LA NOCHE DE LOS ECOS IMPOSIBLES

Manuel Carballal

Sábado, 1 de febrero de 1992
Aeropuerto de Vigo. 5:30 PM

Y allí estaba yo, a bordo de una vieja avioneta Cessna, a más de 1.000 metros sobre el suelo, a punto de saltar al vacío. Doval, el jefe de Salto, revisó por cuarta vez mi paracaídas y sonrió. Supongo que el terror que reflejaba mi cara le resultaba cómico. Todos los demás paracaidistas me miraban con idéntica expresión de sorna. Yo debía ser el primero en saltar en aquella rotación, y como en cada salto, no me sentía preparado. Uno nunca se siente preparado para saltar al vacío desde un avión.
Por fin llegó el momento. Doval me golpeó en el hombro y me indicó que me asomase a la puerta del avión. Cuando mi pierna izquierda atravesó la puerta para apoyarse en el patín, justo bajo el ala, noté como el furia del viento la desplazaba bruscamente hacia atrás. A la pierna siguió el tronco, y temblando de pies a cabeza me coloqué en posición de salto. El pie izquierdo en el patín, la mano izquierda aferrada a la vieja manilla, y medio cuerpo fuera de avión. Los segundos que uno permanece en esa ridícula postura, se hacen interminables…
Llegamos a la zona de salto y Doval gritó junto a mi oreja: ¡Salta!. Y salté. En ese momento la reacción es intintiva, nada hay de cerebral. Uno coge impulso y se arroja al vacío con todas sus fuerzas. Si no se aleja del fuselaje del avión lo bastante podría ser desnucado por el timón de cola de avión, o pasarse la zona de salto y caer sobre un tendido eléctrico, una carretera, etc.
El paracaídas se abrió, obviamente. De lo contrario no estaría escribiendo estas líneas. Y la amarga experiencia me sirbió, tras recoger la campana del paracaídas y regresar al aeropuerto, para encontrar la primera pista de uno de los más interesantes «Expedientes-X» redactados en España.
Había ingresado en el grupo de paracaidismo semanas antes con la intención de contactar con profesionales aeronáuticos, especialmente militares, que hubiesen protagonizado experiencias OVNI, pero jamás pude imaginar la cantidad y calidad de información a la que accedí gracias a tan disparatada estrategia.
En este caso fue un compañero del aeroclub, tras cachondearse a gusto de mi evidente pánico al salto, quien me puso en la pista. Entre salto y salto yo dejaba caer a todo piloto, controlador, paracaidista, radarista, etc, que me encontraba por delante, la cuestión: ¿Y tú que opinas de eso de los OVNI?. Y en esta ocasión mis tiros a ciegas supusieron un pleno. Uno de los compañeros, piloto y controlador aéreo, me hizo un comentario muy prometedor: «Pues ahora que lo dices, un compañero mio en el Centro de Control me contó una vez que había tenido una Alerta OVNI con el Ministerio de Defensa, pero debía estar de coña…». Ese inocente comentario me llevó a desplazarme a Santiago de Compostela para seguir la pista. Y Eladio Tapia, el protagonista de esa Alerta OVNI militar no bromeaba. El tema era serio, muy serio. Lo suficiente como para haber originado uno de esos informes OVNI que, según el Ministerio de Defensa, simplemente no existe…

Abril de 1992
Torre de Control del Aeropuerto de Labacolla (Santiago)
19:00 PM

A lo largo de las últimas semanas había visitado la Torre de Control en 5 o 6 ocasiones. Primero hubo que franquear a los Guardias de Seguridad del Aeropuerto, después al Jefe de Torre, más tarde a los controladores aéreos (visite a varios hasta que pude coincidir con una guardia del ansiado protagonista de este caso), y por fin las reticencias del mismo Tapia, que no accedió a entregarme la documentación que poseía hasta nuestra tercera entrevista. Y ese esperado momento había llegado.
Eladio Tapia, veterano Controlador de Tránsito Aéreo, con años de experiencia en diferentes Centros de Control, dejó la carpeta sobre la mesa mientras yo encendía otro cigarrillo intentando disimular mi ansiedad. Las angustias de aquellos suicidas saltos en paracaídas parecían haber valido la pena.

– Aquí lo tienes -dijo mientras abría la carpetilla de cartón- no se porqué lo he conservado. No volví a tratar con Defensa del tema hasta hoy, así que si a ti te sirve de algo llévatelo.

