LOS EFECTOS FISIOLÓGICOS ASOCIADOS

Estrechamente vinculados a los efectos electromagnéticos que ocurren en coincidencia con la presencia de objetos anómalos, un número significativo de informes EM (que algunos autores estiman en un 20%) también describen reacciones y daños fisiológicos en personas y animales. Estos datos sugieren que tales efectos son causados por el encuentro con OVNIs.
El científico norteamericano John F. Schuessler, al cabo de varios años de estudio personal, ha reunido un catálogo de casos con lesiones médicas, que en su versión de 1995 contiene alrededor de 400 episodios de esa clase. En el referido trabajo, Schuessler proporciona una lista cronológica de eventos OVNI que involucran efectos fisiológicos en los seres humanos.
Siempre debe tenerse en cuenta, que en ocasiones algunos de los síntomas mencionados no responden a estímulos físicos provocados supuestamente por los fenómenos anómalos, sino que son manifestaciones psicosomáticas derivadas del fuerte impacto emocional que los testigos sufren a raíz de una experiencia inusual y traumática. Esto es particularmente cierto en el caso de dolores de cabeza, trastornos digestivos (nauseas y vómitos), sensaciones de frío, somnolencia y en menor grado en las parálisis (a veces el miedo puede provocarla).
Ciertas reacciones ocasionadas por el stress de la situación del testigo, aunque de origen puramente psicológico, pueden imitar algunas de las respuestas fisiológicas arriba mencionadas; no es pues difícil confundir ambas sintomatologías.

Como bien señala McCambell, una de las maneras de protección para no caer en ese error, es comprobar si en esos casos existe o no asociación con interferencias EM en vehículos automotores, cuyo mal funcionamiento exige un agente específico de naturaleza física y no son susceptibles de sufrir reacciones neuróticas.
Nos limitaremos a atender sólo los daños médicos de naturaleza temporaria que son denunciados con mayor frecuencia en la literatura ufológica., tales como sensaciones de calor, parálisis y shock eléctrico. Como síntomas de secundarios se mencionan cefaleas, nauseas y vómitos, hormigueo en el cuerpo, somnolencia, pérdida de conciencia, sensación de frío, irritaciones oculares –hasta ceguera- y otros más inusuales.

SENSACIONES DE CALOR

Muy a menudo, los testigos experimentan sensaciones de calor e incluso sufren lesiones dérmicas con variados grados de severidad, desde la simple irritación semejante a la causada por leves quemaduras solares, hasta daños cutáneos de mayor gravedad (que ocurren en pocos casos). Tales efectos calóricos se localizan especialmente en rostros y manos.
Hay que subrayar que en gran número de incidentes los testigos informan haber experimentado más de un efecto fisiológico a la vez ( v.g. shock eléctrico y calor; calor y parálisis; calor y desmayo; etc.).

21 de octubre, 1954, cerca de Pouzou (Francia).( shock eléctrico.,calor ,EM)..
Un hombre y su hijo de 3 años de edad viajaban en automóvil, cuando el hombre sintió un shock eléctrico en todo su cuerpo y creciente calor; el motor del auto se detuvo y los faros se apagaron. Repentinamente un objeto de color rojo, muy brillante apareció sobre el camino, directamente al frente del vehículo. Luego remontó vuelo y entonces se pudo poner en marcha el automóvil y los síntomas desaparecieron.
(Michel, A. Los misteriosos platillos volantes, p. 299).

30 de marzo, 1955. Cerca de Tucson. Arizona (EE.UU.). 03:15.
Andy Florio avistó una “máquina discoidal” de por lo menos 100 pies de diámetro. Producía un sonido de “zumbido eléctrico” y tenía luces verde-azuladas en su parte superior y luces ambar en aberturas de su borde. Florio detuvo el auto cuando la radio falló, las luces se debilitaron y el motor disminuyó la velocidad a 12-15 millas por hora. El OVNI se balanceaba de atrás hacia delante, mientras permanecía suspendido en el aire. De pronto disparó un rayo de luz blanca sobre el testigo, quemándole el hombro y afectando la pintura del auto, Florio sintió también calor y una sensación de hormigueo. Luego el OVNI se alejó, y cuando el vehículo fue examinado se descubrió que la batería estaba descargada, la radio muerta y sólo tres bujías del motor seguían funcionando.
(Fuente: Rodeghier, M. UFO reports involving vehicle interference, p. 4).

4 de noviembre, 1957. Cerca Orogrande, New Mexico (EE.UU). 13:10.
Diez millas al sur de Orogrande, el automóvil de James Stokes comenzó a fallar. La radio cesó de trasmitir y el motor se detuvo. Hubo otros nueve automotores que también se pararon. Sus ocupantes estaban observando un objeto con forma de huevo que se aproximaba desde el noreste; pasó a baja altura sobre los autos (a unos 1500 a 3000 pies) y se movió hacia el noroeste; luego regresó al cabo de pocos minutos e hizo otro pasaje. Stokes estimó que tendría unos 500 pies de largo. El testigo también informó que cuando el OVNI pasó sobre él sintió calor y “presión”. Más tarde, ese mismo día, notó que su piel estaba enrojecida como si hubiera estado expuesta al sol. Pero al día siguiente el efecto había desaparecido.
(Fuente: Rodeghier, M. Op.cit., p. 7).

