LOS TESTIGOS EN LA CASUÍSTICA OVNI ARGENTINA (Breve análisis sobre edad, cantidad y zonas de avistajes)

Por CARLOS FERGUSON (Para «Proyecto Ovni Cruz del Sur»)

Dentro de la gran cantidad de variables a analizar en la cuestión Ovni de Argentina, se hacía necesario determinar la cuestión de los testigos, en tres aspectos fundamentales: su edad, su cantidad, y las zonas donde es reportado.

Uno de los trabajos sobre testigos en Argentina fue el realizado por el pionero ufológico argentino Oscar Uriondo, en su trabajo denominado “El número de testigos en los aterrizajes Ovni” (Stendek, 1978). Allí se abocaba a los testigos únicos, en un escrito de gran valía estadística.

En mi caso, desde el acopio y calificación de la totalidad de casos de aterrizaje en Argentina, han surgido varios estudios que por primera vez se han realizado en nuestro país, relacionados a los efectos fisiológicos en testigos (quemaduras, parálisis, efectos en la visión, etc.), los casos electromagnéticos (EM), y varios en relación a la distancia del Ovni a testigos.

Todos ellos en gran medida, son inéditos y pioneros, por una razón muy simple: el trabajo de recopilación y tratamiento de casi 2.000 aterrizajes en Argentina, debería haber sido hecho hace varios años, con el concurso de varios investigadores.

Pero por motivos varios (donde se destaca el individualismo imperante), hubo que comenzarlo en forma solitaria hace más de 30 años. Pero hoy está rindiendo los frutos esperados.

Los anteriores trabajos estadísticos son recopilaciones cronológicas (catálogos de Codovni, R.Banchs, Oscar Uriondo, Cadiu, G.Roncoroni, C.Demaría, y 15 años de casuística de la Red Argentina de Ovnilogía). Algunos contaban con casuística negativa, y mínimo filtro.

Pero desde aquí, hemos dado un paso más ambicioso, gracias al recordado consejo del Dr.Willy Smith. Además de recopilar cronológicamente los datos, los hemos analizado calificando los casos, lo que demandó más de 30 años de elaboración.

De esta manera cumplieron los 4 pasos fundamentales = ser calificados, completos, exhaustivos y publicados.

Esto en mis 5 trabajos (Aterrizajes, Pilotos, Objetos Subacuáticos, y estadísticas locales de Mar del Plata y La Plata). (CITA 1) 

Hoy día, ya con todos los resultados, podemos encontrar infinidad de variables a analizar y comparar con lo hecho en otras latitudes.

Todo esto pone al descubierto las falsas premisas de algunos desalentadores de turno, que suelen decir que “el tema Ovni está agotado”, cuando en realidad nunca se sumergieron en el material.

O bien aquellos que – aún estando en el tema hace años y son «profesionales» – hablan sólo de 30 o 40 casos de tercer tipo cuando en realidad hay casi 500 en el historial argentino. Por eso hablamos de datos pioneros cuando un catálogo posee las cualidades antes mencionadas.

El trabajo estadístico permite comparar variables de Argentina con el resto de los países. Hoy podemos hacerlo por la concreción de catálogos calificados y completos. (Imágenes combinadas Pixabay)

En el estudio presentado en el Instituto Americano para la Aeronáutica y Astronáutica en Pasadena (California, EE.UU, 1975), los notables científicos Claude Poher y Jacques Vallée, se abocaron a esta cuestión.

Comenzaba por el ítem “Número y edad de testigos”.

Sobre 923 casos de Tipo 1 (período 1868 – 1968), detectaron que los datos sobre cantidad de testigos, se encontraban en 878 eventos.

Allí tabularon la distribución de los testigos de acuerdo al intervalo de las observaciones, confirmando:

En el caso de nuestro mayor catálogo calificado en Argentina, nos encontramos con 1.628 eventos.

Cuando comparamos las gráficas, vemos que claramente existe una coincidencia notable en los ítems de 1 a 8 testigos (en un testigo hay datos superiores en el catálogo internacional). La única disparidad es que en los casos argentinos, la cantidad de testigos descripta como “Varios”, tiene un caudal superior al estudio internacional.

Seguramente no hay nada misterioso aquí. Lo más probable es la cantidad de casos con la que hemos trabajado aquí.

La gráfica comparativa con el resultado estadístico de Poher y Vallée, con el realizado por el autor de la nota. (Archivo C.Ferguson)

Un dato adicional sobre la cantidad de testigos en Argentina, es el que tiene que ver con el anonimato.

El estudio realizado – que vemos en la gráfica siguiente – nos muestra la llamativa situación donde los testigos anónimos han equiparado al número de testigos con identidad revelada.

Esto ocurrió a partir del fin del milenio, y hay varias causas que podemos encontrar para explicarlo.

