EXISTE UN PLAN CELESTE? (2 PARTE)

El Otro hemisferio, Sociedad y Poder
Daniel López

¿Existe una conspiración internacional para socavar las bases de una posible interacción entre inteligencias extrahumanas y el hombre, consciente que no en la fuerza sino en el control del pensamiento colectivo radican sus mejores armas para impedirlo? De eso trata el segmento de este mes.

Son tácticas orientadas a combatir los mecanismos incontrolables de un proceso de contacto generalizado, para incidir en la individualidad y producir un efecto colectivo que equilibre el desbalance dentro de la misma pirámide social.¨

Inmersos en los laberínticos senderos de la especulación, debemos ahora pensar que, caso de existir una intención de ¨contacto¨ por parte de las aludida/s inteligencia/s, su desarrollo ha de ser amoldado a la particular fisonomía de la sociedad humana.
No es posible aventurarnos sobre los mecanismos de un contacto, desde el punto de vista sociológico, si primero no observamos en detenimiento el marco en el que ocurre y la otra cara del proceso, o sea el hombre como genero.
En todo caso, este no es un encuentro fortuito, accidental ni sorpresivo, de un modo u otro ambos protagonistas crearon con distinta suerte una imagen aproximada del otro, de alguna manera se han medido y tienen conciencia de lo que puede sobrevenir. No nos cabe duda, de tener razón que un contacto es inminente, y asumiendo la existencia de los extrahumanos, que existe ya un proceso de comunicación en ciernes, tanto sea en su faz primaria – contacto visual- como en conocimientos más profundos y específicos, muchos de los cuales los líderes u organismos que representan la dirigencia humana han evaluado de espaldas a la opinión pública.
¿Vale la pena recapitular sobre las posturas, posiciones, reconocimientos o desmentidas de gobiernos, organismos castrenses e instituciones oficiales? Si partimos del supuesto que la mencionada inteligencia no humana existe poco importa la postura asumida públicamente por cualquier representación de la sociedad pues la posición no altera su realidad. Es más, toda posición tomada por estos círculos bien puede no representar del todo el interés o preocupación de las élites mundiales, salvo por las abundosas contradicciones en las que han incurrido desde que el tema recaló en el hombre de la calle.
Donde guardan las supuestas pruebas de la existencia Ovni o a que tretas han recurrido para desinformar a la población no se compara en importancia a saber de donde emanan las políticas de contención y a que intereses responden.
Cada respuesta en este sentido puede condicionar todo el proceso de relación entre culturas y determinar la fluidez con que ocurren los hechos.
Si allí arriba hay una inteligencia evaluando las consecuencias de su accionar debieran tener alguna preocupación por conocer al detalle las verdaderas estructuras del control de las sociedades como guía de sus próximos pasos, y es posible que aquello que nosotros no comprendemos o consideramos ridículo en los Ovnis tenga mucho que ver con nuestra realidad individual y colectiva, y nuestra capacidad de asimilación.
Al solo efecto de comprender el teatro de operaciones en el que se desarrolla el contacto hemos de profundizar en las características de nuestra sociedad, en las raíces del complejo entramado de intereses, representaciones e instrumentos de ejecución de las políticas globales mediante la escabrosa imagen de sus cuadros dirigenciales.
No es esta una visión caprichosa ni conspirativa, las bases de las actuales sociedades devienen del progreso humano, del derrotero de sus grupos y naciones, pero también de los lineamientos que vulgarmente se establecen fuera de las órbitas de las decisiones de las masas, que se delinean como macro políticas o geopolíticas previamente trazadas por influyentes fuerzas internacionales y económicas que dan perfil al modelo imperante. Si no ahondamos en este aspecto lejos estaremos de comprender de que forma pueden interaccionar los polos de un contacto, y aunque poco sepamos de los ovnis, alguna seguridad tenemos de como procederían por las propias condiciones del genero humano.
Es sabido que las políticas desinformativas jamás respondieron a la voluntad de las mayorías, o que las negaciones y contraposiciones con la evidencia Ovni tampoco se instrumentaron en aras de la seguridad publica, y que los dineros que se utilizaron en ejecutar tales acciones de todos modos son propiedad de los contribuyentes que, de haber podido elegir jamás hubieran solventado dichas acciones.
No hay que desligar a los ovnis del panorama que en otros ámbitos humanos existen; la historia del hombre está plagada de manipulaciones, de conspiraciones, de crímenes políticos, de guerras convenientes que de por sí son lo bastante increíbles como para adjudicar a este tema del contacto una visión enajenada. Si el dinero es capaz de moldear este mundo globalizado ¿por qué creer que los ovnis no han caído en la misma red? ¿o acaso existe un mundo para la realidad y otro para el contacto?
