EL CASO AGAPITA CHAUSQUI: Una luz interactiva
Gaceta OVNI
El caso de la señora Chausqui presenta aristas realmente extraordinarias. Es el encuentro con una luz a cierta distancia, lo que no parece destacado dada la fuerte presencia luminosa en la región, pero es en lo concerniente a la relación entre fenómeno y testigo lo que pondera esta vivencia del resto, aunque resulta una más entre varias que sostienen un proceso de interacción incontrastable, dirigido, lo que torna imprescindible su consideración.
No es un proceso sugerido o mal interpretado, no se basa en las sutilezas de la percepción de un testigo ni en el grado de asimilación lo que sustenta otra rareza dentro del enigma, es una muestra sencilla de lo que enfrentamos, la naturaleza de lo que estudiamos.
Es importante aclarar que en todos los casos tratados en Gaceta solo ofrecemos un formato atenuado de todo lo relevado, sin embargo esperamos reflejar con precisión los puntos álgidos y distintivos que hacen de cada caso un hecho único.
Agapita Chausqui vive en la zona conocida como Fuerte Alto, el centro el pueblo de Cachi hacia el noroeste, a no más de 2 kilómetros.
Se trata de un barrio relativamente nuevo de casas obreras, algo distantes unas de otras. A poco de la vivienda de la mujer, hacia el norte, están las estribaciones de pequeños cerros que encajonan la visual formando un terreno seco, pedregoso, escaso de árboles y pobre en iluminación nocturna.
Agapita vive sola, su hijo posee una vivienda dentro del complejo de casas nuevas a no más de 50 metros de la suya, y dada esa distancia, suele visitarlo siempre. La mayor parte del día trabaja en una hostería del pueblo haciendo labores generales, luego regresa a su casa para llevar una vida tranquila.
No puede determinar la fecha exacta de su experiencia, dificultad que suelen tener los pobladores no por faltos de memoria sino porque, salvo los domingos, deben repetir una rutina laboral constante, y solo hechos destacados ayudan a referencias más precisas, pero serían los primeros días de febrero cuando se disponía a regresar a su casa luego de visitar a su familia.
A poco de caminar (y tomando como referencia los cerros contiguos) seguía un rumbo sur este por lo que daba prácticamente las espaldas a las estribaciones serranas contiguas al barrio. Ayuda a esta referencia que al pie del cerro, casi donde comienza a elevarse del llano, hay un camino que conduce a un sagrario, marcado con piedras blancas.
Es en ese preciso instante que un relámpago, como un potente flash de foto ilumina el ambiente. No tarda en darse cuenta que proviene del costado, ligeramente detrás suyo. Se da vueltas y lo primero que observa es una potente luz al pie del cerro, casi a la naciente del camino a la ofrenda.
Aunque ha escuchado bastante de encuentros con luces en los últimos meses jamás pensó que sería testigo de uno, de hecho era la primera vez en toda su vida que Agapita veía una luz tan semejante a la descripción de los famosos faroles del Valle.
Identificar la masa luminosa es el principio de una breve pero intensa experiencia.
HAY QUE LLEGAR A CASA
En efecto, lo primero que piensa Agapita es que debe llegar a su hogar y echar cerrojo a la puerta.
¨Yo salí de la casa de mi hijo pero no vi ninguna luz, no había nada. Caminé un poco y de repente he visto algo, como si fuera un relámpago. Era una luz muy clarita y entre medio era verdosa. Y cuando me enfocó caminé rápido.¨
La luz o masa luminosa era de un color amarillo muy claro, en su parte central destellaba una iridicencia verdosa intensa.
¨Cuando me ha dado esa luz me dio un mareo, entonces caminé rápido, rápido. ¿Vio que hay muchas piedritas en el suelo? Yo ni me tropecé ni nada. Yo caminé rápido¨.
Algunas veces, la dificultad del testimoniante para relatar un suceso no solo obliga a detenerse reiteradamente en una imagen o un concepto, existen oportunidades en que encierran cosas verdaderamente inesperadas.
