencia física y estudio de las Luces de la Tierra (Earthlights)
Patricio Parente (*)
LA MAYORÍA DE LOS INVESTIGADORES LIGADOS al estudio de los OVNIs concuerdan con que los primeros testimonios de avistamientos difundidos masivamente por la prensa, tuvieron lugar a partir de un episodio referido por un piloto norteamericano a mediados de los años 50. El 24 de junio de 1947, un joven negociante norteamericano llamado Keneth Arnold, mientras piloteaba su avión, describió ver nueve discos brillantes que se movían a una velocidad de 1.000 km. por hora, y que se desplazaban como una piedra plana arrojada horizontalmente y con fuerza sobre el agua. Con motivo de este testimonio, un periodista local acuñaría el término de “plato volador”.
No obstante esta afirmación, evocada por la mayoría de los investigadores, se recuerdan reportes, o lo que es más, oleadas de reportes (waves) con anterioridad a esa fecha, como por ejemplo la denominada Great Airship Wave de 1896, basada en los testimonios de los residentes de Oakland, California, quienes reportaron observar objetos aéreos con formas semejantes a “cigarros” o extrañas “luces” moviéndose rápidamente en el cielo (Denzler 2001).
Con el transcurso de los años, los relatos persistieron en distintas partes del planeta, aunque con distintas denominaciones.
Al respecto, los resultados de las investigaciones que venimos realizando desde hace 20 años en distintas regiones de la Argentina, en concordancia con los testimonios y registros provenientes de diversas partes del mundo, permiten considerar que el término OVNI, aún sugiriendo la existencia de un fenómeno desconocido, no remite necesariamente a lo extraterrestre ni a “seres de otro mundos”, como generalmente se supone.
Además, como hemos enfatizado en la mayoría de las notas publicadas en este sitio web, la investigación OVNI no puede reducir su objeto a testimonios de observación de “platos voladores” o “aparatos”, también -y principalmente- deben ser tomados en cuenta los reportes de extrañas luces observadas en el cielo o sobre la tierra que, siendo descartadas las explicaciones tradicionales, generan un importante desafío para las disciplinas científicas.
En principio, esto no es nada nuevo, el astrónomo norteamericano Allen Hynek en su clásica definición de OVNIs incluyó no sólo objetos/aerotecnologías, sino también luces cuya apariencia, trayectoria, dinámica, y conducta luminiscente general no podían explicarse mediante nociones lógicas y convencionales.
Lo novedoso es que con el devenir del tiempo, en algunos países surgieron proyectos llevados a cabo por científicos quienes, sin restar relevancia a la observación de “objetos”, se enfocaron preferentemente en registrar y analizar los extraños fenómenos lumínicos.
Antes de ocuparnos de dar cuenta de ellos, comenzaremos por recordar algunas de las propuestas procedentes de los inicios científicos del estudio OVNI.
Iniciativas científicas de análisis OVNI: los primeros pasos
Un número importante de especialistas de diversas disciplinas, como geólogos, geofísicos, ingenieros, astrónomos y físicos, entre otros, han intentado dilucidar ya no sólo la existencia física sino la propia naturaleza de luces anómalas y/u OVNIs.
El comienzo de la indagación científica se remonta a los estudios pioneros realizados por el mencionado Allan Hynek. En calidad de consultor científico del denominado “Blue Book” (1) —un proyecto de investigación sobre “OVNIs” llevado a cabo por la fuerza aérea estadounidense— fue en los comienzos un famoso escéptico de estos relatos.
Pero años después, luego de mantener entrevistas con cientos de personas, pasó a adoptar una postura que consideró como de “certidumbre absoluta” con respecto a la verosimilitud de lo que narraban los testigos.
Por consiguiente, Hynek planteó la ya clásica clasificación para categorizar los tipos básicos de “experiencias OVNI”, usando como criterio el grado de interacción con los sucesos que referían los reportes: encuentros del primer, segundo y tercer tipo (Hynek 1979) (2).
A pesar de los límites impuestos por esta clasificación, conservó el término OVNI, en el sentido explícito de la sigla, distinguiendo entre “luces nocturnas” y “discos diurnos” al momento de tener en cuenta la apariencia de los sucesos relatados.
