LA TAPERA
Gaceta Ovni
VICTÓRIA. INVIERNO DE 1992.
Muchos aseguraban que en la estancia San Carlos, en la zona conocida por La Tapera, se veían luces extrañas. Por esta razón el lugar era frecuentemente transitado por los seguidores de Ovnis aunque no se podía entrar por ser propiedad privada. No quedaba otro remedio que pararse a la vera de un camino vecinal que conducía a Tres Bocas y que daba a la ruta 11, casi frente a La Pepita.
En el lugar se daban sita los cazadores de Vizcacha, roedor de buen porte cuya carne es apreciada por su sabor, que es de hábitos nocturnos y queda paralizado cuando una potente luz lo ilumina, por eso se utilizan reflectores que los ¨vizcacheros¨ guían desde sus camionetas para ubicar y detener la presa. No es permitido el tránsito por las estancias sin autorización, por lo tanto algunas de esas jornadas nocturnas se hacen con permisos especiales o previo pago al capataz. Como la zona es predominantemente ondulada algunos visitantes han creído ver fogonazos misteriosos que provienen desde el interior de la tierra, pero son los cazadores, ni más ni menos.
Era la primavera del 92 cuando coincidimos en encontrarnos en La Pepita con Silvia Pérez Simondini, su hija Andrea y un grupo de amigos del Sr. Cesar Bretto, quien todavía viajaba a la zona con esos prismáticos enormes que montó sobre una estructura móvil de hierro de una bicicleta.
Nuestro grupo estaba formado por Paco Martínez, Carlos Ingaramo, Jorge Pietrafesa, Daniel Torres, Pablo Moche , y Daniel López.
Ya en la estancia, Bretto comentó la observación de una luz extraña, pocos días atrás, en el interior de San Carlos, y allí decidimos pasar nuestra noche de vigilia a la que se sumaron ¨Fierrito¨ Gúzman, y el matrimonio Vaccarini, de Paraná .
Estacionamos los vehículos en el camino vecinal luego de transitar unos cuatro kilómetros con amplias zanjas de barro pues la lluvia reciente había anegado buena parte de la senda. Antes de llegar la Sra. Simondini desistió de avanzar con su auto por temor a quedarse varada en el lodazal, pero nosotros seguimos, en total 10 personas en tres vehículos.
De día, y desde el mismo punto donde paramos, se observaba una suave colina por debajo de un segundo horizonte más elevado que se extiende a varios kilómetros. El campo, en ese momento, se constituía por una vegetación rala, grupos de arbustos y arboles bajos aquí y allá, y a no más de 600 metros, un molino de viento con un tanque australiano ubicado hacia el N.Noroeste.
El terreno tiene una apariencia uniforme, pero en realidad se encuentran varios desniveles que determinan la posición del molino a unos 10 metros por debajo de la altura del camino vecinal; más allá siguen los pequeños y reducidos montes de arbustos. Todo esto es posible de contemplar bajo la luz del sol, pero por la noche solo se ve una franja gruesa y negra como suelo, y un cielo que solo se distinguía por algunas estrellas y una tímida luna permanentemente vedada por el tránsito de nubes.. Al descender de los vehículos nos acercamos hasta el alambrado perimetral del campo, entre arboles separados cinco y diez metros entre sí. No tardo mucho en distinguirse una lejana luz violácea, aproximadamente en posición oeste. Nuestra primera impresión es que se trataba de bombilla o reflector en el casco de la estancia, pero no conocíamos su real ubicación pues era la primera vez que concurríamos al lugar. Estancia Sí, estancia No, la luz se mantenía incólume en la misma posición mientras algunos insinuaban que podía tratarse de un Ovni.
No quedaba otro remedio que ir en busca de la verdad, sin permiso del capataz, sin autorización de nadie, y en medio de tal oscuridad sería bien raro que alguien supiera de nosotros…o no. Para entablar una comunicación, Bretto nos cedió uno de sus handis pues él esperaría en La Pepita cualquier novedad, acompañado de la principal testigo del caso Victoria, la Sra. Gonzalbez de Basaldúa. Pablo, por su parte, traía consigo otro handy que servía para captar comunicación de vuelos en tránsito por la zona, utilizado justamente para certificar, en el caso de una observación, la naturaleza de la misma ya que por estar cerca de aeropuertos sería factible detectar un intercambio radial y determinar si el fenómeno era un vuelo convencional. Lamentablemente no podía emitir, solo recibir, razón por la que se decidió utilizarlo de forma ¨especial¨ en la pronta expedición. Decidimos llegar a la luz violácea sea como sea, no podíamos quedarnos con la intriga ( nobleza obliga), por lo tanto formamos dos grupos, uno quedaría en base – en el lugar donde estabamos- y otro se dirigiría a la caza del supuesto Ovni. Ya que las comunicaciones se veían limitadas por el handy de Pablo, convenimos en que el grupo explorador lo llevaría consigo; la base tendría el transmisor receptor para comunicar a los exploradores su posición real según avanzaran y corregir, de ser necesario, la ruta tomada. El segundo grupo contestaría con un código de linternas previamente consensuado.
