LA SUPRARRACIONALIDAD EN EL FENOMENO OVNI
La evasividad: una clave
Al cabo de cincuenta años de indagaciones escasamente fructíferas, la evasividad aparece como una característica relevante del fenómeno OVNI. Nos referimos tanto a la evasividad conceptual, esto es, a la imposibilidad de alcanzar respuestas incontestables, absolutas y definitivas al enigma planteado por las apariciones de objetos aéreos anómalos; cuanto a lo que calificaríamos de evasividad fáctica. Por esta última entendemos el comportamiento evasivo del fenómeno, que se manifiesta en las experiencias individuales de los testigos. Recordemos sino las frecuentes persecuciones de OVNIs por aeronaves militares, algunos de tales casos son ya verdaderos clásicos en la ufología mundial. Y también la actitud huidiza que tienen siempre las misteriosas entidades humanoides vinculadas al fenómeno.
Esta postura elusiva aparece como constante del fenómeno y puede constituir una clave de importancia, una señal que nos impone cautela a la instancia de elaborar hipótesis sobre la naturaleza intrínseca del mismo.
Repárese en que hasta ahora ninguno de los intentos explicativos sugeridos resultan satisfactorios ni contemplan la totalidad de los datos conocidos. Algunos son decididamente mutilantes (como «un lecho de Procusto»), y todos ellos, sin excepción, pecan de notoria parcialidad al omitir aspectos de la fenomenología que no se adecuan a su particular esquema de explicación. Como ya lo advirtiera Jung: «el fenómeno no se deja atrapar». Y , en verdad, ningún caso ha proporcionado hasta ahora evidencias irrefutables, capaces de convencer a cualquiera, eludiendo siempre los métodos científicos habituales.
Tal frustrante situación, este «síndrome elusivo generalizado» sugiere una impotencia radical de aprehensión intelectual, una notoria incapacidad para entender la esencia del fenómeno.
Por todo lo expuesto, nos planteamos, a modo de ensayo tentativo , la formulación de lo que definiríamos como una hipótesis suprarracional del fenómeno OVNI. Se trata de una exploración especulativa acerca de la posibilidad de que un pensamiento superior al humano, muy por encima de nuestra inteligencia, constituya la fuente y guía de estas sorprendentes anomalías.
El pensamiento suprahumano
La existencia de un pensamiento no humano es actualmente reconocido por la ciencia: hablamos de la psicología animal, exhaustivamente estudiada en este tiempo por etólogos y objetivistas.
En otro ámbito, los investigadores científicos dedicados a la Exobiología -la búsqueda de vida inteligente en el Universo- han especulado acerca de la presencia de civilizaciones extraterrestres y sus eventuales medios de intercomunicación.
Sin embargo, en ningún caso la ciencia actual se ha planteado siquiera como posibilidad la existencia de un plano intelectual superior, ni ha sopesado las consecuencias que de tal hecho necesariamente pudieran derivarse.
Bien expresaba Aime Michel :
«Desde los tiempos más remotos de la humanidad, siempre ha existido en el hombre una particular actitud mental en lo que concierne a la existencia de un pensamiento supuestamente superior al suyo: me refiero a la actitud religiosa. Hasta hoy, el pensamiento humano únicamente ha visto en un contexto religioso una categoría de pensamiento que lo trascendiese, o sea superhumano». *
Pero ¿cómo sería ese pensar suprahumano? Ignoramos por completo las posibles cualidades de una inteligencia tal. Tan sólo podemos esbozar conjeturas. Sin duda que muchos aspectos de ese pensamiento excederían a nuestra capacidad de entendimiento; podríamos develar sí, lo que estuviera situado a nuestro propio nivel intelectual; todo lo demás evadiría la comprensión humana. Aparecería siempre como incomprensible y absurdo, como una flagrante transgresión a lo que consideramos racional.
La visión del mundo de estos hipotéticos seres superiores muy poco en común tendría tal vez con la nuestra, y hasta puede dudarse de si las leyes lógicas que nosotros acatamos conservarían algún valor para ellos Una inteligencia más vasta poseería conocimientos incomparablemente más extensos y profundos que los alcanzados hoy por la humanidad.