Asimismo, James McDonlad, antiguo director del Instituto de Física Atmosférica de la Universidad de Tucson (Arizona), y un eminente meteorólogo de su época, luego de analizar una incontable cantidad de reportes de observaciones, así se refirió a los sucesos avistados: “los OVNIs son, en mi opinión, el desafío científico más grande de nuestro tiempo” (McDonald, 1968:183).
Simultáneamente, en los ámbitos académicos franceses, fue Aimé Michel (1963) quién jugó un papel clave en los relevamientos de estos testimonios, al ser uno de los primeros científicos en aseverar con énfasis el comportamiento aparentemente “inteligente” de las luces.
Años más tarde, formando parte de lo que podríamos llamar la segunda generación de investigadores, el matemático y astrofísico Jacques Vallée, planteó ciertas hipótesis que aún hoy en día tienen repercusiones en la literatura OVNI. Este matemático francés, a pesar de mantener la categoría, fue el iniciador de un enfoque centrado en el estudio comparativo de los relatos contemporáneos de OVNIs y los motivos folclóricos de relatos tradicionales de distintas partes del mundo (3).
A pesar de que afirmaba no intentar resolver ningún problema ni presentar ninguna teoría, proponía que las historias de apariciones religiosas, hadas, duendes y OVNIs aludían a diversas creencias, originadas por los mismos mecanismos. Esto llevó a Vallée a sugerir en reiteradas oportunidades la necesidad de amalgamar el estudio de la naturaleza física de estos fenómenos, con “el problema más profundo de su impacto en nuestra imaginación y nuestra cultura” (1972:222) de manera de indagar si hay o no un propósito deliberado en el fenómeno.
Estos científicos que hemos presentado son algunos de los que han incursionado en el problema OVNI, en especial, son los autores “clásicos” que marcaron rumbos específicos en la investigación, con alcances hasta el día de hoy. La breve introducción de estos especialistas permite ahora que pasemos a considerar las iniciativas científicas más recientes.
Proyectos científicos de monitoreo: la naturaleza de las luces
Una serie de iniciativas contemporáneas, sustentadas en un trabajo con pretensiones interdisciplinarias y basadas en un monitoreo, fueron desarrollados en distintos puntos del mundo.
A raíz de esto, en el año 1997, Peter Sturrock, director del Centro de Ciencia Espacial y Astrofísica de la Universidad de Stanford, fue el coordinador de un grupo de científicos en un proyecto de revisión de la “evidencia física” disponible hasta el momento sobre los reportes OVNI (fotografías, filmaciones, captaciones por radar, huellas en vegetación, etc.). Este encuentro fue financiado por la Fundación Rockefeller y sus resultados se publicaron en una compilación titulada The UFO enigma: A New Review of the Physical Evidence (1999) (4).
Los conclusiones del proyecto afirmaban que “el problema de los OVNIS no es algo simple, por lo que debería recibir más atención con un énfasis en la evidencia física, y que sería útil tanto el contacto regular entre investigadores del fenómeno y la comunidad científica, como un soporte económico institucional” (Sturrock, 1999:123) [la traducción es nuestra]. En este sentido, el panel concluyó que los relatos hacían alusión a un objeto físico, científicamente medido, aunque de origen no determinado, y que debería realizarse una inversión en equipos y tiempo de manera de producir mayores resultados.
Además de la “evidencia física”, enfatizaban la importancia de los testimonios, y el rol de su recolección y evaluación por parte de científicos de otras disciplinas.
Asimismo, se sostenía que el más importante cambio se daría luego de despertar la curiosidad y el interés de los científicos, de manera de resolver el problema del círculo vicioso entre la falta de información confiable y accesible por un lado, y los reparos de la mayoría de los editores de las revistas científicas en aceptar artículos basados en estas temáticas, consideradas por la academia oficial como poco creíbles.
Uno de los pocos estudios -sino el único- que desde su origen ha logrado una continuidad en el presente, es el denominado Proyecto Hessdalen, llevado a cabo en el valle noruego de Hessdalen y coordinado por Erling Strand, Ingeniero electrónico y Profesor del Østfold College de Noruega. Entre 1981 y 1985, muchos residentes del valle denunciaron la presencia de raras luminiscencias en las cercanías de este pequeño pueblo, habitado por unas 150 personas.