También recordemos aquí el caso de Loch Raven,. (octubre 26 de 1958) que relatáramos en un capítulo anterior. Cuando su automóvil se detuvo y los faros de apagaron, los dos testigos atemorizados abandonaron el vehículo y se resguardaron detrás de él. Entonces, el objeto luminoso que oscilaba a 30 m sobre un puente carretero cerca de Loch Raven Dam y que había ocasionado las fallas eléctricas, emitió una deslumbradora luz blanca. Los testigos sintieron una tremenda ola de calor en sus caras. Fueron atendidos posteriormente en un hospital de Baltimore, pues ambos habían sufrido ligeras quemaduras faciales.

En eventos muy espectaculares , como el de Trancas, provincia de Tucumán, 21 de octubre de 1963, (ampliamente conocido) los fenómenos anómalos realizan un verdadero asedio sobre un grupo de testigos e instalaciones diversas, por un lapso muy prolongado .En un determinado momento efectos calóricos de cierta intensidad fueron producidos por el OVNI y dirigidos hacia las testigos–como una especie de “rayo luminoso”- de manera claramente deliberada.
Recordemos que las hermanas Yolié y Nalibe Moreno y la doméstica Dora Martina, en circunstancias de que intentaban acercarse al portón de entrada de su casa, donde habían observado una tenue luz verde, fueron sorprendidas por la aparición de un extraño objeto luminoso, que se encendió repentinamente. De pronto, una súbita llamarada partió del objeto y las testigos presas de pánico corrieron hacia la galería e ingresaron a la casa. La empleada doméstica Dora Martina que había sufrido en mayor medida los efectos de la llama, pues se encontraba delante de las dos hermanas, (ellas sólo experimentaron una fuerte sensación calórica) fue asistida al día siguiente en el Hospital de Trancas, con quemaduras de primer y segundo grado en el rostro, brazos y piernas.
(Galíndez O.A. Los OVNIs ante la ciencia, p. 78).

Otro encuentro dramático con fenómenos anómalos, donde los testigos sufrieron daños fisiológicos, ocurrió en el Brasil, el 4 de noviembre de 1957, en Fuerte Itaupu..
A medianoche, dos centinelas montaban guardia y advirtieron una “nueva estrella” en el cielo. En escasos segundos el supuesto astro se convirtió astro se convirtió en un objeto circular y brillante. De repente, se detuvo sobre el fuerte y comenzó a perder altura. Tenía forma de disco y el tamaño de un Douglas DC-4; se hallaba rodeado de una intensa luminosidad anaranjada, También se escuchaba con claridad un extraño zumbido que parecía provenir del mismo objeto.
De repente, una ola de intolerable calor se abatió sobre los dos soldados. Uno de ellos cayó al suelo sin conocimiento; el otro, gritando con desesperación logró guarecerse detrás de unos cañones. Sus voces despertaron al resto de la guarnición que apresuradamente intentó alcanzar sus posiciones de combate. En ese preciso instante, todas las luces del fuerte se apagaron y los sistemas eléctricos y de intercomunicación cesaron de funcionar; el apagón afectó inclusive los circuitos de emergencia.
Algunos de los miembros de la guarnición pudieron ver una luz anaranjada que subía verticalmente por encima del fuerte, y que después se desplazó a través del cielo a enorme velocidad.
Ambos centinelas habían sufrido graves quemaduras de primer y segundo grado en más del diez por ciento del cuerpo. En un avión de La Fuerza Aérea Brasileña los heridos fueron trasladados al Hospital Militar Central, en Río de Janeiro, donde quedaron internados largo tiempo.
(Fuente: Lorenzen, C. Flying saucers; the startling evidence of the invasion from outer space, p. 155).

Las sensaciones de calor no siempre están necesariamente asociadas a efectos EM; así lo demuestra el conocido caso Cash-Landrum.