Lo que el controlador aéreo me estaba entregando era un informe en el que se detallaban los sorprendentes sucesos que se produjeron en el espacio aéreo nacional el 5 de diciembre de 1989, y que tuvieron como directos protagonistas a un astrónomo amateur, a un cuartelillo de la Guardia Civil, a un Centro de Control de Tránsito Aéreo y al Escuadrón de Vigilancia Aérea número 10 del Ejército del Aire español. Aquellos fascinantes documentos recogían uno de los incidentes OVNI más interesante de los acontecidos en España en los últimos años, y que hasta ese instante había permanecido en el más sepulcral secreto.

– ¿Que es lo que crees que ocurrió aquella tarde? -pregunté a Eladio mientras abrazaba los documentos como si de un pequeño tesoro se tratase.

– Yo no creo nada. Ahí está descrito lo que pasó. A mi me llamó la Guardia Civil de Sada para decirme que estaban viendo una especie de platillo volante y yo, como era mi deber, lo notifiqué al Ministerio de Defensa. Después me llamaron del EVA-10 y estuve siguiendo por teléfono directo lo que pasó en el radar con el militar del EVA. Así que no creo ni dejo de creer, eso es lo que pasó.

Eladio Tapia es un excelente profesional, y un controlador aéreo absolutamente responsable. Su respuesta era la más correcta que podía esperar. Y el siguiente paso a seguir en la investigación estaba claro…

Junio de 1992
Casa-Cuartel de la Guardia Civil de Sada (La Coruña)
11:00 AM

De nuevo, a la tercera fue la vencida. En las visitas que había hecho al Cuartelillo de la Guardia Civil de Sada la fortuna no me había sonreído demasiado. Había podido charlar ampliamente con el Sargento Zas, uno de los testigos de lo que ocurrió aquel día, que incluso me acompañó por los alrededores del Cuartelillo detallándome los hechos. Sin embargo mi objetivo era el Comandante de Puesto que aquella tarde estaba al mando de la Casa-Cuartel. Y por fin aquella mañana pude reunirme con el en su despacho.
Miguel L. C. había jugado, sin saberlo, un papel fundamental en aquella historia.

– ¿Recuerda lo que pasó aquella noche?

– Perfectamente, -no había un ápice de duda en las respuestas del oficial- como si fuese ayer. Estábamos de guardia y recibimos la llamada de un vecino de la población de O Castro, aficionado a la astronomía. Estaba haciendo una observación del cielo con su telescopio cuando se encontró con un objeto muy brillante con forma de disco. Se asustó y nos llamó a nosotros.

– ¿Y dieron crédito a una denuncia tan atípica?

Antes de responder el oficial se cercioró de que estábamos solos en el despacho y luego me narró una historia fantástica: «Hace unos años yo estaba destinado en un cuartelillo de Asturias. Durante tres o cuatro días varios vecinos de la zona nos habían llamado porque decían que una especie de esfera luminosa estaba sobrevolando la zona. Al principio nos lo tomamos a broma, pero una noche yo dirigía una patrulla con tres compañeros y también lo vinos. Era una especie de enorme bola de luz que se paró a pocos metros de nosotros. La verdad es que perdimos los nervios. Teníamos el OVNI frente a nosotros y le apuntamos con las ametralladoras, pero cuando intentamos disparar todas las armas se encasquillaron…»

Era un argumento de peso. El Comandante de Puesto sabía que los OVNIs eran algo muy real por propia experiencia. Por eso cuando se recibió la denuncia en el Cuartelillo de que un Platillo Volante estaba sobrevolando la zona la benemérita dio crédito al testimonio. «Salimos para ver si podíamos localizar el objeto que nos estaba describiendo el denunciante -me diría el Sargento Zas-, y efectivamente, allí estaba…»
Inmediatamente el oficial ordenó al Sargento Zas que telefonease a la Torre de Control del Aeropuerto de Alvedro (La Coruña) «para ver si podían decirnos que era aquella cosa». Por fortuna en aquella época la actividad aérea en Alvedro terminaba a media tarde, y por tanto nadie pudo responder a la Guardia Civil. Y digo por fortuna porque, según pude averiguar al visitar la Torre de Control de Alvedro, en dicho aeropuerto no existe radar primario. Así que el Sargento Zas recibió orden de intentarlo en el Aeropuerto de Labacolla, donde si existe radar primario. Y gracias a eso hoy poseemos una confirmación física del avistamiento, y un detallado informe de lo que ocurrió aquella tarde-noche. Un enigma que continua sin explicación.