El proyecto comenzó en 1983 y con el tiempo lograría el financiamiento del Østfold College y la asistencia de la Universidad de Oslo y Bergen para la instalación de instrumentos de alta tecnología (magnetómetros, espectrómetros, gravímetros, radares, cámaras).
Mediante esta incorporación instrumental, los miembros del equipo perseguían el propósito de fotografiar, medir y registrar los fenómenos lumínicos que distintos testigos decían observar. Estos instrumentos fueron diseñados y construidos por Erling Strand utilizando modelos de instrumentos radioastronómicos. Fue imprescindible la ayuda de los estudiantes graduados quienes, con la motivación del ingeniero, tuvieron un rol importante en el diseño del instrumental, que utilizaban en su tiempo libre.
En 1985 Erling Strand dio a conocer un informe, denominado Project Hessdalen 1984: Final Technical Report que daba cuenta de que en la localidad de Hessdalen se habían detectado extrañas luces nocturnas que habían aparecido a fines de 1981 y principios de 1982, llegando a un promedio de 20 relatos por semana a principios de este último año (5).
En base a los testimonios, el reporte propuso una clasificación de los eventos observados en tres tipos: flashes blanco-azulados, luces y conjuntos de luces que aparentemente formaban una sola figura. El documento señalaba que las luces podían reportarse en cualquier parte: justo arriba de los techos de las casas o a escasa altura de los campos, algunas veces se avistaban a gran altura; pero lo más constante eran los testigos que mencionaban observarlas en la lejanía, por debajo de las cumbres de las montañas. Los testimonios daban cuenta que las luces mostraban diferentes formas, desde una “billetera” con bordes definidos, una “pelota de fútbol”, hasta un “árbol de Navidad” dado vuelta. Los colores eran mayormente blancos o blanco-amarillentos, y estos luceros podían permanecer estáticos durante más de una hora, moverse lentamente, y a veces luego de algunos movimientos, detenerse repentinamente en el aire.
Según los científicos, los radares utilizados detectaron velocidades de hasta 30.000 km/h. Los testimonios de observaciones continúan en la actualidad, aunque no con la misma recurrencia, análisis estadísticos indican un promedio de 20 observaciones por año.
A partir de los extraños sucesos registrados, en el invierno de 1994 se realizó el primer congreso científico internacional en Hessdalen, que reunió a especialistas de distintas disciplinas.
El encuentro dio por comienzo una colaboración científica –que aún hoy continúa- entre el Østfold University Collage y el Consejo Nacional de Investigación (CNR) italiano. Esto permitió, básicamente, la creación de una Comité Italiano para el Fenómeno Hessdalen (CIPH), la realización de intercambios estudiantiles entre ambos países, y el perfeccionamiento y la incorporación de instrumental de monitoreo en el valle mediante la readaptación de instrumentos radiastronómicos (6).
Varios integrantes de la comisión italiana de radioastrónomos, entre ellos los Drs. Stelio Montebugnoli y Máximo Teodorani, tuvieron oportunidad de observar las manifestaciones lumínicas en el valle noruego. Al respecto, este último señaló: “…no existe duda alguna, a partir de los datos registrados, de que el fenómeno posee características de auto-regulación desde el punto de vista energético, y hasta ahora no es posible identificar el mecanismo de origen natural que es capaz de actuar espontáneamente con tal sorprendente eficiencia.” (Teodorani, 2002) (7). De la misma forma que las conclusiones del panel Sturrock, el astrofísico italiano ha señalado la necesidad de “ampliar por lo menos en un orden de magnitud, tanto la sofisticación como la integridad del instrumental de sensores” (op. cit.) (8).
Un proyecto similar al implementado en Hessdalen, fue llevado a cabo en la reserva de los indios Yakima en el Estado de Washington, donde en los años ´70 comenzaron a circular reportes de observaciones de extraños fenómenos lumínicos, que tendían a congregarse en la Cordillera de Toppenish Ridge, que cruza todo el predio. El supervisor de la división de control de incendios de la reserva, William Vogel, basado en entrevistas y fotografías, fue el primero en reconocer la realidad física de las luces y proponer un estudio más cuidadoso de mayor escala.