Puede parecer raro, pero los conflictos en medio oriente, los avatares de los mercados financieros, las políticas de las potencias, las persecuciones étnicas, los desastres ecológicos, la pobreza, la riqueza, las decisiones de los gobiernos en cualquier campo inciden en las sociedades de forma terminante y por lo tanto inciden en el marco donde una relación de contacto se llevaría a cabo, o sea que todo lo que afecta a las sociedades ha de afectar positiva o negativamente la posible relación entre culturas, porque el hombre responde, o debiera responder a esta posibilidad, siendo genero, no una facción.
El descubrimiento de América y su posterior colonización no se limitaron a las osadas aventuras de los marinos, por el contrario, son consecuencia de un proceso, de una realidad de Europa con sus conflictos de intereses, con sus luchas intestinas, con sus dogmas y oscuridad las que luego animaron los lineamientos de la colonización, sus crímenes o beneficios. Con los barcos españoles, ingleses, franceses y portugueses no solo arribaron los exploradores e idealistas también lo hicieron las ambiciones, las enfermedades, la esclavitud y la inquisición que existían previamente en el viejo continente. ¿Acaso no ocurre lo mismo ahora? ¿quien puede desestimar que los intereses globales no intentan condicionar este proceso de contacto a sus propias realidades y conveniencias?
Alfabetismo, analfabetismo, marginación, concentración de bienes, todo engloba la condición del hombre ante una relación como esta, y de hecho deben ser fuerzas muy influyentes para una inteligencia extrahumana con propósitos de comunicación.
La propuesta puede resultar incómoda, pero es el único camino para acceder a estadios mayores de comprensión.

LA CONSPIRACIÓN
La conspiración es propia de los mecanismos oscuros del hombre y puede solventar la idea que los de ¨arriba¨ son tan despreciables y peligrosos como los turbios intereses de aquí abajo, pero la maniobra desinformativa, que aún pende del entusiasmo de muchos investigadores y curiosos, justamente ataca la tendencia ascendente de la pirámide y supone un desprestigio tácito que desanima al genero ¨mejor malo conocido que bueno por conocer¨.
Son tácticas orientadas a combatir los mecanismos incontrolables de un proceso de contacto generalizado, para incidir en la individualidad y producir un efecto colectivo que equilibre el desbalance dentro de la misma pirámide social.
Pero para ahondar en estos mecanismos sutiles y descubrir las grandes tendencias ocultas contra la idea del contacto, debemos identificar a sus responsables. ¿ Podremos?

EL PODER.

LOS LÍDERES
Cuando alboreaban los primitivos pueblos las bases de futuras civilizaciones, los líderes grupales ya existían. Posiblemente, el modelo piramidal de la sociedad fuera heredado de una conducta animal instintiva, observable en diversas especies aún hoy día. Los jefes grupales son tan comunes al hombre como a los elefantes, los leones, las hormigas, las abejas, etc.
El liderazgo, en la naturaleza supone una destreza o capacidad para orientar al resto de un grupo, funciones que se imponen de forma variable por la manera en que perviven esas comunidades, tanto sea por la dote biológica -como la reina en las hormigas- que señala su saliente importancia, como la demostración de fuerza o capacidad de gobierno sobre dichos grupos mediante reto y competencia -caso de leones, elefantes y otros mamíferos-.
El liderazgo es propio de las conductas instintivas donde no existe una conciencia evaluada de la comunidad sino que funciona apegada a un modelo natural que es capaz de reiterarse durante millones de años, esto es: el liderazgo resulta instintivo por cuanto las especies que lo practican no progresan en su orden primigenio porque no poseen conciencia de evolución ni pueden cristalizar mejoras por sus propios medios que no sean suministradas por la naturaleza, el clima, las condiciones de suelo, el medioambiente o las percepciones que del entorno tienen. Sus respuestas son altamente especializadas, sus conductas reflejos del éxito de la misma en el orden natural, y por lo tanto no exigen mayores transgresiones al modelo original.
Con este bagaje genético, las primeras comunidades humanas reiteraron las conductas de sus ancestros no conscientes, la guía o el dominio de un líder. Pero a medida que el hombre cultivó su capacidad de análisis y entendimiento, y la colectividad se complejizó distribuyendo responsabilidades entre sus componentes, los liderazgos poco cambiaron sus razones y métodos.
Con el advenimiento de estructuras pensamentales más complejas, el liderazgo se adaptó a las nuevas circunstancias sin abandonar su identidad y propósito.
