El caso Bariloche (1 parte)

Investigación realizada por Juan Pablo Gómez y Oscar Adolfo Uriondo
«A la memoria del Comandante Principal de Gendarmería Nacional Juan Domingo Gaitán»

J D Gaitan
«Muy pocas veces la opinión pública tiene la posibilidad de ver a experimentados pilotos testimoniar tan contundentemente un suceso de esta naturaleza.»
Agradecimientos:
A cada uno de los testigos, que en este trabajo se mencionan, que nos brindaron desinteresadamente su testimonio, en especial al Comandante Jorge N. Polanco, al 1ª Oficial Carlos A. Dortona, al Comandante Principal Rubén A. Cipuzak y a Berta y Silverio Cabral; al investigador Nestor Echarte y flia. (Bariloche); a Carlos G. Fernández (España), a Alberto Brunetti (GIFAD) por el material aeronáutico; a Claudio Miszka (CEFU) por el archivo periodístico; a Daniel López (Hemisferios) y a la Jefatura del Aeropuerto de San Carlos de Bariloche que nos permitió entrevistar a sus empleados y tuvo la amabilidad de enviarnos copias de los informes
A todos aquellos que, de una manera u otra, han colaborado con nosotros

El caso Bariloche

El Caso Bariloche es, indiscutiblemente, uno de los incidentes OVNI más importante no solo de la casuística argentina, sino incluso a nivel Internacional. Este suceso acontecido el 31 de julio de 1995 en la región de San Carlos de Bariloche (Pcia. de Rio Negro, Argentina) conmocionó a la opinión pública mundial como pocos casos lo han hecho hasta la fecha.
Prueba de ello es la inclusión del mismo como unos de los más destacados «Casos aéreos mundiales» en el recientemente difundido «Reporte Cometa». ¿Para que debemos prepararnos nosotros?». Dossier de noventa páginas elaborado por un grupo independiente integrado por calificados civiles y militares del Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional (IHEDN) de Francia que, antes de ser difundido, fue elevado para su conocimiento al presidente de ése país Jacques Chirac y a su primer ministro Lionel Jospin.
Y su importancia radica, creemos, no tanto en la extrañeza de lo observado (pues estamos de acuerdo que existen numerosos hechos más extraños aún, como el «fenómeno aterrizaje» o «los Encuentros Cercanos del 3ª Tipo», por ejemplo) sino en el comportamiento manifiesto de los fenómenos aéreos anómalos que esa noche se observaron en Bariloche y, por su puesto, en la calidad y cantidad de testigos involucrados. Muy pocas veces la opinión pública tiene la posibilidad de ver frente a una cámara de televisión a experimentados pilotos testimoniar tan contundentemente un suceso de esta naturaleza.
Por otro lado, el Caso Bariloche vino a suceder poco tiempo antes de otro hecho que se perfilaba como la noticia del año, en cuanto a OVNIs se refiere; estamos hablando de la filmación de la «autopsia de un ser extraterrestre» que a poco estaba de difundirse, y que había sido precedida de una intensa campaña publicitaria. Era sabido que si se comprobaba el fraude de la filmación -como muchos ufólogos ya sospechábamos y así lo hacíamos saber- ésta sería aprovechada por los grupos radicalmente escépticos para restarle credibilidad al Fenómeno OVNI y por consiguiente a la investigación seria del mismo.
Sin embargo, las intenciones de los «refutadores» no prosperaron porque para cuando las imágenes se transmitieron en exclusiva por un canal de televisión, los hechos de Bariloche todavía estaban demasiado frescos en la memoria de la gente y el ya confirmado montaje comercial tan solo pasó a hacer una anécdota, como muchas otras. Por el contrario, luego de lo acontecido en el aeropuerto rionegrino, muchas personas que daban poco o ningún crédito a los testimonios OVNI, han cambiado su parecer.