La regularidad y concentración de los relatos implicaron la instalación de un puesto con equipos e instrumentos de medición y fotografía, y la realización de un trabajo de campo efectuado por un ingeniero eléctrico de Seattle: David Akers, quién realizó un estudio de dos semanas en agosto de 1972.
En 1995 Akers publicó en Internet un informe donde sumariaba las conclusiones de este trabajo de campo inicial con el título de: Report on the investigation of nocturnal light phenomena at Toppenish, Washinton, August 1972 (9).
En este trabajo asevera que “no hay nada en las observaciones de las luces nocturnas, realizadas durante el estudio, que sugieran categóricamente que la fuente de esta actividad es extraterrestre. Por otra parte, algo muy inusual está pasando. El problema requiere continuar con un examen muy cuidadoso y objetivo” (1995) [la traducción es nuestra].
A partir de la continuidad de reportes de testimonios en la actualidad, Akers se acercó nuevamente a la comunidad Yakama en 1996 para retomar el trabajo, ahora renombrado como Estudio William Vogel y establecido en 1997 como una Corporación Estatal de Washington sin fines de lucro (10).
También a principios de los 70, el Dr. Harley Rutledge, en ese entonces director del Departamento de Física de la Universidad de Southest Missouri, dirigió un equipo universitario encargado de estudiar lo que en un primer momento se calificó como una “psicosis” en Piedmont, Missouri. En 1973, los residentes habían comenzado a reportar la observación de extrañas luces en el cielo. Luego del trabajo de campo realizado, y teniendo en cuenta las luces reportadas, incluso en ocasiones fotografiadas, Rutlegde tuvo la impresión que estas luminiscencias mantenían una interacción con él y con los integrantes de su equipo.
En su libro publicado en 1981, Proyect Identification: The First Scientific Field Study of UFO Phenomena, conjeturó acerca de la naturaleza inteligente detrás de los luces, fundamentando que se había creado algo así como una relación entre los observadores y las luces, en sus propios términos “hubo algo más que la medición de las propiedades físicas de los ovnis por parte de observadores desapasionados.
Una relación, un conocimiento se desarrolló entre nosotros y la inteligencia del ovni. Se jugó un juego” (1992).
Ahora bien, como ha podido apreciarse en los distintos proyectos, aún dentro de ámbitos académicos y en el marco de indagaciones legitimadas como científicas -cuya pretensión es establecer categorías de explicación y aplicación universal, los eventos observados han sido denominados de distinta forma: “Hessdalen phenomena” (fenómeno Hessdalen) o “Hessdalen lights” (luces de Hessdalen); “nocturnal light phenomena” (fenómeno luminoso nocturno), “anomalous light phenomena” (fenómeno luminoso anómalo) o simplemente OVNIs/UFOs.
El hecho que todavía no encontremos ningún término que pueda oficializarse por consenso internacional para designar a todos los eventos, está vinculado con la incertidumbre de las explicaciones que pretenden dar respuesta al origen de los mismos.
ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES
En muchos de los trabajos publicados hemos insistido con el aspecto de la “territorialidad” de los extraños fenómenos lumínicos.
En efecto, además de la apariencia y comportamiento atribuidos a las luces, desde hace largo tiempo atrás venimos resaltando el hecho que los testimonios de lo pobladores de las distintas regiones de Argentina refieren zonas o lugares específicos de observación: montañas, trayectos de rutas, molinos, tranqueras, entre otros.
Todos los proyectos que hemos enumerado, a la hora de instalar una estación de monitoreo con observadores e instrumentos tecnológicos, se han basado en este concepto que, sin temor a equivocarnos, podemos atrevernos a considerar como un patrón de los reportes OVNI en casi todas las regiones del planeta.
Precisamente, los miembros de tales iniciativas, han determinado el espacio de instalación de las estaciones de monitoreo a partir de un relevamiento previo de los relatos, lo que no hace sino fortalecer el carácter interdisciplinario y complementario de esta particular indagación.
A propósito, aunque las distintas iniciativas que hemos descrito representan los estudios científicos de monitoreo OVNI más conocidos a nivel mundial, debemos aclarar que existen otros emprendimientos, que han sido elaborados por especialistas de las ciencias o por investigadores sin profesionalización académica pero con intenciones decididamente científicas. Con esto queremos decir que el carácter científico de una indagación no sólo reside en un método sistemático y riguroso, sino también en una particular actitud, basada en la práctica de una constate curiosidad y capacidad de asombro. Todos estamos habilitados para construir conocimiento, solo hay que atreverse a recorrer el camino.