Había poderosas justificaciones de instinto y de conveniencia para los aspirantes a esos puestos. Una era la translación del esquema natural al grupo, creando la necesidad de poseer un guía, y otra determinó que la misma asignatura se convirtiera en posición ventajosa y cómoda donde la primigenia misión de vigilar, trabajar y velar por el resto recaló en una llana dirigencia, reasegurando una continuidad dinástica en un novedoso concepto: la ¨herencia de la sangre¨. Aunque todo este proceso de adaptación del liderazgo a la comunidad resultó dilatado en lo temporal, es justo resumir sus indudables consecuencias.
La ley de la herencia, que establecía el tránsito del liderazgo de padres a hijos, pretendió romper el modelo de competencia por el control, alentando la supervivencia de un grupo dentro del grupo, una familia, una dinastía, generalmente justificada en su dominio por el enlace divino que las más antiguas religiones establecían sobre el incipiente poder.
La estabilidad que el sistema de liderazgos dinásticos proponía se apoyó fuertemente en las utilidades y provechos personales que aparejaba para una minoría pues sus integrantes ya no se preocupaban por compartir el trabajo cotidiano arduo porque eran servidos, y fue este peculiar modo, también novedoso en su estructura, el caldo de cultivo para reinados y reyes.
Sus ventajas resultaban incontestables: un cambio permanente de guías dentro de un modelo de competencias impedía que otras fuerzas grupales, que pululaban bajo la órbita de un líder como las castas de sacerdotes, progresaran, arrinconándolas a padecer nuevos procesos de adaptación que amenazaban privilegios obtenidos con un líder en especial. Los grupos dentro de los grupos encontraban más estabilidad en un modelo hereditario porque era capaz de prolongar prebendas y simpatías en vez de enfrentarse la inestabilidad de los cambios. Tal vez por eso la idea que las fuerzas supranaturales simpatizaban con los regentes, trasladando a ellos parte de su divinidad, resultara tan ventajosa, y por ello, tan vieja como la sociedad.
El éxito del modelo hereditario permitió acumular bienes, manejar la distribución de riquezas y orientar toda retención estatuida por la política de una clase dirigente a través de las generaciones, fortificando el esquema y concentrando continuo poder en un mismo grupo.
No muchas comunidades lograron modelos de liderazgo de carácter horizontal, aquellos que reconocían el control del grupo antes que del líder, pues las otras se consolidaron mediante su fuerza, esclavizando a éstas.
En los ámbitos comunitarios menos rígidos el liderazgo recaía en el matriarcado o el patriarcado, o en los más ancianos, o los consejos. Estas sociedades, generalmente sedentarias activaban la guía del modelo primigenio y la expandían mediante la participación de cada jefe familiar o grupal. Pero estas permanecieron aisladas o fueron absorbidas por aquellas que se imponían a si mismas un control más severo y estaban dispuestas a acrecentar sus territorios y sus riquezas.
En estas ultimas la adquisición del poder debía solventar una estructura que lo sustentara pues un sistema así concentra la voluntad de todos en uno, suplantando la opinión colectiva por un criterio personal, y para imponer un modelo de estas características se debía contar con fuerza, aliados y riquezas.
Es claro que se sembraba el terror para lograrlo, los castigos ejemplificadores y la impiadosa condena a los rebeldes eran recurridos modos de patentizar un dominio absoluto. Los monarcas acudían a estas coerciones sin miramientos y sembraban el miedo que inclinaba la voluntad bajo la pleitesía y la obediencia ciega, bajo designio del soberano y sus herederos.
En definitiva, las familias dominantes transformaron la sociedad mundial de esos tiempos, concentrando en su entorno la ilustración, los tesoros que dormían en sus arcas, las razones religiosas para su mandato, las fuerzas de las armas, y sobre todo la ley de la herencia.
Una genealogía podía gobernar por generaciones hasta que una crisis interna o una invasión de otro ejército les arrebataba el control, integrándola a su propio imperio o quitándola del medio. De todos modos el concepto de élite floreció y se adaptó al compás del desarrollo social.
No es idea reciente que el conocimiento es poder, esos reinos, grandes o pequeños, no estaban interesados en ilustrar a sus súbditos sino en regirlos, y tanto más ignorantes y obedientes eran, mejores posibilidades tenían los reyes de afianzar su control, por eso la transmisión de conocimientos, las labores especializadas, los oficios, y la fe se integraban a las esferas de los señores, adjudicándoles un mandato inopinado en el que refugiaban sus propios intereses.
Esto, a grandes rasgos fue lo que sucedió en el inicio de las más poderosas dinastías de la historia, el liderazgo animal finamente transformado en emblema de poder absoluto, o sea el dominio de una casta y familia sobre las grandes mayorías.
Así mismo el poder debió impedir que progresara la cultura más allá de su control, y forzar un modelo adecuado que no representase peligros a su ley de sangre.