Sin duda el más trágico de los incidentes registrados con daños orgánicos, tales como quemaduras graves, dolor de cabeza, pérdida de cabello, y consecuencias ulteriores aún mucho más serias.
El 29 de diciembre de 1980, las Sras..Betty Cach (51), Vickie Landrum (57) y el nieto de esta última, Colby Landrum (7). Regrasaban a Dayton, Texas, en un Oldsmobile Cutlass en la carretera interestatal, cuando notaron una luz brillante en el cielo delante de ellas. En cuestión de minutos, la luz había aumentado su tamaño y aparecía como un enorme artefacto que descendía al frente al auto, para aterrizar a unos 40 m del coche. La luz emitida por el objeto era tan intensa que lastimaba los ojos e intermitentemente de su parte inferior surgía una ola de fuego, como un lanzallamas.
Detuvieron el automóvil en medio del camino, temerosas de que pudieran ser quemadas vivas (“sentía que me estaba quemando por dentro” relató Betty Cash) si trataran de avanzar abajo del objeto. El auto se calentó rápidamente y forzó a las testigos a salir del mismo cuando el calor quemó su piel y lastimó sus ojos.. La Sra. Cash permaneció afuera, caminando al frente del vehículo para observar mejor. Así se expuso directamente la radiación emitida por el objeto por unos 10 minutos, mientras que la Sra. Landrum sólo estuvo en el exterior del vehículo durante 2 o 3 minutos, en tanto que Colby permaneció todo el tiempo en su interior testigos fueron expuestos por un lapso mucho menor.
Después que el objeto levantó vuelo y se alejó, seguido por un enjambre de helicópteros (pudieron contar hasta 23 y parecían seguir la estela del objeto), las mujeres pusieron en marcha su automóvil y se dirigieron a sus casas. El sonido agudo que escuchaban en sus cabezas durante el encuentro había desaparecido, pero fue reemplazado por cefaleas, que se hicieron más fuertes con el correr de los minutos. Durante el resto de la noche la extensión de sus lesiones se hizo evidente. El dolor de cabeza de Betty empeoró y sintió oleadas de nauseas. Su piel estaba quemada con un color rojo brillante, su cuello hinchado, y ronchas rojas aparecieron en su rostro. En las siguientes horas la salud de Betty degradó rápidamente: los ojos muy hinchados y casi cerrados, las ronchas rojas se convirtieron en ampollas que contenían un fluido, y ella estaba débil, con diarrea y nauseas. Los dolores de cabeza nunca cesaron y no podía comer ni beber. Fue entonces que inició la primera de las docenas de consultas e internaciones en hospitales. En ese lapso su cabello comenzó a caer, hasta quedar casi completamente calva. Durante los años que siguieron al incidente, Betty desarrolló diversos tipos de cáncer, que finalmente produjeron muerte hace pocos años.
La Sra. Landrum y Colby también tuvieron problemas. El niño tuvo vómitos y quemaduras de menor consideración en su cuerpo; su abuela, diarreas, llagas, dolores de estómago, vómitos, y otros síntomas.
(Fuente: Schuessler, John F. Developing a catalog of UFO-related human physiological effects, en: MUFON 1995 international symposium proceedings, p. 102).

Ese mismo año ocurre el notable episodio, de gran complejidad (donde se asocian efectos EM, daños fisiológicos y entidades humanoides), que tuvo por protagonista al camionero Eugenio Douglas.
El 11 de octubre de 1963, a las 20:15 mientras conducía su camión, con destino a Venado Tuerto bajo una lluvia intermitente, divisa sobre el camino, a cierta distancia, una luz roja que supone se trate de un automóvil. De repente, de esa luz parte un fortísimo destello, también rojo, que le produce una fuerte y breve conmoción psicofísica; pierde por espacio de segundos la conciencia. Durante ese lapso, al no tener dominio sobre el camión éste se tumba en la banquina. Douglas recobra enseguida la conciencia, sin haber sufrido aparentemente ningún golpe. Intenta poner en marcha el motor, pero sin éxito. También comprueba que no hay electricidad (ni encendido ni luces). El conductor sale de su cabina para determinar los daños, comprobando el hundimiento del guardabarro delantero derecho y la avería del eje de esa rueda.
En esas circunstancias, el conductor observa una luz que avanza por el costado de la vía férrea que corre paralela al camino. Ya más cerca, a unos 60 m, distingue un “vehículo” del tamaño de un automóvil grande, con dos luces en su parte delantera, color blanco-azuladas, intensas. El “vehículo” se detiene y Douglas puede distinguir su forma saliente hacia delante, con 2 o 3 ventanitas iluminadas; arriba en forma de domo y su longitud de aproximadamente 5 m. De él se abre una puerta frontal y descienden, vistas contra el fondo luminoso, dos entidades humanoides que siguen la dirección que traía el “vehículo”, caminando con rapidez y moviendo ágilmente sus brazos, Vestían “camperas cortas” del tipo policial y el testigo cree notar que calzan botas. Se apaga la luz y ya no puede ver nada más.
Minutos después, el testigo percibe al otra lado de la vía, en el mismo lugar donde había observado la escena anterior, una pequeña luz color blanco-violácea, que se desplazara a poco más de un metro de altura. Cruza la vía en dirección a Douglas, iluminando el terreno y llega muy próximo a él. Se escucha un leve sonido, como un crepitar. De la pequeña luz se irradian como rayos que el testigo siente como pinchazos ardientes en el lado izquierdo del rostro; y luego varios más en cara, manos y parte del cuerpo (incluso a través de las ropas). Asustado, trata de ocultarse detrás del camión, saca un revolver que llevaba en su cintura y hace un disparo contra la luz. Esta produce un chisporroteo y se aleja con un sonido chirriante. A cierta distancia enciende una luz grande y aparece un “vehículo” redondo; vuelve a dispararle y observa que este objeto, ahora con dos luces grandes, se eleva y pierde de vista rápidamente.
Aprovechando la desaparición del fenómeno luminoso, el camionero comienza a huir a campo traviesa, en medio de la oscuridad y con dificultades en su visión., tratando de guiarse por el terraplén de la vía. De repente, se da cuenta de la presencia cercana a él, de 3 o 4 seres de apariencia humana. Al parecer estas entidades lo siguen, y esporádicamente siente el ardor facial que le produce una fuerte luz roja, debiéndose protegerse con la manta que llevaba. Douglas describe que las entidades humanoides son brillosas o reflectantes, pero no irradiantes o luminosas; tienen en la cabeza una especie de casco triángular como formado por hilos, que él asocia a una antena, y que parece cubrirle parte de la cara. Su talla es de 1,70-1,80 m; de la cintura para abajo nota una vestimenta algo suelta, como un pantalón abombachado y algo que parecen botas o polainas. En las varias veces que les dirige la palabra, no le contestan.
Luego de apagarse la luz roja irritante, oye un ruido como de locomotora diesel-eléctrica y se enciende una gran luminosidad blanca. Ve un gran objeto alargado, vertical, de forma ovoidal, con los extremos truncos–como una bordalesa- Debajo tiene unas especies de patas ( 3 o 5) y el color general es marrón; sus medidas aproximadas: 8-10 m de diámetro y 10-12 m de alto. Distingue también lo que parecían ser ventanillas, de 0,60-0,80 m, separadas cada metro. Enseguida el objeto se eleva velozmente y se aleja del lugar.
Finalmente, fatigado, presa de gran excitación, Douglas puede llegar al pueblo de Monte Maíz: Serían en ese momento las 4 de la mañana, del 12 de octubre. Su vista aún está algo nublada y siente ardor en la cara y las manos. Acude a la estación de policía local, donde al día siguiente, le toman declaración y luego es revisado por el médico Dr. Dávalos, quien comprueba la presencia en la piel de lesiones producidas por elementos no determinados y daños temporarios en los ojos.
Desde el comienzo del incidente hasta el arribo de Douglas a Monte Maíz, habrían transcurrido casi 6 horas.
(Fuente: Díaz, Angel. Informe sobre Caso: Monte Maiz, 11-12, octubre, 1963, 12 págs.)