No hay duda que al decir que caminó rápido se sobreentiende la situación por la que atraviesa la observadora, uno se hace la película del suceso para entender la lógica propia del relato, pero es necesario estar muy atento a pequeñas frases, a palabras sencillas que pueden modificar la substancia de todo un proceso.
Hacemos notar esto didácticamente, posiblemente las sutilezas que manejamos hoy, luego de recorrer mucho Argentina nos entrenó para ello, pero nos causa pavor pensar en todas las cosas que se nos pudieron escapar por no tener el ejercicio de tildar las palabras a medida que van apareciendo.
Doña Agapita caminó rápido, no se tropezó con las piedras, fue cuando la luz la enfocó. Siendo una luz tan intensa bien pudo recibir claridad sobre su cuerpo, pero no se refería a eso, ni a caminar, ni a su agilidad insuflada por el miedo.
UN SALTO ESPECTACULAR
A medio tramo entre la casa de su hijo y la suya, Agapita sostiene que fue enfocada.
Gaceta – Caminaba rápido y ahí se extrañó que no se tropezara con las piedras…-
Agapita – Claro. A parte de eso todo estaba oscuro (no hay luz eléctrica en las calles del barrio). Quedé asustada porque es como si esa luz me hubiese empujado.-
Gaceta – ¿Usted sintió claramente que la empujaban?-
Agapita – Claro, sí, sí. Imagínese que era como si yo no pisara el suelo.-
Gaceta – No es normal que usted camine así…-
Agapita – No, no, porque estaba oscuro y a parte soy un poco corta de vista. Yo venía caminando despacito por las piedras del suelo para no tropezarme pero cuando me alumbraron, la primer luz (el relámpago), yo vi todo el suelo. Y cuando me dio esa luz verdecita ya no, caminé rápido como si algún aire me empujara.-
Gaceta – ¿Usted sentía el suelo cuando la empujaba ese ¨aire¨?-
Agapita – No, no lo sentía, por eso es que yo le decía a mi hijo que me sentí mal. Eso porque no pisaba.-
Gaceta – ¿Cuando sintió que volvía a caminar?-
Agapita – Cerca de la puerta de casa.-
Gaceta – En el momento que no ¨pisaba¨ ¿sintió algo en el cuerpo?-
Agapita – Como un aire fresco, si, si, así era.-
Gaceta – ¿Sintió más frío que el de la noche?-
Agapita – Claro, y por eso le digo que anduve cuatro días mal. Yo había ido a la casa de mi hijo para ver televisión, y vi eso que me dejó asustada.-
Gaceta – ¿Que sentía?-
Agapita – Me dolía la cabeza, la comida me caía mal pero nada más que eso. Pensé que era por eso que me quiso atraer…-
Gaceta – ¿Como percibió el frío? ¿Fue en todo el cuerpo?-
Agapita – Sí, claro…¿como le podría decir? Como que al cuerpo le da una electricidad, yo he caminado rápido.-
Gaceta – Cuando ve la luz verde…esa luz ilumino todo o era una luz dirigida a usted?-
Agapita – A mi, a mi nomás! Porque cuando me hizo esa luz me dio a mi, ahí corrí rápido.-
Gaceta ¿Como veía esa luz?-
Agapita – Era un verde tirando a celeste muy clarito. Era como si yo me hubiera quedado así (se pone firme, con las manos pegadas las caderas), derecha, pero movía los pies.-
Gaceta – ¿Usted quedó firme?-
Agapita – Como si fuera…, yo voy firme, así, derecha.-
Gaceta – Pero, usted iba firme porque sentía que algo la aprisionaba, o por que otra razón?-
Agapita – Claro, había algo. Yo iba firme pero caminaba rápido y no sentía las piedras.-
Gaceta – ¿Cuantos metros anduvo sin sentir el suelo?-
Agapita, señalando una mesa dentro de la hostería – Como hasta ahí, cuatro o cinco metros. Fue cuando sentí ese aire que me empujó, que yo no sentía, no veía…-
Gaceta – ¿En algún momento, sintió que estaba en el aire?-
Agapita -…Y, mire, yo lo único que sentí es ¨amortigada¨ en el cuerpo., como si el cuerpo estuviera dormido, fue cuando caminé rápido.-
Gaceta – ¿Como, exactamente, sintió su cuerpo?-
Agapita – Como dormido. Por eso le digo, a mi me empujaba el aire, la luz.-
Agapita, a poco de ver la luz, fue interceptada por otro haz verde azulado que le dio escalofríos y una sensación de electricidad. En ese momento una fuerza extraña la levanta sobre el suelo, deja de sentir el pedregullo aunque sigue dando pasos. Esa particular sensación externa la envuelve, incluso recalca insistentemente como las manos le quedaron pegadas al cuerpo, tal si alguien la aprisionara para levantarla, para ¨empujarla¨.