EL COMERCIO
Pero ningún reino o pueblo podía sobrevivir en permanente lucha con sus vecinos, por lo tanto debían convivir con fuerzas iguales o superiores del otro lado del horizonte.
Eventualmente se relacionaron, y su modo de establecer conexión fue el comercio, el intercambio de bienes que engrosaban finalmente las arcas de los señores mediante impuestos, o sea cual fuere el nombre adjudicado a la proporción impositiva.
Pero los comerciantes obtenían riquezas para sí, crecían como casta, progresaban y de ellos, en gran medida, dependió la comunicación entre diversas culturas y pueblos, siendo el primer puente efectivo entre mundos distintos.
El comercio también alentó a los oficios, a la producción de bienes comerciables cuyos valores acunaron a otros grupos influyentes, activos en la vida de los imperios, que accedieron a instrucción y favores que tradicionalmente pertenecían a grupúsculos estrechos en las órbitas de las cortes.
Cultura, conocimiento, artes, ciencia marchaban entre naciones por las rutas de intercambio, las cuales regían y protegían los imperios en beneficio propio. Incluso muchas guerras históricas se motivaron por conquistar los enclaves de control de esos senderos de comercio, porque regenteándolos se obtenían bienes no producidos.
Las fortunas de los comerciantes acudían a la gobernabilidad de los imperios, y a medida que los bienes fueron más ambicionados la ley de la sangre decayó en importancia extendiéndose sobre los reinados y los comerciantes una interdependencia beneficiosa por la cual podían establecerse reglas claras de convivencia.
Poco importaba a los adinerados que un rey se creyera un dios si protegía sus intereses, pues todo era comerciable, desde un grano de trigo hasta un esclavo.
Los ensayos de las repúblicas y democracias antes del inicio de la era cristiana afianzaron el predominio de grupos no incluidos en la herencia de la sangre o en el poder divino, antes al contrario, favorecieron el desarrollo de sociedades patricias o acomodadas que en buena medida habían tenido origen en el comercio, en la acumulación de tesoros, tanto sea por favoritismo de un gobernante sobre leales generales y comandantes como por cortesanos influyentes. De todos modos cada uno apoyaba su reputación en una pequeña fortuna, obtenida de una conquista o el intercambio comercial.
Al paso de los siglos la inestabilidad de los imperios se hizo insalvable por el avance de los pueblos guerreros de oriente, desde los bárbaros hasta los árabes.
Los grandes imperios, saqueados y debilitados por derrotas memorables, debieron contraerse a sus fortificaciones, a sus ciudades militarizadas, a sus feudos. El permanente acoso de fuerzas hostiles fraccionó el poder en minúsculos reinos con derechos plenipotenciarios sobre sus tierras.
Las ciudadelas amuralladas, los castillos, se convirtieron en satélites de los reinos que otorgaban a los nobles potestad sobre sus parcelas con la única salvaguarda de responder a un poder central, el del rey. Pero para mantener su integridad como nación precisaban sostener un dominio con tesoros que no poseían, incluso para armar sus ejércitos estaban obligados a obtener pertrechos y armas que sus alicaídas arcas no podían pagar. Entonces, en una posición fortalecida, los comerciantes y las familias acomodadas subvencionaron con sus riquezas las campañas de guerra y a los propios reyes recibiendo a cambio pagos elevados (por los intereses de las deudas contraídas) que en ocasiones se abonaban con tierras y títulos.
Los incipientes bancos nacieron al amparo del declinante poder económico de los soberanos, y quienes los administraban se alzaron con nombramientos, territorios y riquezas que promovieron la aparición de una nueva nobleza, no aquella que la sangre prodigaba a una genealogía sino la que se adjudicaba como una gracia del soberano, incluida en su dote las bondades y derechos de un rango.

DE LOGIAS Y CLUBES
Cambios dramáticos sucedieron en Europa cuando las amenazas bárbaras se habían extinguido y los árabes estaban recluidos en unos pocos puntos de Europa. Feudos, principados, papados, ciudadelas se alzaban por doquier inestables, cambiantes, regidas por familias nobles que poseían su núcleo de privilegio y guerreaban constantemente con sus vecinos.
El comercio había extendido sus redes hacia todos los rincones del mundo conocido haciendo ricos, inmensamente ricos a sus patrocinantes y señores, y durante el renacimiento florecieron las artes y las ciencias gracias a los exploradores, a las fortunas, a los comerciantes, a los banqueros y a las familias nobles cuyos favores los reyes requerían para afianzarse.
Reinaba pues, una enorme inestabilidad política en todas las naciones. Unidos por los lazos de sangre los reinos realizaban acuerdos matrimoniales, familiares, alianzas contra otros, rencillas y piratería.