Sorprendentemente, a veces la presencia cercana de los OVNIs produce sensaciones térmicas inversas a las de los casos antes narrados. Si bien las denuncias de este tipo son en extremo infrecuentes, la realidad es que existen. Al respecto, citaremos dos ejemplos:
En el caso de Haines City, (fecha y hora), que ya hemos relatado en otro capítulo, el oficial de la policía local Luis Delgado en un momento de su experiencia, sintió un intenso descenso de la temperatura, hasta el punto de poder ver su aliento en el aire, y a pesar de que los registros meteorológicos indicaban en ese instante 60 grados F de temperatura.
Otro caso con efectos similares, ocurrió el 4 de agosto de 1963, a las 23:30, cerca de Wayne City, Illinois. Allí una joven pareja, Ron Austin y su novia, fue seguida por un extraño objeto color blanco, a una distancia de 500 pies, durante 6 millas. Luego de dejar en su casa a la joven, Ron Austin continuó viaje hasta su hogar. El objeto, que tendría el tamaño de un automóvil, ahora se aproximó a sólo 100 pies sobre el vehículo. En este punto la radio fue interferida por una fuerte estática y Ron notó también una sensación de enfriamiento. El objeto hizo un pasaje a baja altura y el motor comenzó a fallar. El objeto fue visto también por miembros de la familia de Austin cuando el testigo regresó a su casa.
Fuente: Rodeghier, M. UFO reports involving vehicle interference, p. 4).

PARALISIS

Al igual que las oleadas de calor proyectadas desde el OVNI, la parálisis y la pérdida de control muscular, total o parcial, es el efecto fisiológico informado con mayor frecuencia, y sin duda el más dramático para quien lo experimenta. En estos casos, los testigos son paralizados con la proximidad de los OVNIs; sin embargo sus funciones orgánicas involuntarias, tales como respiración, ritmo cardíaco o visión permanecen intactas.
El investigador Jean-Luc Jorion distingue dos diferentes tipos de inducción: una “parálisis voluntaria” y otra a la que denomina “automática” con características disímiles.
En el primer caso la inmovilización es claramente deliberada y parece responder a una acción ofensiva o defensiva por parte de los OVNIs o de las “entidades”; a menudo éstas esgrimen una especie de “arma” que emite un “rayo” focalizado sobre el testigo. En esta clase de eventos la parálisis es inmediata.
Respecto a la parálisis “automática”, en ella no se informa sobre la presencia de humanoides ni se describen rayos; suele ser precedida algunas veces por punzadas, sensaciones de hormigueo y shock eléctrico que sufre el testigo. Asimismo, aparece casi siempre en asociación con efectos electromagnéticos en vehículos automotores. Tal cual lo certifica la muestra de casos que se narran a continuación:

11 de octubre, 1954, Sassier (Francia). 04:30. ( Shock eléctrico, parálisis, entidades, EM).
Los señores Henri Gallois y Louis Vigneron, comerciantes, se desplazaban no lejos de Clamecy, cerca de un lugar llamado Sassier, cuando bruscamente sintieron en todo el cuerpo como una descarga eléctrica. Al mismo tiempo, el motor se detuvo y los faros de apagaron. Los testigos quedaron paralizados y entonces en un prado que bordeaba el camino, unos 50 m, divisaron un “máquina” redonda, cerca de la cual pudieron ver nítidamente tres seres de pequeñas talla que se movían y hacían vivos gestos. Las siluetas desaparecieron muy pronto en el interior de la “máquina”, la cual emprendió el vuelo rápidamente. Casi de inmediato, los faros se iluminaron y el motor pudo ponerse en marcha.
(Fuente: Michel, A. Los misteriosos platillos volantes, p. 232).

