LA BÚSQUEDA MÁS IMPORTANTE (3 PARTE)

Daniel López

Si el fenómeno es de verdad inteligente e insiste en mostrar una faceta mas que otra quizás ello signifique que por ese preciso vértice debemos orientar la búsqueda y dejar de insistir con que estableceremos alguna relación puramente tecnológica o un diálogo telepático entre humanoides».

«Hay que tomar un protagonismo muy relativo de todos modos. Si la voluntad existe y los encuentros en tal o cual región tienen alguna premeditación y propósito, el investigador siempre resulta un elemento exterior, ajeno al proceso e invadiendo un supuesto teatro de operaciones»

LA BÚSQUEDA DE LA INTELIGENCIA

Está claro que al comenzar una evaluación sobre la «inteligencia» ponemos en la palestra una dinámica sugestiva que se puede entender como «conducta».
Esta dinámica refleja movimientos no convencionales ni atribuibles a efectos ambientales físicos, electrodinámicos, climatológicos, etc.
Es lícito pensar que la casuística que comprende a encuentros con unidades antropomorfas ligadas en escena a objetos de apariencia tangible con presunción tecnológica y elementos enlazados por descripción a estructuras complejas de transporte deberían ser la solución decantada a la pregunta inicial sobre si el fenómeno tiene un origen inteligente. De las experiencias aportadas testimonialmente surge una sustanciosa tendencia a la identificación de dicha «voluntad» representada en esos seres o navíos que suponen tecnología, inteligencia y civilización.
Empero esto es naturalmente aceptable dentro del marco general de casos y ocupan un sitial de extrema importancia, también es cierto que aportan un número ínfimo y cuya infrecuencia estadística los pone lejos de cualquier intento de exploración experimental, por lo tanto son más inasibles que el resto de las facetas comunes o constantes.
Cuando la decisión es justamente buscar «inteligencia», por una extraña corriente indomeniable, debemos recurrir a los fenómenos que sí muestran mayores posibilidades de evaluación y hasta de acercamiento. Es muy importante seguir la pista de los datos casuísticos, la temporalidad, la territorialidad, porque son, evidentemente, las porciones más claras y seguras de encontrar amén que no se avengan al estereotipo de contacto o experimentación que buscamos, esto es: si el fenómeno es de verdad inteligente e insiste en mostrar una faceta más que otra quizás signifique que por ese preciso vértice debemos orientar la búsqueda y dejar de insistir con que estableceremos alguna relación puramente tecnológica o un diálogo telepático entre humanoides. La humanización del enigma Ovni no debe llegar al límite de obligarlo a realizar una acción ajena a su naturaleza y propósito solo por el hecho que se acomoda a una serie de supuestos culturales que teñimos de «normalidad».
Es patético y ejemplificador de nuestra condición escuchar a los hombres adscriptos a disciplinas científicas decir que si estas inteligencias «existen» deben elegirlos a ellos por sobre el resto de las personas para entablar un primer diálogo. No solo es desmerecedor de la condición sencilla de los verdaderos observadores, también es una advertencia sobre las capas sociales y los prejuicios que nos dominan y separan.

LOS OBJETOS Y LA INTERACCIÓN
En tanto el encuentro en la tercera fase, o sea la visualización de humanoides, como dijimos, es cuantitativamente menor, no es el único factor de interacción presente en la estadística.
La definición de interacción OVNI supone toda relación dinámica entre el fenómeno y el testigo marcando verdaderos hitos en los que se hallan presentes complejos y a la vez sencillos procesos de inducción y respuesta.
La interacción hace notar una expresión de conducta o movimiento deliberado que refiere a «voluntad», o cuando menos a la imposibilidad que la dinámica desarrollada entre testigo y objeto sea únicamente una falsa percepción del testimoniante o se explique por medio de complejidades físicas no bien evaluadas.
Cuando la referencia alcanza posiciones significativas de independencia de todos estos elementos atenuantes surge la inevitable consideración de un acto adrede.
Son las vivencias, tantas veces reiteradas en esta página, de persecuciones, de acercamientos, de relación antropocéntrica que configuran el sustento de acciones deliberadas aunque carentes de «mensaje».
El mensaje es subyacente. La expresión de la dinámica es una declaración de voluntad a pesar de su falta de «diálogo» o presencia humanoide.
En este punto todo el fenómeno, pero especialmente el luminoso, sugiere que la estructura OVNI se independiza de la apariencia morfológica para tornar todos sus elementos constitutivos como piezas de expresión, que suman dinámica, estructura, temporalidad y territorialidad como un conjunto sólido que responde a un fin o propósito.
Ver este sutil aspecto casuístico integrando un profundo y desapasionado conocimiento estadístico es el paso fundamental para elaborar un plan de exploración donde no se echa en suerte la posibilidad de establecer contacto visual e interacción. No es un mensaje cifrado, misterioso, pero empuja a abandonar los preconceptos y atenerse a la manifestación totalizadora del fenómeno como unidad de conjunto. No importa cual sea el elemento en cuestión, la mínima faceta, la menos considerada, puede convertirse en el nexo prioritario de enlace entre esa voluntad y el hombre.
Es dable que al estereotipo contactistico surjan figuras emblemáticas o iconos como los seres que descienden de una nave, el aprendizaje de un código sonoro como el expresado por la película de Spielberg (Encuentros Cercanos en la Tercera Fase) y todo lo que es asimilable a la suposición general de lo que debería ser un evento de esta naturaleza, sin embargo la realidad OVNI dista mucho de este mecanismo adecentado a una estructura normal o comprensible. Los verdaderos encuentros cercanos ocurren de forma diferente numéricamente hablando, son experiencias a veces tan poco significativas que desilusionarían a las parafernalias imaginadas por las superproducciones del 7° arte o de la percepción popular, y son a nuestro estudio los elementos más importantes para establecer una estrategia de interacción.
Veamos.

