LAS ZONAS SAGRADAS Y LAS LUCES DEL URITORCO

Estudio y seguimiento de la huella del Pajarillo por el Licenciado Angel Díaz

El estudio de los Ovnis aún no ha resuelto el problema de la regionalidad de sus manifestaciones, sin embargo es muy probable que en nada incidan las condiciones geográficas y medioambientales para que se manifiesten debido a la gran variedad de suelos y paisajes donde actúan.

De tal modo el pensamiento mágico solo puede interpretar mas no explicar sus causas siendo probable que una interesante porción de todos los lugares consagrados por los antiguos tuvieran causa en la luz y no al revés.

URITORCO
El estudio de los Ovnis aún no ha resuelto el problema de la regionalidad de sus manifestaciones, sin embargo es muy probable que en nada incidan las condiciones geográficas y medioambientales para que aparezcan debido a la gran variedad de suelos y paisajes donde actúan.

De tal modo el pensamiento mágico solo puede interpretar mas no explicar sus causas siendo probable que una interesante porción de todos los lugares consagrados por los antiguos tuvieran causa en la luz y no al revés.
Este es un pensamiento osado y al que debiera sostenerlo un estudio pormenorizado de tales relaciones, lo que llevaría de un tiempo y medios que lamentablemente no poseemos, pero las pistas que damos no nacen de la especulación sino del intento de interpretación de testimonios conjugados con viejas tradiciones y creencias.
Si hay un ejemplo vivo de ello ese es el Cerro Uritorco ( Córdoba) o Cerro Macho, un monte sagrado para los Comechingones . Cabe destacar que hace 13.000 años a.C. cazadores y recolectores ya habitaban la zona de Ongamira ( pocos kilómetros detrás del Monte) donde se hallaron restos humanos, utensilios, piedras pintadas y otros objetos. Pertenecían los últimos habitantes de esta región a la etnia Comechingón y su comarca era llamada Uncamira.
Cuando llegaron los españoles las tierras fueron otorgadas en merced a Blas de Rosales en 1574 ( primer encomendero del territorio cordobés). Este promovió la agricultura y la explotación minera contando con la mano de obra de los naturales a los que sometía y quienes al poco tiempo se rebelaron dándole muerte en las cercanías de la gruta de Ongamira, lo que provocó por parte de los conquistadores una violenta reacción que derivó en el arrinconamiento y exterminio de los indios en el cerro Charalqueta donde habían buscado refugio.
Para ellos, Uritorco, también llamado Cerro de los Loros, poseyó un significado muy especial, allí moraban los espíritus de sus ancestros quienes, curiosamente, se hacían visibles en formas de esferas de luz.
Si tomamos una medición desde la base del cerro sobre Capilla del Monte y nos trasladamos más o menos en línea recta siguiendo por la franja de la Quebrada de la Luna hasta las cuevas de Ongamira tendremos una longitud de aproximadamente unos 20 kilómetros ( 31 por la ruta ) donde a partir de 1986 se gestó con claridad un antecedente de ¨Ventana¨ en nuestro país.
La Sierra del Pajarillo y la Quebrada de la Luna, en su ladera sur, constituyen un bello paisaje, porque conjuga el tupido bosque serrano ( el monte) con los pajonales de altura de la Sierra.
Aquella noche del 9 de Enero de 1986 habría de ocurrir algo que, según el investigador Ángel Díaz (geólogo, biólogo y miembro de la RAO), cambiaría el status sociológico de la región.
Las alturas, de entre 1300 y 1500 m, recibían un cambio de tiempo, con descenso de la temperatura, lo que motivó la formación de nieblas y hasta ligeras lloviznas, que humedecieron el suelo y la vegetación; de allí en más el tiempo mejoraría sensiblemente.
Entre la poca gente que habita la Quebrada, a la vera del camino provincial, está la casa de una anciana quién se halla acompañada de una mujer y de un niño de 11 años.
A las 22:30 hs, se disponían a dormir, cuando ven que se filtraba una luz entre blanca y rojiza, por los postigones de las ventanas que dan al EN., hacia la Sierra del Pajarillo, distante 1 o 2 kilómetros.
Con curiosidad y precaución, se interesan por la fuente de origen de esa extraña luz. Entreabriendo el postigón, ven la lejana pero potente fuente de luz, variando entre rojo y blanco y sobrevolando en idas y vueltas, lentamente, las laderas de esa Sierra cubierta de pajonales verdosos.

