UNA EXTRAÑA HUELLA EN CORNANDA

Carlos Fernández

En una pequeña aldea cercana a Santiago de Compostela, aun se puede observar un enorme cráter de 15 metros de diámetro, donde la vegetación, los árboles y la tierra hasta un metro de profundidad fueron despedidos violentamente.

Las curvas de la estrecha carretera parecían cada vez más cerradas, y la lluvia dificultaba aun más nuestra travesía entre bosques poblados de pinos y eucaliptos, y caseríos casi deshabitados. Nuestro destino era una pequeña aldea llamada Cornanda, ubicada en el Ayuntamiento de Brión, a unos veinte kilómetros de Santiago de Compostela (Galicia-España). En un monte cercano a esta pequeña aldea, se había encontrado el 5 de noviembre del 2000 un extraño cráter que llamó la atención de algunos medios de comunicación, pero también de investigadores y multitud de curiosos.
Luego de atravesar varios kilómetros entre un paisaje intermitente de montes y pastizales, llegamos a este pequeño pueblo de poco más de una docena de habitantes.
El «fenómeno» -como le llaman los vecinos de Cornanda- se encontraba en un monte cercano, en las afueras del caserío, siguiendo un estrecho camino forestal, que solo se puede transitar a pie. Dejamos atrás la última casa del pueblo, y tras caminar unos doscientos metros, encontramos la misteriosa huella en el borde mismo del camino. Y lo que allí pudimos ver, no nos dejó indiferentes.

El monte fue arrasado

Según nuestras mediciones, la huella tenía una forma irregular, aunque semejaba un círculo de unos 15 metros de diámetro, situado en un monte que tenía una fuerte pendiente. En su interior, no quedaba nada más que grandes piedras que afloraban en la superficie y tierra muy compacta y estéril. Todo lo que se encontraba en su interior fue despedido violentamente, para caer finalmente por debajo de los límites del cráter.
Grandes pinos de docenas de metros de altura, fueron arrancados de raíz y violentamente impulsados monte abajo, la pequeña vegetación que los rodeaba y hasta un metro de tierra, fueron literalmente arrasados. Otros árboles, situados por debajo de la huella, habrían caído también porque la tierra que cobijaba sus raíces había desaparecido. La primera impresión que tuvimos era que o bien algo habría explotado en el interior del cráter, o como si algo hubiera caído violentamente sobre este monte y hubiera lanzado los árboles hacia abajo. Pero no adelantemos hipótesis, porque los efectos del «fenómeno» no acababan en la huella.
A pesar de la intensa lluvia, bajamos por la ladera del monte, partiendo desde la propia marca. Y el paisaje seguía siendo dantesco. Tal como se apreciaba desde arriba, la pequeña vegetación que rodea los árboles fue arrasada, junto con enormes cantidades de tierra. Los grandes pinos se mantuvieron en pié, aunque buena parte de sus raíces quedaron al descubierto. Los pequeños árboles habían sido arrancados o se encontraban aun aferrados a la tierra, pero al ras del suelo y en la dirección de caída. Enormes ramas se encontraban por todas partes y también restos de troncos y piedras.
Continuamos bajando a través de la ladera del monte, y el paisaje no cambiaba. La devastación había dejado un rastro uniforme donde solo habían quedado en pié los grandes árboles. Ciento cincuenta metros más abajo de la huella, el monte termina en una finca llana, que también había sufrido los efectos del «fenómeno». Y allí encontramos una pista de cual podía ser el agente que había provocado tal devastación: el agua.

Grandes cantidades de agua

La finca que se encontraba al pie del monte, tenía un aspecto muy particular. A la altura de la huella, la finca presentaba una franja perfectamente delimitada de unos diez metros de ancho. Por un lado había restos de ramas y pequeños árboles, y por el otro un rastro de pequeñas piedras y tierra, que delimitaban y evidenciaban el paso de grandes cantidades de agua. Asimismo, la hierba parecía «peinada» en la dirección por donde habría discurrido el agua, en contraste con la del resto de la finca que se encontraba erguida y con un aspecto más saludable. Al final de la finca, de unos cincuenta metros de largo, y en un escalón del terreno, encontramos más restos de sedimentos y vegetación que habían sido arrastrados desde el monte, seguramente por una colosal cantidad de agua. Pero antes de perfilar las hipótesis, nos quedan algunos datos por comprobar. Un testimonio podría aportar datos sobre que es lo que ocurrió en este monte de Cornanda.

Como una excavadora

Preguntamos a buena parte de los vecinos de la aldea, y la mayor parte de ellos no habían visto ni oido nada. El único testimonio que pudimos encontrar es el de María Barbazán Alfonsín, que asegura haber escuchado un ruido muy fuerte, «como de una excavadora» que provenía de un monte de pinos cercano a la aldea. «Yo estaba afuera y escuché este ruido, pero no vi nada», asegura María. Dos días después otro vecino encontró el enorme cráter que sería reclamo de numerosos investigadores y curiosos.
Otro de los datos que no podemos dejar pasar por alto antes de aventurar cualquier hipótesis, es que existe otra huella de idénticas características, distante a tan solo diez kilómetros de Cornanda.