Nos preguntamos: ¿realmente el fenómeno OVNI surgirá de una matriz suprarracional como la que hemos expuesto? Muchas de sus manifestaciones en verdad coinciden con las que caracterizarían a un pensamiento de plano superior. Su evasividad constante a través de las décadas, sus aspectos a menudo contradictorios e ilógicos, -hasta oníricos, como son por ejemplos los episodios de abducción- que han merecido el comentario de Michel calificando el fenómeno como «un festival del absurdo», sugieren fuertemente que enfrentamos hechos que no pueden ser aprehendidos totalmente por la razón de nivel humano y que las categorías conceptuales ordinarias no son adecuadas para captarlo.
Interacción y manipulación
A través de los tiempos, o al menos desde el inicio mismo de su historia contemporánea, el fenómeno OVNI no ha permanecido neutral ni indiferente respecto a la especie humana. Por el contrario, todo indica que mantiene un interés activo expresado en una constante interacción, por una notoria intrusión en el ambiente humano, incidiendo sobre el quehacer y el pensamiento de los hombres.
En verdad, analizando la fenomenología OVNI, aparecen claros indicios de que, desde una matriz o medio suprarracional se generan acciones deliberadas sobre la mente humana, en sus diversos niveles estructurales ya sean conscientes, subliminales o inconscientes. Como subproductos de esta interacción se producen dos clases de efectos: ostensibles y crípticos u ocultos.
Efectos ostensibles son aquellos que pueden ser percibidos conscientemente por los testigos, como objetos y fenómenos de elevada extrañeza -los evaluados como «desconocidos»- cuyas características son de tal anomalía que eluden toda inclusión en las categorías de identificación convencionales. Se trata de avistamientos que muy a menudo aparecen como alógicos y absurdos (casos como Kelly-Hopkinsville, Monte Maíz, Cisco Grove son claros ejemplos); miméticos y proteiformes, y que además se muestran «anómicos», es decir que no se someten a una normativa legal que pueda surgir del análisis científico. Y no puede omitirse la mención de los llamados efectos físicos que muchas veces acompañan a la aparición de los fenómenos, tales como huellas , transtornos fisiológicos, alteraciones electromagnéticas, ecos inexplicables en los radares, etc.
Como efectos crípticos definimos, en cambio, los que accionan en planos más profundos de la psiquis, no conscientes, y que, por tanto, pasan inadvertidos para los seres humanos, que no pueden reaccionar ante tales estímulos encubiertos. Citemos a modo de ejemplo: las proyecciones de contenidos y hormas del inconsciente, movilizando arquetipos (según la doctrina de Jung); o la generación de mitos tecnológicos y religiosos (dadas su ambigüedad y complejidad extrema el fenómeno es claramente mitogénico); o la producción de estados alterados de conciencia en los testigos, produciendo así una vía liberada para la irrupción de estímulos exógenos de todo tipo. Notemos que esta clase de interacción se da fundamentalmente en los casos de encuentros próximos; al respecto nos dice el Dr. Pierre Guerin, astrofísico francés: «De esta manera los testigos estarían sugestionados por el OVNI cercano para «ver» detalles ilusorios, lo que libraría los datos contenidos en su inconsciente y terminaría por conferirle al sueño de ojos abiertos su estructura definitiva…».
Lo arriba enunciado, nos sugiere la existencia de una manipulación manifiesta por parte del fenómeno. Se patentiza, por ejemplo, en la visión de aeroformas que anticipan la evolución tecnológica de la humanidad (el extraño airship de 1896-7, en EE.UU; los cohetes fantasmas de 1946, en Escandinavia; los platos voladores de 1947, en EE.UU y Canadá); también por imágenes que parecen extraídas de la literatura de ciencia-fición (Metheus); o la aparente elección selectiva de los testigos que lleva a cabo el fenómeno, controlando las circunstancias de tiempo y lugar en las que ocurrirá la aparición del mismo; y las reiteradas fases de exhibición y evasión que caracterizan el comportamiento de los OVNIs.