Así quedamos constituidos: Pablo Moche, Paco Martínez, Carlos Ingaramo, Fierrito Guzmán y Daniel Torres avanzarían sobre el campo: Daniel López, Jorge Pietrafesa, y los dos acompañantes de Bretto quedarían en base. Estando todo dispuesto el segundo grupo avanzó provisto con dos linternas, la cámara de vídeo y el handy, adentrándose en un terreno oscuro, anegado por el lodo he inexplorado para todos.
Desde la base siguieron atentamente como se alejaban las linternas hasta que, finalmente, desaparecieron de la vista. La luz violácea seguía en el mismo sitio. Base: – Hagamos una prueba…contesten sí, si nos escuchan. Se vieron tres linternazos dirigidos al cielo, señal positiva.
El grupo avanzó sin problemas, permaneciendo unido, conversando entre sí. Base: – Están corridos hacia la derecha de la luz. Desvíen ligeramente el rumbo hacía la izquierda. Otros tres linternazos. Todo en calma. Pasaron varios minutos. Base: – No los vemos; señalen su posición. No hubo respuesta. Base: – Si respondieron no pudimos ver sus linternas. Contesten y marquen su posición.- Tampoco hubo respuesta. En tanto, el grupo explorador se detuvo en el molino -después de 25 minutos- en terreno barroso y cruzar un par de alambrados luego de transitar por dirección incorrecta. Carlos ascendió por la estructura metálica para buscar la posición de la luz violácea que no estaba visible desde ese punto. Como la luna se reflejaba sobre las aguas del tanque australiano Carlos supuso que ese podía ser el reflejo violáceo. Una luz a la distancia, sin puntos de referencia y con humedad de ambiente puede resultar engañosa.
Luego de una marcha bastante lenta y escabrosa descansaron unos momentos. Base – No vemos las luces de las linternas; contesten si nos escuchan. En el handy de Pablo la voz del puesto fijo fue escuchada reiteradamente por todos. Alguien insistió en que era el momento de hacer señales. Desde la base se vio un destello indeterminado, un linternazo impreciso que no dio respuesta certera. Base: – hicieron un si? El grupo decidió avanzar pero cierto temor invadió a Fierrito Guzmán, quien solicitó regresar sobren los pasos de forma inmediata porque tenía un presentimiento negativo. Casi sin escucharlo los restantes se dispusieron a partir. Vista desde el camino vecinal, una luz algo más potente que una linterna apareció en escena, a la derecha, quizás a unos cientos de metros de donde se había registrado la señal luminosa.
La luz, semejante al reflector de un auto, parecía moverse adelante, se detenía, emitía una suerte de reflejo y luego volvía a quedar estática.
Los de base supusieron la presencia de un vehículo, quizás una camioneta . ¨Cazadores¨ se pensó, y lo que es peor: el dueño de la estancia los había descubierto. Base – Hay una luz…la pueden ver? Llegó gente? Contesten por favor, por sí o por no. Carlos gritó al grupo que escucharan. Se avisaron mutuamente de la observación de la base; comenzó cierta confusión.
Desde arriba del molino Carlos pudo ver algo así como un vehículo, ¨vi una luz que creí de camioneta, pero no vi más que la luz blanca¨.
Desde la base los prismáticos solo podían captar una la luminosidad no muy lejana sin distinguir lo que debía ser obvio, luces de posición, reflectores, incluso la silueta de un rodado que no podría, de hecho, estar a más de 400 metros en medio de una gran oscuridad.
Tratando de identificar cualquier luminiscencia y con creciente inquietud pidieron a Carlos que bajara del molino, primero en tono calmo y luego enérgicamente. Intempestivamente Fierrito pidió por Dios detener la marcha, aludiendo que era peligroso.
Una sensación de nerviosismo inexplicable invadió el aire. Base: – Vemos una luz. Son ustedes? La mujer que acompañaba al grupo de base comenzó a llorar inexplicablemente antes de terminar el mensaje, se recostó sobre la camioneta con el rostro cubierto entre las manos y dijo que algo malo pasaba.