Cuando nos decidimos emprender la realización del informe, nos dispusimos primero, a ordenar todo el material periodístico que habíamos recogido y nos encontramos con una verdadera montaña de recortes de prensa y varias horas de grabación en audio y video de las entrevistas radiales y televisivas a, por lo general, tres de los numerosos testigos que participaron (Comandante de Aerolíneas Argentinas Jorge Polanco y los Comandantes de Gendarmería Nacional Juan D. Gaitán y Rubén Adolfo Cipuzak).
Pero a pesar de la masiva difusión, que nos permitió reunir una importante cantidad de material, comprendimos que la secuencia de los acontecimientos no estaba demasiado clara.
Entre las versiones periodísticas, e incluso entre los propios testigos, existían contradicciones que generaban lagunas al pretender reconstruir, paso a paso, los hechos. Por tal motivo, decidimos empezar de cero, iniciando una exhaustiva y metódica investigación, Investigación que nos obligó a viajar en dos oportunidades a la ciudad de San Carlos de Bariloche y a entrevistarnos con, al menos, dieciocho de los testigos involucrados. (Nos consta, por referencias periodísticas o propias de las pesquisas, que existieron algunos más pero que por una razón u otra no hemos logrado entrevistar.
Ellos serían: tres taxistas en el estacionamiento del aeropuerto; el Sr. Daniel Bereau, vecino de la ciudad de Bariloche, y el chofer y médico de la ambulancia de Gendarmería. Con éstos, el número ascendería a veinticuatro).
Además de las entrevistas de rigor, incluyendo al personal de la Fuerza Aérea en las mismísimas instalaciones del aeropuerto, hemos obtenido copias de los informes por ellos elaborados como así también de la transcripción de las comunicaciones entre las aeronaves en vuelo y la torre de control. Documentos, como se evidencia en sus páginas, que fueron elevados al Jefe de la Región Aérea Centro, del Comando de Regiones Aéreas de la Fuerza Aérea Argentina.
A la fecha hemos reunido el material suficiente, aún cuando quedan cabos por atar, para esbozar ciertas sospechas y descartar con fundamento las explicaciones que se han barajado; algunas, convengamos en aclarar, por demás insólitas y hasta poco serias esgrimidas, como no podía ser de otra manera, por conocidos escépticos que intentaron derribar el caso a poco de salir a la luz. Obviamente, y como ya es moneda corriente, sin siquiera tomarse la molestia de investigarlo a fondo. Pero….como bien dice el refrán «no hay mal que por bien no vega» pues sus pretendidas explicaciones ponen en evidencia el «rigor científico» que utilizan en sus investigaciones y dejan en descubierto las verdaderas intenciones: echar por tierra, sea como sea, un posible caso OVNI.
Para finalizar esta especie de introducción, el trabajo que ahora presentamos va a estar dividido en tres partes.
La primera con el inicio de los vuelos, su aproximación al aeropuerto de Bariloche y el avistamiento del matrimonio Cabral; en la segunda, se expondrá toda la secuencia, de acuerdo a nuestra investigación, de cómo se registraron los avistamientos principales hasta el aterrizaje de las aeronaves; y en la última el análisis de los hechos.
Por último queremos señalar que si bien éste no es el informe completo que hemos elaborado, el cuál es más extenso aún, gran parte del mismo está reflejado en las páginas siguientes, en exclusiva para Gaceta OVNI. Seguramente el lector se sorprenderá al descubrir hechos que no fueron contados en su momento y testimonios que nunca vieron la luz pública. Esperamos que éste trabajo sea de su agrado y que arroje algo de luz sobre lo ocurrido el 31 de Julio de 1995, en San Carlos de Bariloche.
Vayamos, sin más, a los hechos:

