ENCUENTRO CON HUMANOIDES EN CHILE

Patricio Parente

Hace 76 años que se había alejado del planeta Tierra para cumplir con el camino que le marcaba su elípsis, pero ahora se dejaba ver nuevamente haciendo caso omiso a su periodicidad.

Era el año 1986, y aunque el cometa Halley iba a pasar muy lejos de la tierra, la prensa chilena había realizado una gran campaña que había entusiasmado a su pueblo; fue éste motivo suficiente para reunir a tres amigos que hacía mucho que no se veían: Sergio Venegas (21), Claudio Palma (19) y Arturo Quenaya (21).
El lugar de la cita era la localidad costera de Iquique (región de Taparacá, al norte de Chile) y era la noche que el gélido errante se mostraría más visible en aquella parte del planeta. Eran las 1AM, luego de haber llegado, estacionaron el vehículo cerca de un cerro y a orillas de un terreno baldío, posición de altura que aportaba una vista privilegiada.

Con objeto de apreciar lo mejor posible el fenómeno que se acercaba, traían consigo unos binoculares, pero no bien los acercaron a sus ojos divisaron otro fenómeno que parecía plagiar el que estaban esperando: »una luz redonda, con el tamaño de un melón» hizo su aparición, pero como si evitara que la confundieran con el cometa, no se encontraba sola »1,2,3… empezaron a aparecer».
Más impactante que la cantidad, fue el comportamiento que mostraban; se acercaban para serpentear entre las piernas de los jóvenes y por debajo del auto, para luego alejarse y repetir el juego nuevamente, y efectivamente un juego, porque no mostraban indicios de agresividad, es más »actuaban como unos niñitos».

Aunque sus desplazamientos no eran veloces, lo hacían a la misma altura, y copiando el relieve del terreno; y evidenciando aún más un esquema coordinado y predeterminado, tintineaban y arrojaban luces al unísono »como que se conectaban»; tratando de explicar los movimientos, Claudio comentaba: »actuaban igual que las abejas, porque eran movimientos totalmente inteligentes…parecía que nos estuvieran monitoreando».
Por más que no deducieran intenciones malignas, interactuar con lo desconocido, desconocer la naturaleza de un evento, implica falta de control sobre el mismo, por lo tanto, una reacción humana inevitable es el susto, es por eso que cuando una de las luces se metió debajo del vehículo e »iluminó todo» decidieron que la mejor solución era partir.

El regreso

Unos años después del episodio, y por razones de estudio, Claudio Palma se fue a vivir a una pensión de estudiantes en Santiago de Chile. Pasados 6 meses de su estadía, arribaron al lugar 2 personas mayores.
Tenían entre 50-60 años aproximadamente, pero había algo que a Claudio le llamaba la atención »andaban con cosas antiguas, desde el reloj antiquísimo de los años ’50, lápices viejos, papeles antiguos amarillos, un maletín antiguo, tipos totalmente fuera de la época».
El joven no se había quedado con la imagen visual, también tendría la oportunidad de asombrarse con el diálogo que luego iba a mantener con ellos. Entrando en confianza, los hombres se identificaron como exportadores de frutas secas, minerales y otras cosas, según ellos provenían de una ciudad de el sur; y partiendo de una simple conversación sobre la agricultura, pasaron por los incas y misteriosamente desembocaron en los ovnis.

Después del paseo discursivo que habían efectuado, los dos sujetos manifestaron sin rodeos tener contacto con extraterrestres, Claudio se sentía impactado, no tanto por el contenido del relato como por lo gratuito y repentino que era, fue así que »yo les dije, que buena onda, te felicito, a mí me gustaría tener contacto con extraterrestres»; frase que fue preámbulo de una contundente afirmación por parte de los sujetos: »ya lo has tenido».
Semejante aseveración calo hondo en el muchacho, de manera que como primera reacción mostró indiferencia a lo que había escuchado; siendo así uno de los hombres dijo »con esto te vas a acordar: líneas que dejan las luces en tus ojos»; de inmediato, un pequeño miedo recorrió el cuerpo de Claudio.
Como ya no podía evadir lo que pasaba, pidió una explicación sobre la observación de la que había sido partícipe; siendo así, los hombres le explicaron que las luces vistas no eran sino sondas extraterrestres, vida artificial de un nivel más bajo de lo normal, las cuales andaban buscando minerales, y principalmente agua (en ese sector existe un río subterráneo muy importante, porque es una estratégica reserva que existe en pleno desierto).
Para completar el cuadro de rareza, y lo más curioso al entender de Claudio, fue la enigmática desaparición de los hombres, »no pagaron la cuenta del hotel, estuvieron como 2 meses; un carabinero fue a ver la posibilidad de que fueran reales sus carnets, y lamentablemente eran falsos, los números de teléfono eran falsos, no existía tal empresa…».