14 de octubre, 1954, Baillolet (Francia).Noche (Shock eléctrico, parálisis, entidades, EM).
Al caer la noche Dr. Henri Robert viajaba por la ruta nacional nº 314, al SE de Dieppe, cuando divisó en el cielo, a unos 300 m de altura, cuatro máquinas circulares que se desplazaban a velocidad moderada, las unas debajo de las otras. Una de ellas comenzó a descender al suelo, zigzagueando y se ubicó frente al automóvil, posándose en la carretera a no más de 100 m . En ese instante el Dr. Robert sintió como una conmoción eléctrica, a la vez que el motor se detuvo y los faros se apagaron. Incapaz de moverse el Dr. Robert divisó un pequeño ser de más o menos 1,20 m de altura; luego todo se extinguió. La máquina se alejó rápidamente a ras de tierra hacia el norte, los faros y el motor volvieron a funcionar normalmente.
(Michel, A.op.cit., p. 270

18 de octubre, 1954, Mazaye (Francia). 17:30 . (Parálisis, Probable EM).
El Sr. Bachelard conducía su camioneta por la ruta D52, entre Gelles y Coheix , cuando se encontraba a 6 km de Coheix, al realizar un viraje, se sintió paralizado, mientras el motor de su vehículo daba signos de estar ahogado. Y su velocidad descendió a 30 km por hora. En vano trató de acelerar. Entonces vio en un campo próximo al camino un objeto alargado de 12 m de longitud y 2,5 m de altura. Estaba inmóvil, silencioso, sin luz ni ventanillas. Era una tarde con tiempo claro, despejado y aún con sol.
(Michel. A. Ibid., p. 293).

20 de octubre, 1954, Turquenstein (Francia).Tarde. (Parálisis, calor, EM).
El Sr. Jean Schoubrener, conducía su vehículo por la ruta nacional nº 393 cuando a un kilómetro y medio del villorio de Turquenstein, divisó de improviso, sobre el camino y considerable distancia, un cuerpo luminoso . Disminuyó la velocidad del automóvil y se acercó al objeto; al llegar a unos 20 m del mismo, el testigo se sintió paralizado, las manos clavadas al volante. Al mismo tiempo, el motor se detuvo. Una sensación de creciente calor invadía el cuerpo del conductor. Después de algunos segundos, el objeto emprendió vuelo hacia el noroeste y todos los síntomas desaparecieron.
(Michel, A. Ibíd., p, 298).

8 de noviembre, 1954, La Tessoualle, Francia. Crepúsculo.( Punzada, parálisis, EM)
André Chaillou sintió punzadas en las manos “a pesar de sus guantes”, cuando un disco azulado se acercó a la motocicleta que conducía y el sistema eléctrico falló. El testigo no pudo moverse o articular una palabra durante varios minutos. Tan pronto como la luz azul se apagó , Chaillou pudo recuperarse y también su vehículo volvió a funcionar. El objeto luminoso reapareció a unos 200 m y el testigo se acercó a él; pudo entonces ver que se trataba de un cono de 5,5 m de tamaño, que luego se elevó en forma vertical con un suave silbido, y voló horizontalmente hacia el norte.
(Fuente: Vallée, J. Passport to Magonia, p. 243).

13 de noviembre, 1954, cerca de Buchy (Francia). ( Hormigueo, parálisis, EM)
Cerca de Buchy, un aparato luminoso se elevó por el aire, mientras los testigos quedaban paralizados y sentían un hormigueo, El motor del automóvil que los transportaba disminuyó sus revoluciones, pero no llegó a detenerse.
( Los Humanoides, p. 79).

Noviembre, 1962. Ruta Tucumán-Salta. (parálisis, EM).
José Enrique Torramorrell, estudiante de ingeniería de la Universidad Nacional de Tucumán y su primo Hernán Caverlotti viajaban en motocicleta hacia Jujuy, ciudad donde ambos residen. Cuando iban a la altura del km 17, después del límite con Salta y mientras se cruzaban con un camión, luego que se les adelantara una motoneta, imprevistamente fueron iluminados por una luz fuerte y blanca. Los tres vehículos mencionados se detuvieron y Torramorell y su primo quedaron paralizados sin poder realizar ningún movimiento. En tanto esto sucedía, pasó sobre ellos a velocidad reducida un objeto esférico incandescente que se desplazaba hacia el oeste. Los testigos no se podían mover, pero sí seguir con los ojos el movimiento del objeto que, tras cruzar la ruta, fue a posarse en una lomada a 500 m de aquella. Permaneció allí unos segundos, siempre rodeado por la intensa luminosidad blanca que los testigos sentían como si les quemara la piel. Luego, levantándose hasta unos 50 m de altura, hizo varias maniobras en ángulo recto, hasta que por fin , al llegar a una loma próxima pareció aterrizar, a la vez que apagaba la luz. Sólo entonces recuperaron la movilidad, mientras que en el centro de la esfera surgía una luz roja fosforescente.
La gente del camión señaló otra luz roja similar encima de una loma ubicada al este de la ruta. En fracción de segundos las dos luces se elevaron al mismo tiempo y a gran velocidad desaparecieron de la vista. Torramorell dijo que cuando intentaron poner en marcha la motocicleta no pudieron hacerla arrancar, por lo que decidieron empujarla. En un automóvil consiguieron llegar hasta Rosario de la Frontera, donde efectuaron la denuncia a la policía. Frente a la comisaría, quedado sin un mecánico reparó el motor de la motocicleta que había aceite y con el circuito eléctrico quemado, las bujías, al igual que los condensadores y los cables, estaban fundidos. Cuando llegaron a Salta, los dos testigos debieron hacerse atender por un médico de las quemaduras que tenían en los brazos, como si hubieran estado expuestos largo tiempo al sol.
(La Gaceta, San Miguel de Tucumán, 9 de noviembre de 1962).