Los Hechos

Lunes. 31 de Julio de 1995. Capital Federal.
A las 18.30 horas aproximadamente, el vuelo 674 de Aerolíneas Argentinas (ARG-674) despegó del Aeroparque Metropolitano «Jorge Newbery» con destino a la ciudad de San Carlos de Bariloche, Pcia. de Río Negro; a donde tenía previsto llegar a las 20.27 h.
Al mando de la aeronave, un Boeing 727-200 trirreactor, estaba el comandante Jorge Nestor Polanco (42 años – más de 10.000 horas de vuelo); en el puesto de copiloto se encontraba el 1er. oficial Carlos A. Dortona (48 años – 9.000 horas de vuelo); y el ingeniero de vuelo Jorge Allende (36 años- 15 de experiencia aeronaútica). Ocasionalmente viajaba junto a la tripulación el Sr. Roberto Benavente, copiloto de Boeing 747.
En la cabina de pasajeros, que sumaban alrededor de un centenar, las azafatas cumplían con sus respectivas tareas.
En Capital Federal era una noche fría, con cielo completamente despejado y con excelente visibilidad, por lo que las condiciones para el vuelo eran óptimas. Minutos después del despegue, el 727-200 alcanzaba su altura crucero: 31.000 pies. (1)
Se conocía que en todo el sur de nuestro país se venían registrando temperaturas extremadamente bajas. La Patagonia estaba soportando uno de los inviernos más duros de los últimos tiempos; temporales de lluvia y nieve azotaban la región, provocando numerosos trastornos en la vida de sus habitantes.
El Aeropuerto Internacional «Tte. L. Candelaria», distante de la ciudad de San Carlos de Bariloche a 10 kilómetros, no estaba exento de los problemas que las grandes nevadas ocasionaban; sin embargo, el constante y tenaz trabajo de sus operarios permitía, hasta la fecha, el funcionamiento de sus instalaciones.(2)
Amén del frío imperante, las condiciones meteorológicas de esa noche en la ciudad rionegrina eran buenas. El cielo se presentaba parcialmente nublado, con nubes del tipo estratoscúmulus (Sc) pero, con muy buena visibilidad. (3).

Aeropuerto de Neuquén. Pcia. de Neuquén.

A las 19.50 h. aproximadamente, decolaba con rumbo a San Carlos de Bariloche, un avión Cheyenne PA 115, biturbohélice, perteneciente a Gendarmería Nacional (GN-705).
Su reducida tripulación estaba integrada por tres gendarmes: el piloto, comandante Juan Domingo Gaitán (15 años de experiencia, más de 8.000 horas de vuelo), el copiloto comandante principal Rubén Adolfo Cipuzak (comandante de la aeronave – 12.000 horas de vuelo) ; y por último – pero no por menos importante- por el mecánico de abordo, el sargento Joaquín Gómez.
La misión que tenían asignada era la de realizar un traslado sanitario(4) de Bariloche a Capital Federal.

Un «tránsito» no reportado.