Da un salto por el aire que se extiende unos cinco metros de extensión.
No sabemos cuanto dura pero siente que la ¨sueltan¨ cuando vuelve a tocar tierra firme.
No deja de caminar, y una vez sobre la puerta experimenta un nuevo hecho, que la injerencia sobre su cuerpo continúa.
NO ME DEJABAN ABRIR LA PUERTA
Agapita toma las llaves, frente a la puerta y trata de ubicar desesperadamente el ojo de la cerradura.
Cuando intenta poner la llave siente un fuerte tirón en el brazo.
¨Me tiraba del brazo, aquí. Entonces me dije Dios mío ¿que es esto? No me dejaban echar llave.¨
Gaceta – Describa ese tirón en el brazo.-
Agapita – Me tiró fuerte, como si alguien me agarrara, no podía echar la llave. Era como que estaba jugando mi brazo. Me agarré de la pared.-
Gaceta – El codo le molestó después?-
Agapita – Lo sentí un poco ¨amortigado¨, me dolía el hombro.-
Gaceta – ¿Que pasó después?-
Agapita – Eché llave, fui a mi dormitorio y me asomé por la ventana de mi pieza para ver la cosa esa.-
Gaceta – ¿La luz seguía en el cerro?-
Agapita – Seguía girando, como si diera vueltas. Quedó ahí hasta que corrí la cortina y no la miré más.-
Gaceta – ¿Con que compararía el tamaño de la luz; con una casa, un auto…, como era de grande?-
Agapita – Cuando la vi de mi casa y giraba, parecía grande, no se, como un coche, vio?-
Gaceta – No supo si otros vieron lo mismo?-
Agapita – Nadie, no. Después mi hijo me dice que andarían cazando liebres, pero yo le dije que no, que la luz no era así, porque cuando van a cazar algo, la luz va girando despacito para que los cazadores puedan ver. En cambio este no. Le dije que yo solo se que lo he visto bien. Solo yo se como me siento, porque me siento mal.-
Gaceta – ¿Era luz solamente, o vio algo más?-
Agapita – Bueno, como le digo, por el miedo solo vi la luz clarita que me ha enfocado y ya no quise mirar para atrás. Después sí, la vi desde la casa cuando giraba rápido, ahí en el cerro.-
Gaceta – ¿Y la forma?-
Agapita – Redonda, bien redonda; como si fuera un globo que giraba.-
Gaceta – Usted ¿que piensa que es?-
Agapita – Yo pienso…no se, me imagino que es eso que dicen, que andan los Ovnis.-
Gaceta – Hay camino donde vio la luz?-
Agapita – Si, hay dos calles y unas casitas. Una es de mi hijo.-
Agapita no se hizo atender médicamente. Los dolores ya pasaron, las pequeñas molestias quedaron atrás.
Tiempo después de su vivencia aún le da inquietud caminar de noche.
Está absolutamente convencida que lo que vio y experimento fue lo más raro que le pasó en su vida. Jamás, como dijimos, pensó que le tocaría en suerte, aunque ahora prefiere que no ocurra nuevamente
Agapita Chausquí
Lugar: Fuerte Alto
Fecha: Febrero 2002