Notas
(*) El autor es Licenciado en Ciencias Antropológicas de la Universidad de
Buenos Aires.
(1) Este proyecto se estableció en 1951, conformándose como un emprendimiento guiado por varios objetivos: buscar una explicación satisfactoria para todos los reportes de OVNIs, decidir si este asunto involucraba algún grado de peligrosidad para el Estado nacional, y determinar, en lo posible, si los OVNIs evidenciaban algún tipo de tecnología potencialmente utilizable por el gobierno de dicho país. El proyecto fue acusado de ocultar, tergiversar y negar información, por lo que en 1969 se transfirió la responsabilidad a la universidad de Colorado.
(2) El primer tipo alude a relatos de meras observaciones, el segundo refiere a un grado de interacción entre lo observado y el testigo y presuntos rastros físicos; y finalmente, el tercero, indicaría el supuesto encuentro con los “tripulantes” (Hynek op. cit.).
(3) Su obra clave, basada en diez años de recopilación de documentos, fue realizada junto a un grupo de colegas, y los resultados fueron publicados en 1969 en su clásico libro Pasaporte a Magonia.
(4) Para acceder al libro véase
(5) El mencionado informe puede consultarse en: http://www.hessdalen.org/reports/hpreport84.shtml
(6) Para acceder a la historia del desarrollo del proyecto Hessdalen en su relación específica con los especialistas italianos, véase: http://www.itacomm.net/ph/2005_Hauge.pdf
(7) El documento está disponible en el sitio http://www.ufoevidence.org/documents/doc1841.htm
(8) Erling Strand junto a Marsha Adams (USA) formaron una organización que nuclea a científicos e ingenieros, y tiene por objeto la exploración y el registro científico de las earthlights (luces de la tierra). La organización, que a partir del 2002 ha realizado viajes a distas regiones del mundo, fue denominada International Earthlight Alliance (Alianza Internacional de las Luces de la Tierra) y está disponible en Internet en el web site: http://www.earthlights.org/
(9) Para un acceso directo al informe consúltese: http://www.vogelstudy.org/Archive/Yakama_1.pdf
Los propósitos, métodos y resultados del estudio se encuentran en el sitio: http://www.vogelstudy.org/about.htm
bibliografía
AKERS, David (1995) Report on the investigation of nocturnal light phenomena at Toppenish, Washington, August 1972. Distribution on Electronic Networks. Disponible en internet en: www.vogelstudy.org/
Archive/Yakama_1.pdf
DENZLER, Brenda (2001) The lure of the edge: Scientific passions, Religious Beliefs, and the Puesuit of UFOs. Universidad de California Press.
El Fenómeno OVNI (1992) en Biblioteca Time Life Conozca Más. Editorial Atlántida.
HAUGE, Bjørn (2005) “10 years of scientific research of the Hessdalen phenomena” International meeting “Le Ricerca Italiana nella Valle di Hessdalen, Norvegia”. Disponible en Internet en www.itacomm.net/ph/
2005_Hauge.pdf
HYNEK, Allen (1979 [1977]) El Informe Hynek. Buenos Aires, Javier Vergara Editor.
MCDONALD, James (1968) “OVNI: un problema científico internacional” en Antonio Rivera y Alejandro Vignati (comps.) James McDonald. OVNIs El último desafío. Buenos Aires, Cielosur Ed.
MICHEL, Aimé (1963 [1958]) Los misteriosos platillos volantes. Santiago de Chile, Editorial Pomaire.
STRAND, Erling (1985) Project Hessdalen 1984: Final Technical Report. Disponible en internet en: www.hessdalen.org/
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STURROCK, Peter (1999) The UFO enigma: a new review of the physical evidence. New York, Warner Books.
TEODORANI, Massimo (2002) The physical study of atmospheric luminous anomalies and SETV hipotesis. Contribución presentada en el 3° Simposio Mundial de exploración especial y vida en el cosmos, San Marino 8-9 Marzo. Disponible en internet: www.ufoevidence.org/
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VALLÉE, Jacques (1972 [1969]) Pasaporte a Magonia. Barcelona, Plaza y Janés.