A las 20.05 h. aproximadamente – según se desprende del testimonio del comandante principal Rubén Cipuzak- cuando sobrevolaban la región sur del lago del embalse de «El Chocón» – a 16.000 pies de altitud (5) y a una velocidad de 210 nudos (6)-, pudieron advertir el paso de un «tránsito»(7) que, a menor altura que la que ellos estaban, los sobrepasó por la derecha a gran velocidad, perdiéndose de vista rápidamente en dirección Sur…en dirección a Bariloche.
Esta aeronave, que los pasó «como poste parado» -a decir del comandante principal- se apreciaba como una luz roja que prendía y apagaba al igual que el beacom (la luz giratoria que señala el motor en marcha) de un avión. Según sus estimaciones, volaría entre los 6.000 y 8.000 pies de altura (1.800 y 2.400 m. respectivamente) sobre el río Limay o bien sobre la Ruta Nacional 237; es decir, unos nueve mil pies por debajo de los gendarmes.
A raíz de la velocidad que imprimió esa aeronave para perderse de vista en escasos segundos, ambos testigos pensaron que acababan de observar el vuelo de un jet militar. Sin embargo, nos confesaría el comandante principal Cipuzak, dos cosas le llamaron poderosamente la atención: Por un lado, su nivel de vuelo ya que para el testigo es inusual que un jet se desplazara a tan baja altitud, pues la particularidad que éstos aviones tienen es la de volar alto para evitar, entre otras cosas, un mayor consumo de combustible; y por otro lado, el hecho de que no se hubiera notificado con el aeropuerto de Neuquén (al cual los gendarmes habían abandonado radialmente segundos antes) ni con Ezeiza control.
¿ Un tráfico pirata?… la duda quedó flotando en el aire de la cabina.
A 80 millas del Aeropuerto barilochense.
A las 20.15 h. aproximadamente, y cuando el ARG-674 se encontraba a unos 145 kilómetros del aeropuerto de destino, manteniendo su altura crucero, los pilotos observaron que las luces de la ciudad de San Carlos de Bariloche -que desde esa posición eran perfectamente visibles- se apagaron. Ocurriendo lo mismo con las radioayudas de abordo que, precisamente, es el instrumental que recibe la señal de tierra.
Al instante, desde el aeropuerto barilochense, se comunicó con la tripulación el Sr. Gustavo Bianchi (despachante de vuelo de la compañía), para informarles que un apagón se había cernido sobre toda la región.
De forma inmediata, el copiloto Carlos Dortona puso al corriente de los hechos a Ezeiza Control, quién a su vez notificó la novedad a la aeronave de Gendarmería.
Dada las circunstancias, y a pesar que desde el boeing 727-200 fue solicitada la correspondiente autorización a Ezeiza control para iniciar una espera, los pilotos prefirieron aminorar la velocidad y continuar con la aproximación a Bariloche, aunque manteniendo la altura crucero.(8)
En definitiva, era cuestión de esperar unos minutos; el tiempo suficiente hasta que el aeropuerto pusiera en funcionamiento su equipo electrógeno. Por otro lado, existía la posibilidad que la energía eléctrica de la ciudad se restableciera rápidamente.
Ahora bien, si por el contrario ambas cosas no sucedían, entonces sí, el ARG-674 debía ajustarse a una «alternativa»(9).