11 de enero, 1967, Aveyron (Francia). (calor, parálisis, EM).
Una bola de luz blanca descendió en la proximidad de un auto, cuyas luces y motor dejaron de funcionar, en ese mismo instante. El testigo, que conducía el vehículo, vio también un objeto oval con forma de disco que descendía hacia el suelo. El testigo sintió entonces una ola de calor y quedo como paralizado. Además observó que un tablero indicador próximo vibraba ante la presencia del objeto oval, el cual emitía un sonido sibilante. Cuando los objetos eventualmente se alejaron, los faros se prendieron y el motor pudo ser puesto en marcha.
(Fuente: Rodeghier, M. UFO reports involving vehicle interference, p.12).

28 de julio, 1968, cerca de Tres Picos, 70 km de Bahía Blanca. 02:10 (somnolencia, parálisis, EM).
Norberto Raúl Bualó. Residente en la ciudad de Bahía Blanca, conducía su automóvil de alquiler, llevando a dos personas como pasajeros, por la ruta nacional nº33. La noche, muy fría y seca, mostraba claramente un cielo despejado. Cuando se hallaban en las cercanías de Tres Picos, una luz muy intensa, semejante a la de gas de mercurio, inundó el campo, varios centenares de metros a la redonda. La misma provenía de un objeto circular, aplanado, de tamaño cuatro veces mayor que la Luna llena, que velozmente se desplazaba en el cielo en línea recta, de norte a sur, y a una altura de aproximadamente 200 metros. El extraño elemento cambiaba continuamente de color y dejaba tras de sí una estela luminosa.
Según el testimonio de Bualó, cuando la luz estuvo sobre el automóvil, el motor de éste se detuvo y el conductor sintió que no podía moverse; primero experimentó un cosquilleo y luego sobrevino la parálisis.
“Al instante –relata el testigo- sentí que sin estar dormido, me sobrevino una gran tranquilidad; creo que traté de llamar a mis pasajeros, aunque no puedo recordarlo con exactitud. Luego la luz nos sobrepasó a tal velocidad que desapareció en, creo, 30 segundos”.
Al recuperarse, el señor Bualó advirtió que el auto estaba en la ruta, en la mano y posición que llevaba antes del encuentro con el objeto luminoso. Este se alejaba siguiendo el recorrido del camino y modificando constantemente su coloración,
Un detalle muy curioso, es que al cabo de dos meses aproximadamente, la pintura del vehículo automotor empezó a desprenderse en forma de fino polvillo.
(Fuente: CEFAI Revista, nº2, mayo 1974, p. 14).

Con respecto a las sensaciones de parálisis, provocadas en apariencia de modo deliberada. los casos de Valensole y Quarouble constituyen ejemplos clásicos. Es significativo notar que en ninguno de estos incidentes se da una conexión evidente con cualquier tipo de fenómenos electromagnéticos.
En lo concerniente al primer caso, recordemos que el Sr. Masse se siente paralizado cuando una de las entidades le apunta con un pequeño dispositivo semejante a un tubo, y ello acaece cuando el testigo intenta aproximarse al objeto posado en tierra. Para el detalle de este caso véase el capítulo referente a las huellas de OVNIs.