La manipulación ocurre de manera subrepticia y se asemejaría a una especie de mecanismo de control (Vallee),a una mano invisible que actúa sobre los seres humanos a nivel subliminal e inconsciente, una programación destinada quizás a condicionar su sistema de creencias y elevar su conciencia hacia niveles superiores de sabiduría cósmica -si adoptamos una visión optimista-, o bien para otros designios más oscuros e indescifrables.
Pareciera darse aquí permanentemente un engaño deliberado. El fenómeno introduce así elementos distractivos, que agregan confusión, suministrando información falsa y «ruido», y adoptando camouflajes que ocultan su verdadera fisonomía El investigador español Ignacio Darnaude Rojas-Marcos ha calificado esta manipulación como un verdadero montaje ufológico. Dice, al respecto: «el fenómeno OVNI es el mayor teatro de la historia. Todo parece milimétricamente programado…»; y en verdad, para muchos casos -especialmente los que involucran a testigos solitarios y aislados- se tiene la impresión de que se han creado escenarios virtuales , donde el tiempo y el espacio parecen experimentar alteraciones insólitas, cual si se tratara de un plan perfectamente calculado.
¿Cuál podría ser el propósito de todo ese complejo ejercicio de manipulación que sobre los seres humanos realiza el fenómeno OVNI? ¿Pero, es en realidad razonable atribuir a seres cuya eventual naturaleza se hallaría mas allá de lo imaginable, motivaciones propias del humano?
No obstante esa posible limitación, algunos autores han arriesgado formular especulaciones acerca de los objetivos de la presencia y actividad OVNI en nuestro escenario planetario.
La absurdidad que aparece de modo frecuente en la fenomenología ufológica, constituye una señal de relevancia que no puede soslayarse en el análisis del enigma. Lo absurdo es, por principio, aquello que escapa a ciertas reglas o normas de orden lógico. Esta curiosa faceta hace recordar irresistiblemente a las experiencias Koan del budismo Zen. El Koan reviste la forma de una pregunta sin respuesta racional ni lógica., cuyo finalidad es acceder a una «iluminación» o satori; o sea a un nivel de comprensión más elevada.
Como señala el autor inglés David Tansley:
«En lugar del monje solitario, rumiando sus meditaciones y dándole vueltas y vueltas a su koan, es la humanidad quien se enfrenta a un koan cósmico en forma de objetos voladores no identificados. Es como si una inmensa inteligencia nos preguntara: ¿Qué es un OVNI?…»
Sin embargo, aunque admitamos que lo absurdo sea el denominador común, compartido por OVNIs y Koans, ello no garantiza que en ambos casos exista la misma finalidad. Sólo subrraya una similitud que bien pudiera ser fortuita y ocasional.
Desde otra perspectiva, se ha conjeturado que la presunta Inteligencia superior que controlaría las manifestaciones de fenómenos anómalos, manipula a los seres humanos, como si se tratara de un experimento. Michel así lo sugiere, comparando tal situación con lo que ocurre a las ratas cuyo comportamiento es estudiado por los científicos en un laberinto. Las reacciones de las ratas, sometidas a distintos estímulos son en todo momento perfectamente controladas por el científico que ha construido el laberinto y que puede modificar dichas condiciones a voluntad.
Es esta una idea inquietante; admitir que nosotros, los orgullosos Homo sapiens -los Reyes de la Creación- somos tan sólo ratas extraviadas en un tortuoso laberinto, observados por una clase de supercientíficos -asépticos, fríos e indiferentes a nuestras emociones- conlleva un viraje de 180 grados en nuestra cosmovisión y altera profundamente la estructura del saber filosófico , científico y religioso de la humanidad.