Claro que, para beneficio de la tripulación y de los pasajeros, ésta no fue necesaria pues habiendo transcurrido unos cinco minutos, el aeropuerto comenzó a operar con su grupo auxiliar de energía. Y desde la torre de control, se entabló la primera comunicación radial.

Ubicación geográfica y características de la región.

La ciudad de San Carlos de Bariloche, «capital del turismo invernal», se encuentra en la provincia de Río Negro, al sur de nuestro país, a 1.583 Km. de Capital Federal y a tan sólo 80 kilómetros de la frontera con Chile.
Recostada a orillas del Lago Nahuel Huapi y rodeada por imponentes cerros andinos, fue fundada oficialmente el 3 de Mayo de 1902, teniendo en la actualidad unos 100.000 habitantes.
Sus hermosos paisajes – montañas nevadas, bosques y lagos – la convierten en uno de los centros turísticos más importantes de la República Argentina. Tal es así que recibe medio millón de turistas por año
En lo que respecta a las características de la región, la carta topográfica del Instituto Geográfico Militar (1984) nos dice, «…es posible distinguir dos ambientes bien diferenciados: al oeste, el cordillerano, y al este, el de las mesetas. Al primero corresponde un paisaje más moderno, con picos elevados como el cerro «TRONADOR», de 3478 m, que debe su nombre al sonido que produce la nieve y el hielo al desprenderse por sus laderas.
Cercanos a San Carlos de Bariloche se destacan los cerros » OTTO» «CATEDRAL» y «LOPEZ». En el limite con Chile la cordillera se interrumpe de a tramos configurando pasos que permiten el tránsito entre ambos países, como el de Pérez Rosales y el de Buriloche, usados por los aborígenes, que dio nombre a la zona.
La acción de los glaciares modeló el relieve originando valles y lagos que deben a ellos sus formas alargadas y sus profundos brazos.
Su posición, al sur del País y cercana a la influencia de los vientos provenientes del Océano Pacifico hacen que esta región se encuentre dentro de un clima frío húmedo que se va haciendo más árido hacia el este.
Este cambio en las condiciones climáticas es la esencia del contraste de paisajes entre la montaña y la meseta».
A 11 kilómetros al Este de la ciudad, sobre la Pampa del Nahuel Huapi, se levanta el Aeropuerto Internacional «Tte. L. Candelaria», que fuera el escenario principal de los hechos.
Emplazado a 845 metros sobre el nivel del mar, tiene una sola pista de aterrizaje, la número 28 -de 2.348 m. de largo, por 49 m de ancho-, orientada aproximadamente de Este a Oeste (con mayor precisión entre los 100 y 280 grados). Todos los aviones deben aterrizar y despegar contra el viento, que es predominante del Oeste – Noroeste.
El procedimiento de aterrizaje y despegue de aeronaves se realiza mediante instrumentos (V.O.R.,D.M.E, GP, etc.).
Un «detalle» importante – y para muchos desconocido- es que éste aeródromo no cuenta con equipo de radar alguno (a decir verdad, como muchos otros en la República Argentina). Por un lado resulta sumamente crítico al tratarse de una región de frontera internacional (Chile); por otro lado, el radar hubiera sido, indudablemente, una pieza clave para la investigación del incidente.