Según su esposo ella tenía cierta cualidad perceptiva y podía percibir algo muy extraño. Desde base no se podían escuchar sonidos, ni siquiera suponer lo que ocurría más adelante, en medio de la oscuridad. Solo el viento fresco de la noche silbando tímidamente entre los ramajes de los árboles era todo cuanto se podía oír.
En la expedición empezaron los gritos, los insultos, los ruegos desordenados de Fierrito que se arrodilló sobre el suelo rogando no avanzar ante el peligro (?). ¨Nos pueden lastimar¨, decía. Carlos, también enérgicamente, solicitó calma, que trataran de contenerse respirando profundo. Como nada parecía cambiar él y Torres avanzaron unos ciento cincuenta a doscientos metros más. La supuesta camioneta estaba ahí, quieta. De pronto, en una acción inesperada, la luz se movió horizontalmente sobre el suelo a gran velocidad, posiblemente en un segmento de 100 metros en dos o tres segundos. ¨Están corriendo¨
La preocupación empezó a acaparar a la base. La mujer insistió con su presentimiento. Base: – Contesten si pasa algo…están acompañados? Una nueva luz se encendió, una esfera algo brillante, luego otra, hacia la izquierda, cercana a la primera que se había corrido.
Esta última volvió a su posición original. Una, dos, tres luces se observaban…repentinamente una cuarta apareció en la misma línea, las luces se movían desordenadamente, daba la apariencia que el grupo estaba separado por cientos de metros entre sí. La primera luz ganó intensidad, los exploradores se confundieron con los llamados de la base : – Que pasa? Son ustedes? Respondan por favor!- Pero desde allí no veían nada.
Un destello de linterna se vio desde el suelo, ¨son los muchachos¨, se pensó. Quienes tienen esas luces? Una, dos, tres, cuatro…, cinco luces! Base: – Respondan que pasa! Esto es un show de luces! No había respuestas. Base: – Contesten por sí o por no. Ven las luces? Y repentinamente las luces comenzaron ha desaparecer unas tras otras al cabo de un puñado de segundos. Volvió la calma en la base; volvió la calma en el grupo. Al rato se observaron las dos linternas durante el regreso. Los muchachos llegaron al camino vecinal y preguntaron porqué se había hecho tanto alboroto si ellos no pudieron ver ni luces ni camionetas en ningún momento, salvo las de sus dos linternas. Su segundo comentario fue que no habían llegado nunca a la luz violácea. Todos nos asomamos al alambrado para certificar su verdadera posición; basto que la miráramos durante unos pocos minutos para que luego también se apagara.
Tardamos largo rato en descifrar los hechos. Los exploradores juraron no haber visto nada, salvo Carlos por lo que consideraban probable que existiera confusión con sus linternas. Imposible, los cuatro que estaban en base coincidieron en que cinco luces se habían visto y a la distancia los linternazos observables no podían ser comparados con las extrañas apariciones. Al disponernos partir del lugar una camioneta pasó por el camino, evidentemente armada como para la cacería nocturna, con una línea de reflectores superiores. ¿ podía ser la responsable?
La desesperación notable en la mujer y en Fierrito habían coincidido en el tiempo. El porqué algunos no quisieron avanzar resultó también inexplicable, y la posibilidad que la luz violácea respondiera al reflejo de la Luna pareció poco probable porque desde la posición del tanque que al otro día se vio bajo el sol, aquella luz estuvo más corrida hacia la izquierda; no había coincidencia, pero tampoco explicación.
De hecho tampoco había camino seguro que una camioneta pudiera tomar, sobre todo por el alambrado que en la misma posición los muchachos habían trasvasado.
Tanto los reflectores como los faros tendrían que haber sido claros a la observación directa y mucho más a la de los potentes binoculares de los Vaccarini, por lo tanto era muy poco probable la alternativa de una confusión. Sumado a ello, el avance y retroceso vertiginoso de la primer luz tampoco coincidía.
Habían sido cinco luces inexplicables, sin haces, que entre el grupo explorador y nosotros, a no más de 400 metros, solo fueron vistas desde una sola posición. Algo o alguien había estado jugando con nosotros de manera misteriosa
Nota
El siguiente es un extracto del libro ¨Una Luz en el Cielo¨ escrito por los miembros de Gaceta Ovni. Hemos elegido este segmento del relato para dar a conocer algunas de las muchas experiencias que nos han tocado vivir como grupo en esta apasionante tarea de investigar.
Además es un adelanto de una serie de trabajos que publicaremos en esta página referidos a la zona de Victoria, en la Provincia de Entre Ríos que relevamos durante largo tiempo