Similares son las circunstancias del episodio Quarouble (en Francia, 10 de setiembre de 1954). El testigo fue un obrero metalúrgico, el Sr. Marius Dewilde. Eran las 10:30 p.m., cuando Dewilde, que se hallaba en su casa, acompañado por su mujer y su hijo, se alarmó por los furiosos ladridos de su perro. Sospechando la presencia de algún merodeador en los corrales, el testigo tomó una linterna y salió. Al llegar al jardín divisó sobre la línea férrea, a menos de 6 m de su puerta, una especie de masa oscura. Al iluminar el sendero, próximo a las vías, descubrió con sorpresa, a pocos metros de distancia, la presencia de dos seres, de muy poca estatura –menos de 1 m-, pero extremadamente anchos de espaldas., protegían sus cabezas con una especie de casco o escafandra que al testigo le pareció enorme. No divisó sus brazos, de modo que no pudo afirmar si los tenían. Los seres caminaban uno tras otro en dirección a la masa oscura que Dewilde había notado inicialmente en la vía férrea.
Estaba a sólo 2 m de las siluetas, cuando súbitamente surgió a través de una especie de cuadrado de la masa oscura surgió una luminosidad de enorme intensidad, como una luz de magnesio, que lo deslumbró. Cerró los ojos y quiso gritar, pero no pudo hacerlo;. estaba como paralizado. Trató de moverse, pero las piernas no le obedecían.
Por fin, cuando el foco luminoso se apagó, Dewilde recuperó el control de sus músculos y corrió hacia la vía férrea. Vio entonces que la masa oscura allí posada ,se elevaba, balanceándose levemente. Un espeso vapor oscuro surgía por debajo con un suave silbido. Ascendió en forma vertical unos 30 m y luego se alejó hacia el oeste en dirección a Anzin.
La posterior investigación de la policía descubrió que en cinco lugares de la vía férrea había marcas de 4 cm cuadrado cada una, que seguían un orden geométrico. Los ingenieros de ferrocarriles consultados por los investigadores, determinaron que la presión necesaria para obtener tales huellas correspondía a un peso de 30 toneladas. Además, al examinarse las piedras del balasto, se halló que en el lugar del presunto aterrizaje esas piedras estaban friables como si hubiesen sido calcinadas a altas temperaturas.
(Fuente: Michel, A. Los misteriosos platillos volantes, p. 58).

También durante la oleada europea de 1954 se denunciaron varios incidentes de alteraciones fisiológicos sin manifestaciones electromagnéticas concomitantes.

28 de setiembre, 1954. Bouzais (Francia). 22.30 (parálisis y desmayo).
El Sr. Mercier advirtió que alguien había robado uvas de su viñedo. Decidido a capturar al ladrón permaneció hasta tarde vigilando el campo. El testigo quedó asombrado cuando vio que una masa luminosa cayó del cielo a 50 m de distancia; y se sintió paralizado al tiempo que tres figuras emergieron desde el objeto luminoso. Mercier cayò inconsciente. Cuando recuperó el conocimiento todo había desaparecido.
Fuente: Valléee, J. Passport to Magonia, p. 212).

11 de octubre, 1954, Montbazens (Francia).22:00 ( Shock eléctrico).
Un artefacto circular, de 4 m de diámetro aterrizó en campo. Emitía una poderosa luz verde. Cuando seis personas que presenciaron el hecho se acercaron, el objeto se elevó con formidable aceleración. Uno de los testigos, el Sr. Gardelle sintió un “shock eléctrico”.
Fuente: Vallée, J. Ibid. p. 226).

13 de octubre, 1954, Bourrasole (Francia). 19:35 (parálisis, entidades).
Los señores Olivier y Perano, junto con otra persona vieron un disco rojizo de unos 4 m de diámetro y cerca de él un pequeño ser, de 1,20 m de estatura vestido con una especie de traje de buceo, que brillaba como vidrio. Su cabeza era muy grande respecto al resto del cuerpo y tenía dos ojos enormes. La máquina estaba rodeada por una niebla luminosa. Uno de los hombres se acercó a menos de 20 m y se sintió paralizado. El objeto levantó vuelo, arrojándolo al suelo, y se alejo rápidamente.
(Fuente: Vallée, J. Ibid., p. 227).

29 de diciembre , 1954, Bru (Francia). 21:00 (Parálisis).
Cerca de Gardonne, el Sr. Gamba vio un objeto oval de color rojo, a unos 50 m de distancia. Cuando intentó acercarse a él, se encontró imposibilitado de moverse. Tan pronto como su parálisis desapareció, Gamba convocó a sus hermanos y todos volvieron donde estaba posada “máquina”. Entonces, el objeto se elevó y voló hacia el este. Habría permanecido en tierra por lo menos 15 minutos. En el sitio del aterrizaje se hallaron huellas, como si el suelo hubiese sido excavado. Arboles pequeños cerca del río aparecieron dañados, como cortados con un cuchillo.
(Fuente: Vallée, J. Ibid. p. 248).

Con respecto a cuáles pueden ser los factores causales que producen este orden de manifestaciones fisiológicas, al igual que en tantos aspectos del problema OVNI, no hay hasta ahora una respuesta unívoca.
Sin duda que el fenómeno ejerce acciones de naturaleza física sobre los testigos, algún tipo de radiación, una cierta clase de energía, con resultados a veces muy graves y trágicos, según hemos visto..

Son escasos los investigadores que han profundizado el estudio de tales efectos, porque la comunidad médica –que sería la más idónea para evaluar las lesiones y sintomatologías que experimentan los testigos- no manifiesta interés por el tema OVNI o no desea aparecer vinculado a él, y porque, como en el caso de las interferencias electromagnéticas, se requiere un bagaje importante de conocimientos e científicos y técnicos que pocos ufólogos poseen.
El físico estadounidense James M. McCambell ha sugerido que campos de microondas de alta intensidad podrían provocar efectos paralizantes en el cuerpo humano, a la vez que shocks eléctricos de variado rigor, sensaciones punzantes., e incluso, en algunas ocasiones, la pérdida de conciencia de los testigos.
Sin embargo, las fuertes “olas” de calor que sufren las personas cercanas aL OVNI, como las descriptas en los casos de Loch Raven, Itaupu y Cash-Landrum, no parecen tener el mismo origen, como reconoce el propio McCambell. En dichos episodios y otros similares el candidato a ser la causa más probable es la absorción de radiación de alta frecuencia que puede generar intenso calor.