Avistamiento en Dina Huapi.

Dina Huapi es un apacible barrio recostado a orillas del Lago Nahuel Huapí, a 16 km al noreste de la ciudad de Bariloche -camino a Neuquén-, y a 7 km. -en línea recta- al norte del aeropuerto. Pertenece al Departamento de Pilcaniyeu y tiene aproximadamente 1.500 habitantes permanentes.
Aquí vive el matrimonio Cabral, quienes aseguran haber presenciado las evoluciones de un Objeto Volador No Identificado durante el apagón de energía eléctrica ocurrido en la región, la noche en cuestión.
Silverio Ramón Cabral, de 64 años, jubilado de la fuerza policial (se retiró con el cargo de Suboficial Mayor), vive con su esposa, la Sra. María Berta, de 51 años, en un sencillo pero hermoso chalecito ubicado a 150 m. del lago y a 200 m. de la Ruta Nacional 237 (RN 237); ruta que une la ciudad de Bariloche con Neuquén.
Durante la entrevista que mantuvimos en Dinahuapi, el 7 de Noviembre de 1996, y a pesar del tiempo transcurrido, todavía se podía percibir en ellos esa típica sensación – una mezcla de emoción y excitación- que les producía el hecho de revivir los acontecimientos. Este respetado y, a primera vista, sincero matrimonio jamás imaginó lo que esa «luz intensa color naranja con destellos verdosos» produciría en sus vidas.
No dudan en lo más mínimo al afirmar que, desde la noche de la observación, sienten y viven con una paz y una armonía que antes del «encuentro» no experimentaban; «…todo quedó tranquilo – nos expresó la Sra. Berta – parece que vino una paz para nosotros que a mí me cambió y a él – refiriéndose a su esposo – también…». Una frase, por cierto, que la testigo repitió una y otra vez a lo largo de la charla.
Todo comenzó a las 20.15 horas aproximadamente, cuando el apagón de energía eléctrica los sorprendió mientras miraban un programa de televisión. La noche, recuerda el Sr. Cabral, se presentaba muy fría… «según nuestro termómetro de pared en ese momento hacia aproximadamente 17º bajo cero; estaba toda helada la ruta, no andaba nadie». Temiendo que el corte de energía se prolongara por muchas horas, y como no querían quedarse sin cigarrillos, Silverio le propuso a su esposa de ir con el automóvil hasta el comercio más cercano. Un autoservicio ubicado a pocas cuadras de la casa y a metros de la RN 237.
Inmediatamente, y luego de abrigarse lo suficiente, salieron de la casa para introducirse en el automóvil (un Fíat Regatta 2000) que, probablemente a causa del intenso frío reinante, inicialmente no respondió al arranque, por lo que Silverio se vio obligado a bajarse para revisar la falla: «Abrí el capó y di unos golpecitos al burro de arranque, y arrancó… esas casualidades viste, coche nuevo, te podes imaginar que no falla nunca…», una vez en marcha partieron.
Las secuelas de las intensas nevadas que azotaban por esos días la región, eran perfectamente visibles en los caminos; estos estaban poco menos que intransitables debido al hielo y a la abundante nieve acumulada: » Andar sobre el asfalto de la ruta -explicaba Silverio- era como andar sobre jabón…el coche no te respondía…». Por tal motivo, la señora Berta, que iba al volante, decidió transitar por una calle paralela a ésta que, al ser de tierra, era mucho menos peligrosa.
Siendo las 20.25 h. aproximadamente, el Fíat aparcó en la puerta del negocio. El matrimonio descendió e ingresaron presurosos al local. Bajo la tenue luz de un farol de noche compraron dos atados de cigarrillos y, luego de intercambiar saludos con el comerciante, regresaron rápidamente al automóvil. Tras realizar una maniobra, un giro a la derecha de 180 grados, detuvieron su marcha para cruzar la ruta. (Como se aprecia en las fotografías ésta se encuentra un poco más alta que las calles laterales, por lo que se debe ascender una leve pendiente, permitiendo tener, desde el interior del automóvil, un mayor ángulo visual en altura)
Fue Silverio, cuando se disponía a limpiar el empañado parabrisas del coche, quién observó en primera instancia al OVNI: -«¡Pará, pará!; ¡mirá que luz rara tiene ese avión!»- le dijo a su esposa en una primera reacción, mientras apuntaba al cielo. Berta inclinó levemente hacia delante su cabeza y al descubrir lo que su marido le señalaba exclamó con asombro: «¡Ay Dios mío! ¡¿Qué es eso?!»-. A través del parabrisas, arriba y a la izquierda, un objeto intensamente luminoso se recortaba en el oscuro cielo.
El matrimonio Cabral está muy acostumbrado a observar el paso de los aviones, pues diariamente sobrevuelan su casa; por lo que saben reconocer y diferenciar perfectamente, las diferentes luces que estos poseen, con lo que en ese momento estaban contemplando.
Ese cuerpo luminoso, según el relato de los testigos, estaba suspendido sobre el lago Nahuel Huapí, a considerable altura, en dirección Sudoeste.(10)