La idea de un juego, también ha sido argumentada para dar cuenta de la peculiar actividad del fenómeno OVNI en el medio ambiente humano. Incluso se ha calificado a los hipotéticos seres ejecutores de esta interacción como «bromistas cósmicos» (cosmic jockers). La raza humana se hallaría involucrada como oponente, aun contra de su voluntad, en un enigmático juego con un tipo superior de conciencia.
La aplicación de una Teoría de los Juegos como aproximación al fenómeno es una las posibles herramientas conceptuales barajadas para dilucidar el significado y la naturaleza de la actividad OVNI.
Recordemos que la denominada Teoría de Los Juegos es una rama de la matemática aplicada, diseñada para analizar ciertas situaciones en las cuales se da una interacción entre partidos que poseen intereses similares, opuestos o mixtos. En un típico juego, los jugadores, cada uno de los cuales tienen sus propias metas, tratan de superar al adversario anticipando sus decisiones.
Aparecen, sin embargo, serias objeciones a la implementación de una disciplina matemática como la mencionada. ¿Cómo participar en un juego obscuro y equívoco, en el cual el oponente desconocido puede modificar en cualquier momento y de manera discrecional las reglas de la contienda? Estamos ante un conflicto de extremada desigualdad. Si en verdad existe un inimaginable desnivel intelectual entre los participantes -humanos y OVNIs- el concepto de juego cesa y queda reemplazado por una manipulación caprichosa e inescrutable.
A modo de reflexión final
Todo lo hasta aquí expuesto -reiteramos una vez más- es sólo un ejercicio especulativo, un pensar en voz alta, mediante el cual planteamos la posibilidad de que la anomalía OVNI pudiera representar la exteriorización de una estructura psíquica superior, de origen desconocido.
Si éste fuera realmente el caso, nos arriesgaríamos caer en la tentación de sacralizar a los OVNIS como un auténtico misterio, con el significado más profundo que tal concepto posee; como aquello que es ininteligible, incomprensible, «opaco a la razón». Creo porque es absurdo sintetiza la esencia del misterio; no sólo está más allá de toda vía racional, sino que es radicalmente incognoscible.
Ante tan complejo y desalentador panorama, ¿cuál son las perspectivas futuras para la investigación ufológica?
Creemos que a pesar de sus notorias limitaciones, el pensamiento humano se halla en condiciones de poder aplicarse al estudio del fenómeno y es capaz de obtener respuestas por lo menos modestas y parcializadas. Porque no es en modo alguno seguro que la Inteligencia Suprarracional, cuya existencia conjeturamos, posea necesariamente los atributos de poder que de habitual se atribuyen a los dioses: infalibilidad y control sobre nuestra voluntad y nuestro discernimiento. Al contrario, es concebible que por momentos muestre falencias y descuidos en su enigmática actividad, Ellas abrirían un flanco vulnerable y darían la oportunidad a la investigación ufológica para acceder al núcleo oculto y enmascarado del fenómeno. Por añadidura, una modificación ampliatoria de los actuales paradigmas científicos y epistemológicos, como ya se está esbozando en la física contemporánea, sin duda contribuiría en el avance hacia una mejor comprensión y explicación del tema OVNI. Y en última instancia, aún con el peor de los escenarios eventuales, la tarea de los ufólogos no sería inútil: registrando con la mayor prolijidad posible la información sobre el fenómeno, podría conservarla para el futuro, al igual que los pacientes copistas medievales preservaron la cultura greco-latina para las generaciones posteriores.
Dado que el estudio del fenómeno OVNI plantea problemas metodológicos de ardua dilucidación, se impone aquí un abordaje multidisciplinario, con mayor rigor en la investigación de campo, complementada por el aporte de disciplinas científicas auxiliares, que implementan metodos físico-naturales para el análisis de los efectos físicos de los OVNIs; y de evaluaciones psicológicas, en la instancia de estudiar la personalidad de los percipientes; y el uso de procedimientos forenses en la evaluación de los casos. Todos estos instrumentos investigativos son igualmente valiosos y deben ser implementados con miras a intentar descorrer, aunque fuera de modo fragmentario e imperfecto, el velo que encubre la verdadera esencia del fenómeno OVNI