Las influencias de oriente dieron nuevos aires al pensamiento europeo promoviendo las ciencias y las filosofías, moldeando la cabeza de movimientos culturales y sociales muy complejos que se aglutinaron por las amenazas exteriores. A consecuencia de las presiones las primeras concepciones gremiales vieron la luz defendiendo derechos que sus artes exigían al respeto de los influyentes. Las hermandades de artesanos y de oficios perfilaron a las primeras logias o comuniones de intereses grupales que en mucho tenían semejanza a las ordenes religiosas medievales como la Orden de los Templarios, estableciendo preceptos y normas que los identificaran como fuerzas sociales.
El modelo de logia también comulgó con banqueros y prestamistas, determinando en su seno que políticas eran más convenientes a su grupo merced a la inestabilidad y desconfianza que sus clientes les significaban.
El descubrimiento de América desató ambiciones desmedidas y competencias por obtener las tremendas riquezas que deparaban a los conquistadores. Los tesoros mal habidos venían a reforzar las arcas de las naciones que a sus costas llegaban, predominantemente España, Portugal e Inglaterra, en tanto los demás países se mantenían ocupados dirimiendo las rencillas intestinas europeas en las ambiciones de los papados, decididos en el nombre de la fe a convertirse en un reino en cuyo mandato los demás soberanos debían orbitar. Fue el tiempo de las rebeldías protestantes, de los siglos más agitados que el mundo hubiera visto por la cantidad y fuerza de sus protagonistas que soñaban en fundar sus imperios modernos.
Protestantes y católicos romanos apostaban a sus alianzas, asediaban a sus opositores y convergían en intereses comunes.
Los conatos de nuevos absolutismos luego de la expulsión árabe, más los nuevos bríos que los tesoros americanos permitían gestaron bloques europeos tan difusos como violentos.
En este marco los movimientos culturales y las ciencias, ahora asediados por la creciente inquisición debieron refugiarse al amparo de algunas familias poderosas y pequeños reinados como el de los países bajos donde fructificaron y gozaron de alguna libertad.
Con el propósito de mantener sus baluartes alejados de los crímenes y las ambiciones algunos movimientos científicos y filosóficos también se agruparon bajo los estandartes secretos de las logias del conocimiento. Es que las ideas, asediadas por el fanatismo religioso y los señores que pretendían los favores del papado, fueron obligadas a vivir en la clandestinidad o bajo el amparo de pequeños principados y cortes, o de familias de comerciantes y banqueros para perdurar.
En definitiva la inestabilidad propició la aparición de toda clase de grupos y hermandades, algunas más relacionadas e influyentes que otras, pero que desde sus reservados concilios empezaban a determinar políticas comunes con perfecta unidad de miras, los banqueros y financieros por un lado, los gremios por otros, y las ciencias y filosofías siguiendo su propio derrotero, algunas veces interaccionando pero siempre pretendiendo una decisión paralela, convergente o enfrentada a las decisiones de los soberanos.
De este modo unas asociaciones clandestinas comenzaron a incidir en Europa a costa de la intransigencia y los intereses de los más poderosos, de hecho, y con el tiempo, se convirtieron con mayor o menor suerte en polos de poder, inaugurando un modelo de presiones que se extendería a límites insospechados en el mundo entero.
La Europa continental no siempre ofrecía garantía de resguardo entre sus regentes pues incluso los países bajos, que se levantaron como refugio de las ideas innovadoras, fueron asediados por tropas españolas cometiendo, en nombre de la iglesia, crueles y aleccionadoras matanzas. Una nación especialmente dotada para la piratería y el amparo de opositores al papado, a los reyes españoles y a los inestables principados europeos fue Inglaterra.
Inglaterra no solo tenía una ventaja geográfica importante respecto de las invasiones por su posición insular, estaba dispuesta a extender sus dominios y aumentar sus riquezas a como diera lugar, y fuesen piratas, colonialistas, conquistadores, logias o banqueros, extendería sus influencias al mundo de manera determinante.
Pero es durante la invasión napoleónica que Inglaterra dominará el panorama europeo, al enfrentar y vencer al emperador.
Para inicios del siglo 18 Inglaterra se imponía como potencia comercial y marítima. muy a pesar de haber perdido el control de América del Norte.
Con España fuera de juego por la ocupación francesa y una Europa debilitada que salía a tumbos de su dominio, Inglaterra se puso a la cabeza del poder europeo. Sus banqueros eran los más ricos e influyentes, sus comercios y protectorados crecían por doquier acumulando un poder único sustentado en la familia real y los grupos económicos que formaban el Imperio.