En seguida las mujeres cerraron las ventanas, dispuestas a olvidar esa extraña luz, temiendo quizás secretamente, que fuese la temida ¨luz mala¨.
El niño desde la cama, seguía percibiendo intermitentemente, la luz del fenómeno y superando el temor, espiaba al objeto luminoso que se acercaba zigzagueando lentamente.
Al cabo de unos 60 minutos, el objeto sobrevolaba el lugar, merodeando la casa: los perros ladraban intensamente, rasguñando las puertas de la humilde vivienda, en clara demanda de protección; tuvieron que permitirles el acceso.
Hacia las 23:45 hs. el Ovni comenzó a alejarse de la casa, en la misma dirección por donde vino, desapareciendo su luz hacia las 24:00 hs, luego de una hora y media de su aparición.
Con dificultad los tres habitantes de la casa, conciliaron el sueño. Levantados a temprana hora, el día siguiente, advierten algunas alteraciones en los vegetales: el sauce habíase tornado amarillento; unas vides y otras plantas aparecían marchitas, pero la mayoría no mostraba nada anormal.
Un lugareño que muy temprano transitaba el sinuoso camino de la Quebrada, cerca de la mencionada casa, observa distraídamente el familiar panorama. Al avanzar y pasar frente a una de las tantas pequeñas quebradas que forman los contrafuertes de la sierra, le llamó la atención de inmediato, una extraña quemazón, a unos 2 kilómetros del camino ( y de la casa, hacia el NO. de la misma).

No tuvo dudas de que esa quemazón había ocurrido durante la noche pasada, de lo contrario él lo hubiera sabido.
Pocas horas después, la noticia del Ovni y de la extraña huella, llegaban a Capilla del Monte y se dispersaba a Córdoba y en el país.
La huella tenía 120 m, por 65m, en una aproximada forma oval ( con el eje mayor en el sentido de la pendiente); el pajonal de 60 cm de altura, habíase quemado totalmente, excepto algún resto inferior y sus raíces. El contraste con el verdor reinante, impresionaba.
La extrañeza de la huella (o ¨mancha¨ como la llamaban los lugareños) se fundaba en el hecho de que la quemazón de pastos verdes y húmedos era inexplicable; junto a una ¨angosta¨ franja petimetra ( 2-3 m) de color amarronado. En la región, la época de los incendios naturales es en primavera.
Analizada en detalle, la huella reveló en su mitad inferior, hacia el camino, dos áreas circulares de 50 ms. de diámetro, superpuestas un 50%, que correspondía al área más quemada. A partir de estas áreas circulares, todo indica que el incendio se propagó unos 40 m más, ladera arriba y se extinguió prontamente. De allí que en esa dirección, su forma es más irregular.
Las evidencias indicaban que el intenso calor que la originó, muy superior a una simple combustión de hierbas (quizás 300 o 500° c°) forzó el incendio de los pastos verdes, pero al desaparecer o alejarse la fuente, pronto se extinguió.
Tras pacientes investigaciones llevadas a cabo por el eminente ovnílogo y geólogo Ángel Díaz, que duraron años, se descartó una acción incendiaria, deliberada, para generar interés.
Díaz realizó un seguimiento de la evolución de la huella, requiriendo repetidos viajes a la región.
Hasta los primeros 15 o 20 días, la huella era marrón oscura, con un contorno marrón amarillento; contrastando con la ladera verde. después de 20 días, comenzó el rebrote de gramíneas (efecto normal y conocido por los campesinos) con un borde apenas marrón.
Entonces se manifestaba un desfasaje entre la evolución de los pastos internos y el de la ladera, mientras los interiores se tornaban cada vez más verdes, los del exterior comenzaban a amarillar (era Otoño del 86); el borde se tornaba negruzco.
Al avanzar el invierno, la ladera se vuelve amarilla ( seca), mientras que la huella, todavía enmarcada por el borde oscuro, se mantenía verde.

Durante estos 8 meses del 86, fue cuando más se notó la huella; visible desde los 5 kilómetros o más.
En su interior las matas melenas de la paja brava – vegetación predominante del lugar- se hallaban calcinadas, de tal modo que en el perímetro de toda su extensión se notaba con claridad como el pasto estaba totalmente quemado del lado interior mientras que en su parte o borde exterior tenía apariencia normal.