El cielo se presentaba con algunas nubes muy tenues -como «gacitas»- pero en ese sector estaba completamente despejado, o sea que la visión era óptima. La distancia no la supieron precisar pues la oscuridad de la noche no permitía puntos de referencia alguno, aunque Silverio en más de una oportunidad arriesgó que, a su parecer, podía encontrarse a la altura de las instalaciones de Canal 6 de televisión; ubicado a la vera de la RN 237 y la intersección del camino que conduce al aeropuerto, a 10 km. de la posición de los testigos.
La descripción del fenómeno, según se desprende de sus testimonios, se ajusta a una fuente de luz ámbar de una dimensión importante (como el reflector principal de un avión comercial, a no más de 3.000 m de altura, como es característico en la altitud de los vuelos en esa zona; de ahí su primera reacción en pensar en un avión) pero con la particularidad de irradiar hacia abajo su luz en forma de haces » como rayos láser «-a decir de los testigos – (obviamente esto último en sentido figurativo) del mismo color (ámbar) pero acompañados por tonalidades verdes y azuladas como la luz emanada de un soldador autógeno. Esos «haces», según nos aclaró Berta, no eran lo suficientemente prolongados como para llegar al suelo sino que se iban «diluyendo» a medida que se extendían hacia abajo hasta desaparecer.
Otro detalle destacable era que «Por momentos parecía que se desvanecían, y no, volvía la luz como dándose energía…»- expresó Silverio. Y en ese aumento de intensidad la tonalidad pasaba a un anaranjado intenso («naranja fuerte», para el testigo). Para la señora Berta, lo observado le recordaba a «una ducha de baño», porque esos haces de luz salían del cuerpo principal de la misma manera que el agua (con el efecto lluvia) lo hace de una ducha.
Ahora bien, la fuente o cuerpo de tan intensa luminosidad no la pudieron distinguir; sin embargo, por el contorno que esas luces le daban, podría tratarse de un objeto circular u ovalado. Ante nuestra pregunta si percibieron algún sonido, su respuesta fue negativa. Cabe señalarse que durante toda la observación ambos permanecieron en el interior del automóvil.
Decididos a descender del coche, Berta puso primera y cruzaron la ruta. Cuando detuvo la marcha sobre un costado, y en el preciso momento en que su esposo se disponía a bajar, el cuerpo luminoso se alejó en dirección sudeste… hacia el aeropuerto, pero a una velocidad asombrosa, imposible de calcular: «…mucho más ligero que la propia vista…»- nos diría la testigo.
Para el matrimonio, una de las cosas más sorprendente de la observación, fue la velocidad que imprimió en su alejamiento, o mejor dicho, en perderse de vista en segundos: «…hizo así para allá (Silverio señalaba hacia el sudeste) y desapareció… Lo habremos visto unos metros y ya no estaba».
Huelga decir que resulta harto frecuente escuchar éste tipo de descripciones de boca del o los testigos cuando pretenden dar una idea de cómo son las tremendas aceleraciones del fenómeno OVNI. Aceleraciones que no permiten observar la trayectoria completa de su alejamiento; a diferencia de lo que ocurre con cualquier tipo de avión, por ejemplo.
Luego de escudriñar todo el firmamento en busca del fenómeno, y sin obtener resultados positivos, el matrimonio emprendió lentamente el regreso a su hogar. A pesar de que la experiencia había durado unos 10 segundos, a ambos le fue imposible borrar de sus mentes lo que acababan de presenciar, y preguntándose que era aquello, arribaron a la casa. Berta ingresó el coche en el garaje y Silverio procedió a taparlo con una manta. Luego se dirigieron al interior de la vivienda, percatándose que la energía eléctrica se había restablecido…ya eran poco más de las 20.31 horas.(11)
A partir de ese momento, se sintieron muy confundidos, no pudiendo dejar de pensar en lo observado. La extraña luz los había impresionado a tal extremo que, esa noche, les resultaría difícil conciliar el sueño. Al respecto, Silverio nos expresó: «…llegamos a la casa y yo quedé tan sorprendido que le digo a mi esposa: – Berta, es una cosa fuera de lugar lo que nosotros vimos…-; y todavía no miramos televisión. ¡Nos olvidamos de la televisión!…¡Y vos sabes que esa noche yo no dormí!…estaba mi pensamiento en el objeto que habíamos visto y a cada rato le comentaba a mi esposa: ¡ Qué cosa rara lo que vimos!..».
A lo que Berta acotó: » Quedamos tan sorprendidos y shockeados -pero mal no, bien – que nos pusimos a jugar a la baraja y él no se podía concentrar…»; «incluso hasta el día de hoy cierro los ojos y parece que lo estuviera viendo».
Pero la incertidumbre de los Cabral no tardaría mucho tiempo en despejarse. A la mañana siguiente, y a través de su programa radial de «FM Bariloche», el periodista Carlos Calvo, daba a conocer la sensacional noticia : El avistamiento de un OVNI llevado a cabo por parte de la tripulación de un avión de Aerolíneas Argentinas que se disponía a aterrizar en el mismísimo Aeropuerto de la ciudad de Bariloche; pudiendo ser avistado también desde tierra, por algunos operarios del aeródromo.
A raíz de esta información, Silverio no dudó en comunicarse con la emisora para relatar lo por ellos observado…