La flemática sociedad británica tenía muy en claro sus propósitos, y su estabilidad política sirvió de tierra fértil para irradiar desde ella el dominio de su nobleza y el de sus clubes y sus logias, florecidos allí en el respaldo y la defensa de sus intereses por parte de la corona. El colonialismo inglés no se detuvo en reclamaciones territoriales únicamente, además protegía y extendía sus rutas de comercio y todo enclave colonial, efectivo o sutil, que operara en su beneficio.
De hecho una activa presencia inglesa indujo cambios en el viejo continente por presión de sus influyentes grupos financieros que para 1700 y 1800 se contaban entre los más ricos y poderosos de la Tierra, orientando nuevos escenarios internacionales, comprando reyes y príncipes, alentando alianzas y guerras que sus prestamos financiaban.
A su amparo las logias británicas y los clubes de banqueros decidían el destino de las naciones reunidos en sus prestigiosas instituciones, entre el té de media tarde y el vino de una cena. Eran ni más ni menos que cofradías y hermandades que habían hallado históricamente refugio en la realeza insular para prodigarse beneficios mutuos bajo la protección de la familia real. Buena parte de la política exterior del gobierno ingles la decidían y representaban esas fuerzas y se colaban donde sus milicias no penetraban: el comercio, las corporaciones, los grupos pro ingleses, los negocios inmobiliarios y el colonialismo financiero.
Se decía no sin razón que el sol nunca se ocultaba en el imperio británico, y aún hoy esto es verdad.

EL CONTROL DEL MUNDO Y LA RESERVA FEDERAL AMERICANA
Algunos clubes de banqueros internacionales del siglo XX fueron dirigidos por tradicionales familias europeas que venían trabajando en este ventajoso negocio desde 500 años atrás. La familia Rotschield era una de ellas, enquistada en el corazón mismo del poder mundial bajo la protección de la corona británica.
Relacionada con otros banqueros europeos (con otras familias tradicionales), los Rotschield estuvieron involucrados en acontecimientos decisivos en el mundo que vivieron, muchos de ellos financiados con sus prestamos y cobrados con altísimos intereses.
Como viene sucediendo desde siglos atrás el verdadero poder de los grupos financieros fue servirse de los estados y las naciones controlando y dirigiendo el flujo de su moneda, y una de sus tácticas más comunes fue, justamente, apropiarse de la emisión del dinero, instalar organismos privados en el control de los tesoros y los valores de los contribuyentes. Lo hicieron en Europa y pretendían hacerlo en América.
Es que no existe negocio más importante que el control de las enormes masas dinerarias que manejan los estados, y si a ello agregamos que instalaban sus influencias para controlar a corporaciones, empresas y grupos que los estados contrataban veremos la enorme riqueza que acumulaban, y que con razón incluían a esas familias entre las más ricas de la Tierra.
Hace algo más de 200 años Thomas Jefferson escribió : ¨Si algún día los americanos permiten que los bancos controlen la emisión de su moneda, los bancos y las corporaciones que crecerán alrededor de ellos los privaran de todas las propiedades.¨
No era esta una visión profética, de hecho era bien conocida la tremenda influencia de los banqueros europeos sobre las naciones del viejo continente y el modo en que intervenían en las políticas internas para mejorar y garantizar sus enormes ganancias. La intención pretendió alcanzar a los estados de la unión desde que se declarara su independencia, y por causa de su avanzada hasta la propia constitución estableció que la emisión de la moneda era responsabilidad, derecho y deber del congreso americano.
Durante siglos los banqueros europeos habían estado en los negocios más turbios como el trafico de esclavos y del opio que resultaban las empresas que más intereses dejaban a los inversionistas, como hoy día lo hace el tráfico de droga y de armas.
Aunque los americanos arrojaron fuera de sus playas las fuerzas de invasión no ocurrió lo mismo con las familias pro británicas ni los bancos ingleses ni los inversionistas atraídos por el crecimiento acelerado de una potencia continental, y de hecho aprovecharon todo resquicio para su intentona de fundar un banco privado como emisor de la moneda norteamericana.
Esta estrategia no solo pretendía hacer un buen negocio, también intentaba controlar el crecimiento norteamericano que los banqueros europeos temían se acrecentara, extendiendo otras influyentes fuerzas fuera del ámbito de sus propios grupos. Esa fue la principal razón por la que los inversionistas del viejo continente, y la familia Rotshchield incluida, alentaran las divisiones entre el norte y el sur y pretendieran sustituir una democracia fuerte por dos débiles, perfectamente controladas.
Al respecto Otto Von Bismarkc dijo: ¨La intención de dividir al pueblo americano fue decidida en los ámbitos de grupos internacionales, en los altos centros financieros de Europa que tenían miedo que los Estados Unidos perturbara su dominación financiera por todo el mundo.¨
Abraham Lincoln lo sabía y se puso firme frente a la Unión, pero necesitaba mucho dinero para ganar sobre el intento de división. Entonces visitó a un grupo de banqueros de Wall Street para pedir prestamos, pero se encontró con que este grupo de ¨patriotas¨ solicitaba nada menos que el 36% anual de interés.