Cabe destacar que este tipo de pasto es altamente combustible y que una llama, incluso un fuego deliberado, es harto difícil de controlar aún con la asistencia de decenas de hombres.
Mucho se dijo sobre un supuesto fraude pero después de 15 años y mucha agua corrida bajo el puente ninguna de las supuestas explicaciones o responsables han sido comprobados ni han aparecido.
El pormenorizado estudio de Ángel Díaz demuele las maniobras escépticas con unos argumentos fundados y un continuo censo del proceso de crecimiento de los vegetales que se suman a estudios de suelo que dan validez a la naturaleza extraordinaria de este fenómeno.
Las explicaciones convencionales no pueden sustentarse y se ha llevado a cabo una indagación detectivesca -de la que nosotros hemos participado- para descartar cualquier posible maniobra o fraude.

Largo sería de explicar el asunto pero nos sentiremos satisfechos con asegurar al lector un alto índice de extrañeza de dicha marca inscribiéndola con riguroso criterio en la casuística Ovni confiable.
Continúa hasta fines de año y Enero del 87, una época en que la huella y la ladera se diferencian poco y el borde casi ha desaparecido.

Llega el otoño con sus colores verde amarillentos y la huella es prácticamente invisible, por haberse uniformado la ladera.
En ese invierno del ´87, la estación seca, huella y ladera eran desde lejos, una misma cosa; todo el pastizal era un rubio tapiz.
La preocupación de las comunidades serranas en los días de fines del invierno y la llegada de la primavera, es la amenaza de los incendios naturales.

Y fatalmente se produce uno de ellos, seguramente por la desaprensión de algún visitante; afectando decenas ( quizás más de cien) hectáreas de la Sierra del Pajarillo, consumiendo en pocas horas, los extensos tapices de pasto y plantas secas; un verdadero desastre para la fauna silvestre.
Pasada la hecatombe, el olor acre y el paisaje desolador, oprime el corazón de los serranos. De pronto, algo los conmueve…; no todo era negro en la extensa ladera: el lugar otrora ocupado por la olvidada ¨mancha¨, ahora se destacaba con igual forma, pero de color amarillo, cual enorme escudo, contrastando con el negro pizarrón de fondo! el Ave Fénix reaparecía.
Lo más sorprendente es que resurgía de entre las negras cenizas su primitivo contorno que, en esta nueva versión estaba respetado al decímetro.
Hechas estas descripciones podemos introducirnos en el verdadero proceso Ovni que aconteció desde 1986.

La prensa local y mundial se hicieron pronto eco de los acontecimientos y atrajeron la atención de una legión de investigadores y curiosos a los que luego se acoplarían las personas ligadas a lo místico aunque algunas deambulaban por ahí antes del 86.
Los primeros fenómenos registrados en el área se circunscribían a la zona de la marca y no precisamente al Monte Uritorco, pero ellos abrieron la puerta para que una larga tradición de observaciones sumadas a las inmediatamente posteriores experiencias salieran a la luz.
Se ha hecho particularmente enmarañado el deslindar de un buen número de casos las influencias del misticismo que afecta en algunas personas la conciencia de su propia percepción visual. Es que a varios de sus ¨maestros¨ se les ha ocurrido la extravagancia de sustentar su poder de convocatoria sobre los extraterrestres tildando de fenómenos asociados a multitud de efectos visuales, satélites, manchas en fotografías, relámpagos, linternas, etc. que se suman inevitablemente a la autentica manifestación de eventos no comunes, y que por su causa el investigador de campo rehuye para evitar compilar comentarios y denuncias de gente confundida, mal orientada o poderosamente afectada a la idea de los maestros cósmicos.
En capilla del Monte, sin embargo, la población natural sabe bien que es una cosa y que es otra, pero el investigador debe encontrar la veta oculta de la realidad Ovni antes de tirar el guante y caratular a todo el asunto de disparate. Es una ventaja de la que hemos gozado, estar desde el comienzo y haber aprovechado la información antes que arribaran las docenas de grupos místicos con sus propios iconos y búsquedas.

Solo en la población natural, particularmente en la más rural y antigua de la zona, podemos hallar un verdadero prospecto de datos Ovni confiables.
Nuestro primer campamento en las serranías del Pajarillo se realizó recién en Julio de ese año ya que en Enero estábamos viajando por Bolivia y Perú. Ese viaje a la región, en medio de una compleja realidad Ovni, fue el bautismo de fuego para nuestro grupo pues se trataba de una de las primeras investigaciones de campo, y con esas especiales características.
A no más de 100 metros de la elipse, todavía claramente visible, hicimos campamento y durante 8 días relevamos el lugar manteniendo prolongadas vigilias en noches gélidas y muchas veces intolerables.