LA CONEXIÓN: UN ACERCAMIENTO HIPOTÉTICO
En el momento que se toma la temática ovni en su conjunto, la monumentalidad y las características de la información hacen que todo el fenómeno parezca una excepción a los cánones humanos; algo que por su aparente lejanía y no ordinariedad se presenta como »algo distinto» de los episodios cotidianos que viven las personas.

Pero ¿qué sucede cuando dentro mismo de la casuística ovni, aparecen casos no convencionales para sus propias formas habituales de comportamiento? ¿Tenemos una excepción dentro de otra?
A primera vista, el caso de Valeriano Verdugo y el caso chileno parecieran ser pequeñas islas dentro del vasto océano de la conducta OVNI, es decir, dos hechos aislados que parecen cerrarse en sí mismos sin alterar la estructura de comportamiento OVNI, hechos casuales.
Desde otra perspectiva, se podría sugerir que tanto uno como el otro episidio, aunque no contradicen el modus operandi de los OVNIs, abre las puertas para el estudio de otra forma de interacción del fenómeno con los hombres. No se quiere decir que sea actual o nueva, sino que recién ahora la descubrimos.
Podríamos vislumbrar una hipótesis: los dos casos no son casuales, circunstanciales, sino que están relacionados por un mismo patrón de conducta.
Como argumento de respaldo a dicha hipótesis se esbozarán las características que poseen en común las dos experiencias vividas:

-Los OVNIs: son el requisito para ubicar los sucesos en esta página web. Son los elementos presentes en los casos, que por la conjunción de su forma de desplazamiento, su comportamiento y el contexto en que aparecen no muestran parentesco con hecho natural alguno o con tecnología alguna producida en la Tierra.

-Los hombres extraños: en las dos experiencias participan seres humanos que por su vestimenta, contenido discursivo, e identidad encubierta, crean una atmósfera de extrañeza para con los que están con ellos.

Estos hombres aunque varíen en cantidad, se los describe usando indumentaria antigua, »fuera de la época, pero bien vestidos'».

El misterioso maletín también es un elemento en común.
En cuanto a la desaparición sin dejar rastros, en el caso de Valeriano, el hombre desciende del vehículo en un lugar inhóspito y despoblado; en el caso de Claudio, los hombres desaparecen sin pagar la estadía y falseando su identidad.
Por último, mencionan elementos que se hallan en lugares cercanos, en el caso de Valeriano se habla del petróleo, y efectivamente en una zona donde hay yacimientos; en el caso de Claudio, los hombres enfatizan el agua, y en el mismo lugar del suceso se encuentra un río subterráneo(cabe aclarar que esta comparación no intenta esclarecer el objetivo de los ovnis, sólo se menciona como una simple analogía dentro de la conexión total)

-La relación de los hombres extraños con los OVNIs: aquí es donde se manifiesta lo novedoso. Personas que crean un clima inusual, de alguna forma se encuentran en conexión con los objetos anómalos divisados: en la experiencia de Claudio esto se hace explícito, las 2 personas le comentan que se comunican con seres no humanos, pero más importante, le cuentan la vivencia que él tuvo; por otro lado, en la experiencia de Valeriano, la relación está implícita, es decir, si bien »el hombre del gorro de paja» no verbaliza está vinculación, su sola presencia en el momento del hecho la confirma.
El ulterior punto contiene el germen de una nueva hipótesis que complementa a al anterior: los seres humanos bautizados como ‘extraños’ tienen una vinculación con los ovnis. No se dice que no sean humanos, como tampoco que se contacten con seres no humanos, solo se dice que están vinculados.
Es importante dejar claro que aquí no se pretende ni forzar, ni torcer semejanzas con el fin de adecuarlas a propuestas elaboradas a priori; por el contrario, aunque es inevitable tomar una posición al respecto, las sugerencias se elaboran a partir de los datos, los cuales pueden ayudar a interpretaciones futuras.
Por otra parte, creemos que estás hipótesis son embrionarias, no tanto por las deficiencia de la perspectiva tomada, como por los escasos datos que la generaron y la cantidad futura de los que la pueden falsear.
Por último, toda nueva idea implica sus propios riesgos, si los dos casos tratados demuestran la existencia de un comportamiento hasta ahora escondido dentro de la fenoménica, no hay mejor juez que el tiempo para conocer el veredicto