Lincoln, recurriendo al único mecanismo constitucional posible, decidió que el Congreso imprimiera la moneda la cual no estaba respaldada en oro sino en la fe y el crédito en Los Estados Unidos.
Tiempo después fue asesinado.
Como sea, los banqueros internacionales no pudieron conseguir la instalación de un organismo privado que controlara la emisión de la moneda norteamericana. Había muchos opositores al proyecto en el congreso, y de hecho estos intereses comenzaron a gestar un movimiento de pinzas sobre el destino del pueblo para consumar su nefasto plan.
A principios del siglo XX una isla frente a la costa del Estado de Georgia ofrecía un refugio invernal para ricos y famosos, propiedad del magnate y financiero internacional J.P. Morgan, miembro de una familia inglesa asociada a los Rotshchield.
Allí se reunía un grupo de notables y poderosos hombres que representaban nada menos que la 6° parte de todo el dinero del mundo. La intención: crear la Reserva Federal Americana, administrada por financistas privados.
A la principal reunión asistieron Paul Warburg, del Rotshchileld Bank; Benjamin Strong, del Morgan Trust; Abraham Piat, de Andrew/Treasure; Frank Vanderlip, Presidente del Citibank; Charles Norton, Presidente del First National Bank Center, y el Senador Nelson Aldrich, a través del cual presentaron el ¨Proyecto de Ley Aldrich¨ para la creación de la Reserva Federal.
El arribo de los cinco banqueros más importantes que llegaron en un tren sellado paso casi inadvertido para la prensa.
La excusa de la reunión era el pánico por dinero en 1907, lo cual era manejado astutamente por miembros del grupo, entre ellos los Rockefellers para tomar el control de algunas corporaciones que tenían en mente.
Pero el Proyecto de Ley Aldrich fue rechazado violentamente por senadores y reformadores como J. Brian pese a la propaganda que se había instrumentado. La intentona fracasó por enésima vez.
Pero en el invierno de 1913, cerca de las fiestas de Navidad, cuando muchos senadores habían viajado a sus estados, la ley fue presentada y finalmente aprobada. Al respecto uno de los senadores dijo: ¨Es el peor crimen legislativo de la historia de los Estados Unidos.¨
A partir de entonces la banca internacional comenzó a controlar la moneda norteamericana, porque no fue en beneficio de los banqueros locales sino de los poderes financieros europeos.

LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Desde finales del siglo 19, los banqueros europeos pretendían una guerra en ese continente. La guerra es un negocio lucrativo que devuelve enormes intereses a los prestamistas cuando las naciones precisan créditos para sus ejércitos, y a menudo los bancos suelen negociar con ambos bandos del conflicto. Ya lo habían hecho.
Para finales de la primera guerra, los bancos nacionales habían quebrado a los gobiernos europeos y no había dinero disponible. El único dinero en caudales estaba en los Estados Unidos quien no participaba de la contienda. Pero había otro peligro para los grandes negocios y es que Rusia participara y terminara acortando la duración del conflicto.
Es un hecho documentado que banqueros como J.P. Morgan financiaron a Trostski y Lenin con millones en oro para solventar la revolución rusa e impedir que entrara en el conflicto armado; y para la primavera de 1917 los Estados Unidos entraron en la guerra.
Con Rusia afuera y Estados Unidos adentro, el conflicto se extendió dos años más; dos años de nuevos prestamos, de ventas de armas que hicieron ganar intereses a esos banqueros por muchos años.
Pero la Reserva Federal fue vendida como forma de traer estabilidad a la economía americana. ¿Que pasó una década después? sobrevino una de las más grandes depresiones económicas que el mundo hubiera visto.
Meses antes de esa gran depresión norteamericana la Reserva Federal aumentó el 62% el suministro de dinero. Entonces la gente compraba y vendía, solicitaba créditos e hipotecaba sus bienes, pero repentinamente la Reserva Federal cortó el flujo de divisas, cayó la bolsa y toda la economía se vino a pique, la gente perdió todo lo que tenía, excepto los principales bancos que se habían retirado a tiempo y se quedaron con ganancias astronómicas. En solo cuatro años Joseph Kennedy paso de 4 a 100 millones de dólares en su fortuna.
La estrategia hizo sucumbir a pequeños bancos y corporaciones, negocios enteros se derrumbaron, millones pasaron a la pobreza extrema mientras los banqueros internacionales tomaban de esos resquicios los bienes de los demás, apareciendo como los verdaderos gobernantes de la unión.