NOTAS DE LA PRIMERA PARTE

*Instituto Geográfico militar. Carta topográfica (1984)
(1) Un pie equivale a 30 centímetros. 31.000 pies es igual a 9.300 m.
(2) Cabe señalar que a causa de las intensas nevadas que continuaron castigando a la región, el aeropuerto quedó inoperable el día miércoles 2 de Agosto.
(3) Los stratoscúmulus son nubes bajas que se encuentran normalmente entre los 600 y 1.500 metros de altura. (Stratoscúmulos : Banco, velo o capa de nubes grises o blanquecinas, o grises y blanquecinas…con forma de losas, de guijarros, de rodillos, etc. ; de aspecto no fibroso…Pueden ser traslúcidos e incluso deja ver, por algunos sitios, al azul cielo.- Meteorología para aviadores – Editorial Paraninfo – Autor : Willy Eichenberger)
(4) El GN-705 volaba a la ciudad de San Carlos de Bariloche a buscar a un bebe que debía ser operado de urgencia en un sanatorio de Capital Federal.
(5) 4.800 metros.
(6) 1 nudo equivale a unos 1,85 Km./h.. En este caso la velocidad era de unos 388 km./h
(7) «Tránsito» en el argot aeronáutico es otra aeronave en vuelo.
(8) Cabe señalarse que el avión de Aerolíneas Argentinas no llegó a realizar una espera de 8 o 10 minutos, a 100 millas del aeropuerto, como había declarado el Comandante Jorge Polanco. Según nos expresó el 1ª Oficial Carlos Dortona, tan solo se limitaron a disminuir la velocidad y a no iniciar el descenso, por si acaso debían buscar un aeropuerto alternativo. Y tanto los horarios y las distancias que se registran en la transcripción de la Torre le dan la razón al copiloto.
(9) Alternativa . El Reglamento de Vuelo, en su 7a. edición, del año 1988, define al aeródromo de alternativa de la siguiente manera: Aeródromo de alternativa: Aeródromo al que podría dirigirse una aeronave cuando fuera imposible o no fuera aconsejable dirigirse al aeródromo de aterrizaje previsto o aterrizar en el mismo. Existen los siguientes tipo de aeródromos de alternativa :
«Aeródromo de alternativa post-despegue : Aeródromo de alternativa en el que podría aterrizar una aeronave si esto fuera necesario poco después del despegue y no fuera posible utilizar el aeródromo de salida.
Aeródromo de alternativa en ruta : Aeródromo en el que podría aterrizar una aeronave si esta fuera objeto de condiciones anormales o de emergencia en ruta.
Aeródromo de alternativa de destino : Aeródromo de alternativa al que podría dirigirse una aeronave si fuera imposible o no fuera aconsejable aterrizar en el aeródromo de aterrizaje previsto.
Nota : El aeródromo del que despega un vuelo también puede ser aeródromo de alternativa en ruta o aeródromo de alternativa de destino para dicho vuelo.»
Por consiguiente, el vuelo 674, tenía la opción de aterrizar en el aeropuerto de Neuquén o en su defecto, regresar a Aeroparque.
(10) Efectivamente, y de acuerdo a los cálculos obtenidos «in situ», el fenómeno era observado entre los 240 y 270 grados de acimut y la altura, en grados, se estimó en 35º o 40º aproximadamente.
(11) En más de una oportunidad se dijo, y se escribió, que el avistamiento de éste matrimonio aconteció en una ultima instancia de los hechos acontecidos esa noche. Ubicándolo erróneamente en la etapa que ocurriera 30 minutos después, cuando el avión de aerolíneas efectuaba el «escape» mientras la tripulación del avión de Gendarmería llevaba a cabo su observación. Pero como vimos, el matrimonio Cabral fueron los primeros y no los últimos en observar uno de los fenómenos aéreos anómalos de esa noche y durante el apagón de energía eléctrica que dejó a oscuras la región
Jorge Polanco
Cipuzak

Dortona

B Cabral

S Cabral