APÉNDICE:

El notable incidente de El Ramblón, en la provincia de San Juan, Argentina, es de gran complejidad, describe severas manifestaciones fisiológicas y electromagnéticas e involucra a numerosos testigos (incluso a personal policial).
Ocurrió la noche del 12 de julio de 1978 y fue investigado por el Licenciado Guillermo Roncoroni, director del UFO PRESS., del Servicio de Investigaciones Ufológicas. Los pormenores de este caso aparecieron en la revista UFO PRESS, año II, n° 8, julio, 1978 y en Stendek, n° 34, dic. 1978, p. 10) .
La estación Ramplón es un puesto señalero del Ferrocarril General San Martín , sito a unos 95 km al sur de la ciudad de San Juan y a 7 km del límite provincial con Mendoza. El personal responsable del mantenimiento de la estación consta de dos personas: Felipe Onofre Orozco (jefe de la estación) y Horacio Zosso (ayudante)
Siendo las 20:45, Orozco realizaba su tarea, reponiendo kerosene en los faroles de señales, lo acompañaba una pequeña perra. A las 21, cuando ya estaba por finalizar su trabajo, el testigo notó que el animal daba muestras de creciente inquietud, “ parecía temblar o tiritar como de frío”, “las orejas paradas y el pelo del lomo erizado” y emitía gruñidos prolongados.
En ese momento, una luz poderosísima envolvió a Orozco, cegándolo, a la vez que se oía un ruido ensordecedor. La luz era de un rojo intenso y parecía provenir de “algo” situado sobre la cabeza del testigo.
Orozco, enceguecido y prácticamente sordo, trató de alejarse del lugar, pero sus piernas no le respondieron: “me pesaban tanto que no podía caminar, el corazón parecía a punto de explotarme, quise llevarme las manos a la cara de protegerme, pero los brazos no se me movían. Entonces me dejé caer al suelo y comencé a arrastrarme en dirección a la casilla. Recuerdo que a mi lado estaba la perrita, que aullaba. Debo de haber tardado como media hora en llegar a la casilla –situada a unos 500 m de distancia- La luz y el zumbido todavía estaban allí, iluminando todo el campo”.

Una vez dentro de la casilla, Orozco intentó sin éxito comunicarse con las estaciones ferroviarias de las inmediaciones (como San Carlos, Retamino y El Kilómetro) pues el teléfono no funcionaba. Minutos más tarde pudo lograrlo y desde esos puestos solicitaron auxilio a la jefatura de Policía de la ciudad de San Juan, la cual dispuso el envío de una comisión bajo el mando del comisario Félix Balmaceda.

Desde San Carlos partieron un patrullero y una camioneta, con un total de nueve policías. Cuando arribaron ambas comisiones policiales, el extraño fenómeno luminoso ya se había alejado de la estación, pero aún era visible a unos 5 km al oeste, desplazándose lentamente en el cielo. Se pudo constatar su forma, similar a un plato invertido, de color rojizo con tonalidades amaranjadas.
Los policías hallaron a Orozco casi inconsciente y debió ser internado por espacio de 4 días en el Policlínico Ferroviario de San Juan. Al ingresar al nosocomio el testigo presentaba un cuadro de aguda crisis nerviosa, acusada debilidad en los miembros, hemorragia nasal, taquicardia y una fuerte depresión en el tórax.
También la perra que acompañaba a Orozco al momento del avistaje sufrió daños fisiológicos: en los días subsiguientes experimentó una creciente pérdida de pelo en el lomo, observándose también una mancha rojiza de 20 cm de diámetro, la que desapareció en forma gradual con el correr de los días.
Aparte de los graves efectos orgánicos mencionados, el avistaje ocasiónó una serie de perturbaciones de índole electromagnética. Así, en una muy amplia del sur de San Juan y el norte de Mendoza los aparatos de televisión experimentaron desperfectos (incluso en la ciudad capital, ubicada 100 km al norte del Ramblón).

También fueron afectadas las emisiones radiales y se interrumpió la red de comunicaciones policiales por más de un cuarto de hora. Por otra parte, tanto el patrullero como la camioneta enviadas desde el puesto San Carlos, se detuvieron por algunos segundos y al unísono, cuando se encontraban a unos 2 kilómetros de su destino.
Una máquina topadora afectada a tareas de vialidad y estacionada a unos 4 km de la estación Ramblón, fue encontrada al día siguiente con sus baterías completamente secas y serios daños en su sistema eléctrico.
Los extraños sucesos que tuvieran su epicentro en la estación Ramblón, originó un extenso informe por parte de la Jefatura de Policía de San Juan, firmado por el jefe de la repartición, coronel Guillermo Vogel. En el mismo se corrobora la presencia del fenómeno luminoso inusual, que fue observado igualmente por numerosos habitantes del sur de la provincia y que permanece sin ser explicado.