El Nobel en economía, Milton Freedman dijo que la Reserva Federal causó la gran depresión cuando tenía el poder, la obligación y la responsabilidad de evitarla.
Actualmente, en la misma Isla de Georgia se reúne el poderoso grupo de los Bilderbergers, a la sazón la extensión de aquellos financistas, políticos y banqueros que impulsaron la creación de la Reserva Federal.
Sus reuniones son altamente reservadas, a veces allí, otras en Alemania o Inglaterra, pero siempre convocando a los principales responsables del control económico del mundo, el modelo al que George Bush llamó ¨La nueva Orden Mundial¨.
La creación de dicha reserva fue un hito en ese complot internacional

EL CONTACTO VISUAL
Trabajamos sobre el supuesto que la inteligencia Ovni pretende realizar un contacto. Debemos ver la contraparte ¿lo desean?
Corrientemente se alude al siguiente pensamiento: ¨si un solo caso ovni es real, se confirmaría la existencia de inteligencias ajenas a la Tierra¨. De hecho son varios millones los encuentros denunciados y entre alguno de esos muchos, uno en particular puede resultar evidencia incontestable. Pero estamos en una trampa, puede que en millones de casos no encontremos ni uno que convenza a los opositores, en buena medida porque la negación es cerrada e irreductible, o porque así esta estipulado por los intereses, o bien porque la propia inteligencia, como sosteníamos más arriba, así lo halla determinado. Pero el número es de por sí prueba de la magnitud del fenómeno, y su extensión mundial certificación de que concurre universalmente a los grupos que integran el genero humano.
Desde el preciso momento que el Ovni es observado ya existe un proceso, una identificación, un contacto visual; uno del género experimenta el primer encuentro.
Miles, millones, no hacen más que acrecentar la magnitud de tal relación, y aunque fuera el caso que la inteligencia Ovni no tenga interés en comunicarse más profundamente, sus consecuencias se han desatado y la realidad se ha cambiado para siempre, todo lo demás solo son alternativas de un sendero de conocimiento e interacción. Pero en la realidad, millones de observaciones son iguales a millones de experiencias, millones de procesos individuales que transportan a sus núcleos, familias, vecinos, empleos, comunidades y sociedades la novedad de su vivencia. La identidad del interlocutor del contacto en la especie humana se halla repartida en millones de seres y por lo tanto recorre azarosos caminos hasta la asimilación global del contacto primario.
El tema no ocupa un sitial de importancia en nuestro mundo porque la gente está ávida de fantasías y nuevas religiones, o porque la prensa pretende llenarse los bolsillos con esta psicopatología de las masas, por el contrario, desde el comienzo en la raíz del contacto, o sea la simple experiencia del individuo, hay un progreso ascendente en la experiencia de un testigo que crece en el mismo sentido que sus enlaces sociales previos, a veces solamente por la seguridad que su testimonio ante sus círculos íntimos y sociales: fulano es creíble, es mi hermano, mi primo, mi jefe, mi empleado, etc.
La prensa podría dejar de escribir sobre los ovnis y las fuerzas oficiales no decir una palabra más al respecto y aún así las experiencias individuales seguirían influyendo en la sociedad. Esto quiere decir que el proceso de contacto no puede ser contenido por estrategias en los medios o comunicados de los gobiernos (si eso pretendieran deberían poder evitar las millones de experiencias que ocurrieron y, con seguridad ocurrirán en el futuro), podrían hacerlo más lento pero nunca detenerlo definitivamente.
La presencia sostenida de los testimonios son la base del poco o mucho saber de las masas y el caldo de cultivo para su explosión cíclica en el interés general que mueve a los medios a reflejar el entusiasmo por las noticias que la gente tiene en ese sentido.
Si hiciéramos un gráfico de como penetra en la sociedad el tema Ovni veríamos una flecha desde la base de la pirámide hasta su cúspide, no al revés. En tanto las macro decisiones de las políticas globales tienden a ir de arriba hacia abajo de la pirámide, las experiencias y reacciones que el fenómeno promueve escapan a los instrumentos de control por el cual todo mundo, gobiernos, grupos económicos, instituciones, corporaciones se alinean ordenadamente. Ello no solo marca la tendencia particular que perfila al tema como inasible, también señala una intención, y si esta intención es deliberada, además resultara inconveniente y peligrosa al orden regente.
Por ejemplo, la forzada idea que una raza de grises ha realizado un pacto con un grupo de personas de un gobierno -o de muchos- es esencialmente contraria al perfil de la casuística y la identidad global del fenómeno, no solo porque escapa a una innegable universalidad de los Ovnis sino porque intentan demostrar en los extraterrestres la proyección de una de las actitudes más negativas de nuestro propio genero: la conspiración