La huella de Cando

La mañana del 18 de enero de 1994, numerosos testigos ubicados entre Santiso y Muros, pudieron observar un objeto luminoso que llevaba dirección este-oeste. La trayectoria de este OVNI parecía descendente y según parece, acabaría su viaje en una pequeña aldea cercana a Serra de Outes: Cando de Arriba.
Siguiendo por una estrecha pista de tierra que sale del centro del caserío, y a tan solo unos metros de una casa, se encontraba la huella, hoy prácticamente desaparecida. En la ladera de un monte de mediana pendiente, existe un claro de más de 300 metros cuadrados de superficie y uno de profundidad, donde los árboles, la vegetación y la tierra que falta fueron devastados violentamente. Enormes pinos volaron arrasando parte del bosque, para caer cien metros más abajo.
El Observatorio Astronómico Ramón María Aller, de Santiago de Compostela, elaboró un completo informe sobre el incidente y descartó que la «cova» de Cando se haya producido por causas naturales. la ausencia de elementos extraños y la trayectoria del objeto permiten que se descarte la posibilidad de un meteorito o cualquier objeto similar. Entre las hipótesis barajadas por los investigadores, figura la de un experimento militar que se habría probado en secreto en tierras gallegas.
Debido a la sorprendente similitud entre ambas huellas, habrá que plantearse si se trata de un fenómeno idéntico, separado solo por diez kilómetros de distancia y algo más de seis años de tiempo. Pero ¿De qué fenómeno se trata?

Algunas teorías

Quizá por azar, nos encontramos en Cornanda con algunos investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela, que se encontraban allí para observar y estudiar los efectos del curioso fenómeno. Entre ellos, se encontraba el Catedrático de Edafología Francisco Díaz-Fierros Viqueira, quien sugirió que el fenómeno era evidentemente hidrológico, y como hipótesis aventuraba la suma de varios factores como una bolsa de agua, el fuente temporal y un corrimiento de tierras, aunque aseguró que «no se puede dar una respuesta definitiva». Sin embargo, subrayó el «carácter violento» del fenómeno, que seguiria siendo estudiado con el fin de obtener más datos. Otro de los investigadores allí presentes, es el director del Observatorio Astronómico Ramón María Aller, José Antonio Docobo, quien había sido uno de los más conocidos investigadores del caso de Cando, llegando a publicar el caso en la revista Nature, declaró que «este fenómeno es muy parecido al de Cando, por lo cual podría también tener un origen hidrológico». «Quizá solo ha sido una coincidencia en el tiempo el paso de un meteorito» agregó Docobo.
Acompañando a estos investigadores, se encontraba también el agente forestal del Servicio de Medio Ambiente de la Xunta de Galicia, José Antonio Ferreira, quien apostilló que «no se han producido casos parecidos en los últimos años, exceptuando el de Cando».

¿Qué ocurrió en Cornanda?

Las hipótesis de los expertos apuntan a un cúmulo de coincidencias, donde una bolsa de agua, un fuerte temporal -que efectivamente se produjo el día 5 de noviembre del 2000- y la debilidad del suelo. Pero ¿fue realmente una bolsa de agua? No parece probable que una bolsa de agua pueda mantenerse en una profundidad tan escasa, y en un terreno en pendiente, donde la presión no habría dejado que el agua se acumulara. Aun así, ni todo el volumen del cráter lleno de agua podría desencadenar una devastación, que se extendió por una superficie de más de 30.000 metros cuadrados. ¿Cayó el agua de arriba? ¿Fue una ‘nube que descargó’, como creen algunos vecinos? ¿Dónde surgió tanta agua como para arrancar árboles de raíz con tanta violencia? Quizá las respuestas surjan de nuevos datos e investigaciones.

Un fenómeno similar hace cien años.

El ufólogo Marcelino Requejo encontró una referencia a un caso similar al de Cornanda, que data de principios del año 1900. La Gacetilla del Reino de Galicia, en su edición del 17 de enero de 1900, hace referencia a una «fuerte detonación» que escucharon los vecinos de un pequeño pueblo llamado Ferreiros de Valboa. Según esta crónica, en una ladera de las montañas cercanas a la aldea, se encontró un agujero de más de cinco metros de diámetro, donde …»La tierra saltó como si de un tapón de botella de champan se tratase, yendo a caer mezclada por la montaña abajo a una extensión de 40 a 50 metros».
La escueta crónica hace referencia también a la magnitud del ruido, asegurando que un vecino que vivía en las inmediaciones sufrió un desmayo en ese momento.
Esta noticia, salvando el tiempo transcurrido y las dimensiones, podría describir perfectamente el suceso de Cornanda

Un extraño «meteorito»

Cuando miembros de Observatorio astronómico de Santiago de Compostela estudiaron la huella de Cando -sorprendentemente similar a la de Cornanda, la asociaron con la caida de un «meteorito» que habría sido observado el 18 de enero de 1994 desde diferentes latitudes en un radio de 50 kilómetros alrededor de Santiago de Compostela. Las investigaciones realizadas por J.A.Docobo y V. Tamazián, determinaron que -por las caracteristicas del fenómeno observado y especialmente por su trayectoria- no podía tratarse de un bólido. Y sin dejar de asociar el fenómeno observado con la huella, propusieron otras explicaciones alternativas a la caida de un meteorito en esas latitudes.
Pues bien, según los datos que pudimos recoger personalmente entre testigos de aquella observación y los que impecablemente describen Docobo y Tamazián en su informe, no queda muy claro que la trayectoria descendente del objeto observado aquel día, fuese a «caer» en Serra de Outes, ya que no todos los testigos describen la misma trayectoria. Tampoco está muy claro que la huella se hubiera producido ese día, ya que los investigadores del Observatorio Astronómico de Santiago no tuvieron conocimiento de la huella hasta tres meses después de haberse producido, y los vecinos no recuerdan la fecha exacta cuando se produjo.
¿Tienen las huellas de Cando y Cornanda la misma apariencia y distinto origen? O por el contrario la observación de un supuesto OVNI en enero de 1994 no tiene nada que ver con la huella encontrada en la aldea de Cando de Arriba