La cantidad de testigos anónimos (que hace años era siempre inferior), hoy incluso puede superar a los testigos identificados por su nombre. Seguramente una de las explicaciones la debemos al auge de notas sensacionalistas y el temor al ridículo, que hoy se ha acentuado. (C.Ferguson)

Por un lado es significativo que cuando aún no existía la cantidad de medios y difusión sobre el tema, los testigos no tuvieran mayormente temor de dar a conocer su identidad. El que un testigo diera su nombre era la forma de refrendar también su reputación.

Pero la situación comienza a cambiar en los 80. Allí la cresta de testigos que prefieren el anonimato va aumentando, a la par de la cantidad de medios que acrecientan la difusión del tema.

Como sabemos, es en ese período donde irrumpe el nefasto José de Zer con sus seudo notas sensacionalistas.

A mediados de los 90, las líneas se van equiparando y aproximadamente en 1999, los testigos anónimos superan a los identificados, hasta el día de hoy.

Esta situación transcurre con la diversificación total de medios de difusión.

Algunos han sugerido que los casos han decrecido totalmente.

En realidad, hay dos situaciones claves que estos sabelotodos parecen desconocer:

1 –  Durante toda la historia del fenómeno (al menos, la moderna desde 1947 en adelante), el mismo ha fluctuado en pulsos de actividad. Sólo un neófito puede esbozar que por tener una baja, el fenómeno “ha desaparecido completamente”.

2 – La propia diversificación de canales de trasmisión y difusión, la Internet, y todos los medios, amplían algunas informaciones (la mayoría falsas), y los testigos y sus casos se pierden en tal avalancha de micrófonos. En otras épocas, en el interior del país, los casos se reproducían en diarios locales y de allí a los grandes medios de Buenos Aires, y entonces tomaban notoriedad.

Hoy muchos testigos lo difunden en radios y medios locales, y la noticia muy raras veces sale de allí. Por otro lado, lo señalado antes – el desprestigio por el temor al ridículo generado por medios sensacionalistas – hace que muchos testigos lo piensen dos veces antes de dar a conocer su información. (CITA 2)

Los científicos Jacques Vallée y Claude Poher, quienes han aportado a la Ufología, estudios estadísticos claves para la interpretación del fenómeno (Archivo C.Ferguson)

En lo que hace a la edad de los testigos, ésta es conocida en 147 sobre 923 del estudio Poher / Vallée. Esa información se refleja en la pirámide de edades.

Poher y Vallée destacaban sobre el “significativo bache” entre las edades de 20 a 40 años, presumiblemente era debido a que ellos podrían ser más susceptibles a ser profesionalmente dañados por el ridículo asociado al hecho de informar la observación de un Ovni.

También mencionaban que:

En el estudio que he realizado sobre los casos de aterrizajes (Tipo 1, la muestra más amplia y clasificada hasta la fecha en Argentina), he encontrado 644 casos donde tenemos la edad de los testigos (un 36 % del total de casos de aterrizaje en Argentina).

En la comparativa con el estudio de Poher y Vallée encontramos amplias similitudes, como se aprecia en la gráfica, aunque no se percibe el bache antes mencionado.

Bien señalaban los científicos franceses que un detallado estudio de la distribución de edades en casos antiguos y recientes no mostró ninguna diferencia significativa.

En la casuística argentina la conclusión es similar: las observaciones son reportadas y abarcan todas las edades.  

Como simple dato adicional debemos recordar que el promedio de edad en Argentina (con el correr de los años), ha aumentado, como se aprecia en la siguiente gráfica, y ha llegado a los 32 años:

Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC)

Es interesante acotar que el promedio de edad en los testigos Ovni en Argentina es de 31 años (sólo uno menor al promedio recién mencionado).

Sabemos que para realizar estudios económicos y sociales, la población se divide en tres grandes grupos de edad (para determinar las potencialmente activas).

Hablamos de grupos de 0 a 14 años; 15 a 64 años; y 65 años y más. El grupo de 15 a 64 años se considera en edad potencialmente activa.

En la gráfica realizada por Poher/Vallée se destaca la distribución por edades, comparada con los datos argentinos, y advertimos una semejanza notable.

Cuando hacemos la gráfica comparativa con la distribución de la población mundial y de Argentina, vemos que la distribución de testigos Ovni en nuestro país es acorde con ellas.

En suma: los patrones de edades de los testigos Ovni pueden ser explicados sociológicamente, pero el fenómeno se manifiesta a todo el rango etario.

La curva de distribución de testigos Ovni en Argentina es similar a la distribución de la población mundial y de nuestro país. (Archivo C.Ferguson)

Sobre las zonas donde el fenómeno es reportado, ya el Dr.Vallée había mostrado en su estudio de los casos de la Oleada francesa de 1954, la denominada “Primera Ley Negativa”, que dice:

En tales estudios ya se había comprobado que el 70 % del total de denuncias se realizaban en zonas desiertas o aisladas.