Lunes 5 de diciembre de 1989
Centro de Control Aéreo
Aeropuerto de Labacolla (Santiago)
18:43 Hora Z (19:43 Local)

Eladio Tapia mataba el tiempo en la Torre de Control ordenando planes de vuelo, consultado los partes meteorológicos, etc. Cuando hay poco tránsito aéreo las guardias en Torre se hacen largas y pesadas. De pronto suena el teléfono y un oficial de la Guardia Civil de Sada informa al controlador de que un «Disco lenticular con halo de aspecto gaseoso y disco muy brillante» -según reza el informe- está siendo visto por todo el cuartelillo.
Tapia comienza a tomar nota de todos los datos. Y a las 18:50 telefonea a Madrid para notificar a Defensa Aérea presencia OVNI.
Durante los siguientes minutos Tapia telefonea al Instituto Meteorológico de La Coruña para averiguar se el objeto podía ser un globo sonda (negativo). Al mismo tiempo mantiene contacto telefónico con la Casa-Cuartel de la Guardia Civil de Sada, donde continúan observando el objeto.
A las 19:00 llaman por «línea directa» del Escuadrón de Vigilancia Aérea número 10, ubicado en Barbanza (La Coruña), a la Torre de Control. El radarista militar, G. A., notifica a Tapia que el objeto aparece en el radar:
Posición -de Barbanza: demora 040/26 NM
-de VOR STG: radial 260/22 NM

A partir de ese instante y durante una hora y media el controlador aéreo y el radarista militar siguen las evoluciones del «Platillo» en las pantallas de radar. En este fascinante «Expediente-X» se detallan los bruscos cambios de altura y situación del OVNI, atentando contra toda ley aeronáutica conocida.
Mientras eso ocurre varios aviones comerciales en ruta por aerovías que sobrevuelan Galicia presentan extrañas anómalias, también reseñadas en el informe. Un vuelo procedente de Korul intenta ser transferido de Madrid Control a Santiago por petición de Eladio Tapia, pero «no pueden enviarlo a mi frecuencia dado que perece haber fallo de frecuencias en el sector NW», justo donde el OVNI estaba exhibiéndose impunemente. Otra aeronave activa su código de emergencia cuando se encuentra a solo unas 35 o 40 millas de Santiago. ¿A que podían deberse todas esas anomalías técnicas?
Y de pronto ocurre lo más increíble. A las 20:36 aquel Platillo Volante que estaba exhibiéndose impunemente en los cielos gallegos parece multiplicarse en la pantalla del radar. «Barbanza notifica -dice el informe- que el blanco se ha transformado en 3…»
Como por arte de magia aquel objeto desconocido captado en la pantalla del radar se transformó en tres que salieron disparados a diferentes posiciones…

El enigma continua hoy…

¿Que ocurrió realmente aquella tarde-noche?
No existe explicación astronómica para el caso. Ni Venus ni
Marte eran visibles a esa hora, además jamás aparecerían en reflejados en las pantallas de radar.
No existe explicación meteorológica. El informe de ese día que recogí en el Instituto Meteorológico de La Coruña indica que no había fenómenos atmosféricos inusuales, y el globo-sonda no se lanzó hasta 4 horas después del incidente.
No existe explicación aeronáutica convencional. Una directora de Aeropuerto, dos radaristas civiles, uno militar y un Teniente Coronel del Ejército del Aire que examinaron el «Expediente-X», tras trascribírmelo y «traducirme» los tecnicismos aeronáuticos que incluye, lo calificaban de «inexplicado».
Según averigüé al visitar el Escuadrón de Vigilancia Aérea número 10, el radarista en servicio aquel día, G. A. fue trasladado a otro destino poco después.
Como tantas veces, una sepulcral losa de silencio ha caído sobre el sorprendente suceso del 5-XII-89. Un objeto que vulnera todas las leyes aeronáuticas y físicas se exhibió impunemente durante dos horas ante un astrónomo amateur, una cuartel de la benemérita y los radares civiles y militares provocando, presuntamente, aberraciones magnéticas en aeronaves comerciales. Ante este tipo de «Expedientes-X» oficiales las autoridades mantienen el secretismo más absoluto, y a los investigadores civiles nos toca utilizar todas las herramientas a nuestro alcance para acceder a esa valiosa documentación. Aunque tengamos que tirarnos desde un avión para conseguirlo