No vimos nada muy sobresaliente en esa primer oportunidad, solo algunas lejanas luces que a los 90° de altura sobre nuestro horizonte hacían pronunciados zig zag, otras luces fugaces demasiado similares a meteoritos, y unas particulares luminiscencias sobre las serranías detrás del Uritorco que se elevaban y luego descendían.
Campamentos en el mismo sitio realizamos en los años 87 y 88, períodos en que se incrementaron las observaciones, cuando menos para nosotros ya que pudimos captar con más claridad veloces objetos esféricos semitransparentes introduciéndose a la montaña a no más de 100 metros del puesto de observación. Incluso tuvimos una extraña observación de objetos semejantes a pájaros oscuros que recorrían la atmósfera a tal velocidad que pensamos se trataban de efectos ópticos que habían afectado por igual a los tres que estábamos ahí.

Solo algún tiempo después las referencias sobre Pájaros de Acero que volaban rápidamente y se enterraban en las laderas de las montañas vecinas comenzaron a aparecer como parte de viejas referencias entre los pobladores.
No faltaron las pequeñas esferitas de luz opaca tan referenciadas por los hombres de campo, y en la segunda expedición una de ellas pasó por entre las piernas de uno de nosotros mientras se disponía a tomar una fotografía en una tarde soleada.
En enero del ´90 Paco Martínez, integrante de nuestro grupo, junto a 4 personas, entre ellos el principal testigo de el Ovni del 9 de Enero del 86, Gabriel Gómez, ascendieron las serranías del Pajarillo en una caminata de reconocimiento. Por un error de cálculo la noche se les vino encima y en medio de la profunda oscuridad y creciente frío perdieron el camino de regreso, aun difícil de hallar para un vaqueano como Gómez.
Era el martes 20, a las 21 hs, cuando desde la cima del Pajarillo y hacia la zona de Ongamira comienzan a ver unas extrañas luces que en forma secuenciada iban emergiendo.
En total pudieron observar 4 luces que variaban del blanco naranja al rojo moviéndose con aparente independencia unas de otras, incluso algunas ascendían hasta un punto por detrás del cordón de las sierras y luego descendían. Toda la observación habría durado no menos de 5 minutos.

En un buen número de casos muchas de las observaciones de luces se producían en esa dirección o bien los objetos avanzaban desde punto similar hacia el sur, sur-este y sur-oeste, de forma semejante que el Ovni responsable, aparentemente, de la huella.
Lo verdaderamente importante vendría de la mano de los testimonios de la gente. No solo que el fenómeno era muy antiguo y las luces ya pertenecían a las referencias tradicionales del lugar, la gente reconocía un incremento del número de casos a partir de la huella, como si algo raro estuviese ocurriendo en la zona.
Nuestra inexperiencia no permitió realizar un trabajo estadístico preciso en los momentos álgidos de la actividad Ovni pero antes de que el lugar y la propia ciudad de Capilla del Monte fuera invadida por personas con su propia fe y visión de los Ovnis, se aglutinaron tantos comentarios que se hacía difícil estudiar siquiera un pequeño porcentaje.
Los años de trabajo acudieron para salvar algunos de los muchos errores de entonces con nuevos y más intensos relevamientos en las zonas rurales y aledañas del Cerro que confirmaban las primeras apreciaciones tenidas por aquellos días en medio de la sorpresa y revasamiento casuístico.
La historia mágica del gran monte era tan antigua como los comechingones y desde siempre se había sostenido que era un lugar de misterio por las cosas extrañas que allí sucedían mucho antes de la propia quemazón.
Tal es así que una que otra corriente de pensamiento pro ario fecundó enmarañada con la tradición luminosa del lugar amasando una compleja cosmogonía mística que sostiene la existencia de una ciudad subterránea llamada Erks donde moran maestros superiores y en la que, se dice, yace oculto del Santo Grial.
Con una innegable tendencia filo nazi que dominó en el tiempo la interpretación de algunos de los sucesos extraños de la zona progresó el culto a los Ovnis que dejó bajo una gruesa capa de dudas e incertidumbres a una verdadera e importante manifestación luminosa, constatada por muchos de nosotros en diferentes momentos a partir del 86.
La única manera de determinar la verdadera dimensión del fenómeno fue establecer un recorrido de unos 200 kilómetros a la redonda partiendo del eje Uritorco y que como resultado nos dio nociones precisas de la actividad de los No Identificados durante los años.
Uritorco fue el epicentro del culto antiguo dado su porte majestuoso que de por sí, y en comparación a la restante orografía, resulta imponente.