El estudio argentino nos muestra que esas áreas implican un 81 % del total, margen bastante coincidente.

Además, mi estudio adicional sobre la división de Argentina en 4 regiones geográficas, coincide y ratifica lo concreto ya descubierto por Vallée: las zonas de menor densidad poblacional son las que tienen mayor cantidad de casos por habitante por kilómetro cuadrado.

Es indudable que esto es una característica del propio fenómeno y se da en todo tiempo y lugar.

La distribución de denuncias de aterrizajes en Argentina de acuerdo a las zonas Deshabitadas, de viviendas aisladas, o de ciudades. (Archivo C.Ferguson)

Ante esa situación, aún cuando el propio fenómeno ha mostrado bajas y altas de su actividad, hoy el discurso del testigo, se pierde en infinidad de espacios virtuales.

A la actividad Ovni, hay factores sociales y comunicativos que influyen y son muy distintos a los que teníamos hace 20, 30 o 40 años atrás. Por tal motivo, los que insinúan desaparición de denuncias sólo están cometiendo un grave error de interpretación de la situación actual.    

Las palabras de Hynek resuenan hoy con crudo realismo y actualidad.

Los testigos muchas veces guardan sus experiencias, por el gran temor que despiertan sus confesiones. Si bien esto ocurría años anteriores, en la actualidad (con la irrupción de los medios masificados y la disgregación de la información), esto se ha acentuado.

De no lograrse revertir el panorama por los pocos investigadores que hay, quedaremos en el fango de la divulgación sin análisis, de la narrativa y de la desinformación.

Nuestro deber y responsabilidad como verdaderos Ufólogos, es advertir y señalar al público, los desaciertos que algunos livianamente afirman como “verdades absolutas”. Y también formar nuevas camadas, alejadas de la “dictadura de los likes”.

Es hora de lograr cambios, aún con grupos pequeños de trabajo. En esa vía estamos abocados a ello, y nunca será en vano.

Carlos Ferguson

El autor Carlos Ferguson se desempeña en área Educativa en la Provincia de Buenos Aires (Argentina). Es también profesor de Dibujo artístico y se dedica a la investigación del tema Ovni desde hace 48 años, cuando siendo un descreído, tuvo un encuentro cercano a no más de 35 metros de distancia con un OVNI discoidal. Fue el primer asesor civil en Ufología para la Fuerza Aérea Argentina (2011 a 2017). Posee cursos en Tecnología satelital, Teledetección y Sistemas de Información Geográfica. Autor de 7 libros y de la mayor recopilación de casos de aterrizaje en Argentina, con eventos clasificados. También ha realizado estudios sobre casos de pilotos y Ovnis en Argentina, así como objetos subacuáticos y los más recientes, sobre los efectos fisiológicos en testigos, y electromagnéticos. Cientos de charlas y notas durante casi 5 décadas, lo muestran con una línea de trabajo ajustada a los parámetros de estadística. Está abocado al trabajo diario estadístico, pero totalmente ya fuera del ambiente de participantes ufológicos, manteniendo algunos contactos selectivos.

Toda la edición realizada por el autor, con imágenes de Pixabay – Prohibida su reproducción parcial o total sin la expresa autorización del autor.

CITA 1: Cuando en 1999 pude entrevistar por última vez al gran ufólogo Willy Smith en Miami (EE.UU), ya contaba con unos 700 casos de aterrizajes (hoy son más de 1800 primariamente positivos y más de 300 negativos), pero estaban solamente ordenados cronológicamente. Recuerdo las palabras del inolvidable Willy: “Tu trabajo es totalmente loable y destacable, pero si no se someten a alguna calificación básica, sólo sirven como anecdotario”. Y agregó: “Te aliento a que lo hagas Carlos, porque sino, nadie lo hará”. Las palabras de Smith me metieron en medio de la «tormenta», pero era indefectible. Ha sido el gran mentor o incentivo para ello.

Si bien hubo catálogos anteriores, todos ellos contaban con la presentación cronológica, lo que no les quita su encomiable valor. Los que hablen de tener miles de casos que no están calificados y publicados sólo forman parte del club de los especuladores de café.

CITA 2: Sobre este último punto – el desprestigio – hemos asistido recientemente a situaciones asqueantes. Por ejemplo, cuando una testigo dio a conocer una inusual experiencia – lamentablemente ante un medio sensacionalista – y dentro de los propios ámbitos ufológicos, muchos supuestos “ufólogos”, “expertos”, “difusores”, se dedicaron a ridiculizarla ellos mismos. Esto no ocurría en el reciente pasado (aun cuando muchos difusores actuales sin información ni datos, sostienen como loros que los “viejos investigadores” maltratábamos a los testigos). Pero el nivel actual de algunos que se dicen del ambiente “ufológico” es realmente decadente, y propio de personas que no pueden encarar – no ya una investigación – sino tener el más mínimo criterio para evaluar absolutamente nada.