Era el centro sagrado de los comechingones, sin embargo las esferas de luz poseen otros hitos territoriales que dibujan un mapa fenoménico con mojones trascendentes que destacaremos más adelante.
Pero está claro que el período de mayor intensidad registrada en la zona durante las últimas décadas se concentró en la franja que primero referenciabamos. De una actividad histórica más o menos estable se paso violentamente a un número de experiencias para entonces inaudito y por ello motor del escepticismo de la comunidad investigativa

TALAMPAYA
El parque Nacional Talampaya es el refugio de un majestuoso cañón al oeste de la provincia de La Rioja ( Argentina).
En una región donde dominan los profundos silencios y las arenas del desierto los murallones custodian un camino tallado por el antiguo río y la erosión de los vientos formando un paisaje magnifico y sobrecogedor.
Talampaya significa en lengua aborigen RÍO SECO DEL TALA, zona considerada sagrada por varias culturas y comunidades que en los últimos 2000 años realizaron allí sus ceremonias y ofrendas.
En el conjunto visual predominan agudas torres de piedra y arenisca, gargantas horadadas en la roca por el desgaste de milenios y paredones que alcanzan fácilmente los 100 metros de altura formando un corredor lleno de sorpresas a los ojos del viajero.
Los procesos históricos de este lugar se hallan representados en las litografías, los morteros de molienda y en las diversas formas de expresar su cosmogonía que son testimonios de distintos periodos históricos que se remontan mucho más allá de la colonización española.
A la entrada del cañón encuentra el turista una piedra enigmática -que aparenta ser desprendimiento de un farallón contiguo- con unas figuras extrañas que han llamado poderosamente la atención de los estudiosos. Se trata de unas formas antropomorfas que han sido bautizadas como LOS ASTRONAUTAS DEL TALAMPAYA.
Resultan un misterio porque la litografía que en apariencia representa hombres no se condice con la forma en que los antiguos de ese mismo período histórico graficaban a las gentes de su tribu.
Estos ¨astronautas¨, según el contexto y significado del dibujo, venían desde el cielo, desde un lugar que estaba más alto que el vuelo de los cóndores, descendían a la tierra y luego volvían al firmamento. No es extraño que en las poblaciones vecinas al cañón abunden las referencias sobre objetos luminosos desplazándose por la zona en forma periódica, en el mismo lugar que varias tribus eligieron para su culto cientos de años atrás.
Un sitio sagrado para los antiguos pobladores y una constante que escapa a lo casual, las luces dominando el lugar de culto.

En varias comunidades indianas del sur, centro y norte del país hay una relación semejante y muy significativa. Aveces es más frecuente en los cementerios donde descansan los antepasados; allí – según los testimonios- se ven masas luminosas que para los pobladores son causa y consecuencia de un mismo fenómeno ya que ¨los muertos piden algo¨, y cuando piden se manifiestan de esta manera.

Si bien apenas empezamos a orillar este aspecto del asunto no es antojo del investigador detectar testimonios sobre luminiscencias en la actualidad que no nacen del folklore ni se avienen a nuestros días por el hálito mágico del mito, sino, reiteramos, porque verdaderamente se observan.
Las gentes creen que las fuerzas supranaturales que se alimentan del alma de los muertos, más las poderosas creencias antiguas, son las que provocan manifestaciones también suprafisicas.

Es una asociación similar a la visión campestre que afirman que algunas luces coinciden con los días de prácticas de magia y brujería.
Son relaciones lícitas si se piensa que hoy día hay un buen número de personas que creen que en lugares donde se cometieron crímenes o fueron epicentro de tragedias diversas quedan como remanentes unos fenómenos extraños producidos por el dolor, las pasiones y los propios espíritus de sus protagonistas.
Sin embargo es posible que la visión de los antiguos fuera más perspicaz y lógica que eso.
En la actualidad las regiones afectadas por la luz de forma permanente son ciertamente respetadas por las comunidades vecinas pues prefieren mantenerse a una distancia prudente de ellas.

Las etnias más ancianas (que rendían culto a los distintos elementos de la naturaleza que los alimentaba) habrían descubierto, como nosotros, lugares donde desconocidas fuerzas se manifestaban durante la noche siendo probable que aquellas alcanzaran valor de culto al considerar que tales prodigios eran parte de mensajes de dioses, espíritus o ancestros con una profunda significación sobre sus creencias.

Por lo tanto -como ahora- si descubrían un monte, un cañón, un territorio de frecuentes apariciones acabarían por elegirlo para situar allí sus ceremonias votivas y de ofrenda, aún más si en esos parajes las aguas corrían y tenían condiciones especiales por fertilidad y estrategia.
Si nos ponemos en el lugar de esos hombres animistas y vemos luces transitar un mismo lugar ¿ que significaría para nosotros? ¿ a que nos movilizaría?