BUSCANDO CONTACTO
La casuística demuestra que los elementos más activos dentro de las descripciones testimoniales son los fenómenos luminosos (…y otra vez, van!).
Esa estadística puede, además, demostrar claramente que los eventos de interacción más intensos corresponden a las vivencias con estas rarezas luminosas.
Hay una correspondencia no menos significativa entre tamaños y distancias. Suelen ser menos interactivos los fenómenos de medianas a grandes dimensiones que los pequeños, o sea luces (no importa su morfología) que denuncian una constante respecto de tamaños y distancias.
No se puede generalizar indiscriminadamente en este asunto, pero las luces más pequeñas son las que mayor acercamiento tienen con el hombre, y a medida que crece su tamaño, o aumenta su distancia o menos movimientos se le observan, como si la relación entre tamaños, distancia y dinámica tendiera a atenuar el impacto de la experiencia (hipótesis con la que venimos guiándonos en campo de trabajo). No obstante la situación tiene a modificarse cuando el o los testigos circulan dentro de vehículos, entonces sí, objetos de considerables dimensiones disminuyen las distancias observables con individuos de a pie o a caballo.
En efecto, la tendencia de estos efectos atenuantes son muy comunes y reflejados en las creencias populares que mencionan a estos fenómenos como objetos folklóricos o tradicionales atados a las creencias campesinas. Luz mala, farol, buenas compañeras, son algunos de los nombres que encierran en su identificación las conductas o dinámicas que vienen expresando desde hace mucho tiempo. Sus generalidades son mejor descriptas en otras notas de nuestra pagina.

ELIGIENDO TERRENO
Temporalidad y territorialidad suponen periodicidad en lugares identificables. La relación entre ambas es factible de ser más fácilmente encontrada en Sudamérica donde es posible hallar tradiciones puras o que, aclimatadas a la modernidad no pierden su esencia mágica y mantienen casi intactos los valores descriptivos de las experiencias, esto es: algunos (muchos) lugares proclives a contener una tasa de incidencia luminosa significativa están precedidas o acompañadas de relatos folklóricos, aparición de entidades, de figuras sagradas, duendes, diablillos o zonas tabú.
Corrientemente el factor territorial se delimita con gran precisión a la referencia campesina y popular. Suelen estar representados por porciones de caminos, montañas sagradas, lagos, ríos, pozos, ruinas, cementerios, etc., siempre enlazados a las tradiciones, a las maldiciones y a la alta concentración de experiencias que los convierte en lugares de renombre. Nombres tales como Cerro del Diablo, Pozo de las Animas, Quebrada de la Lumbrera, Estancia La Luz Mala, Los Penaderos, Valle de los Espíritus, son algunos bautizos que se imprimen a un lugar por su peculiar fama acudida con historias inquietantes, por lo pronto sitios perfectos para iniciar una búsqueda de territorio Ovni aunque no necesariamente deba responder a tan tendenciosa gracia. La encuesta, en sus primeros intentos, sacará a la superficie -caso de existir- el historial de los No Identificados, en especial bajo su aspecto lumínico.
Esto no significa que en otras latitudes esto sea imposible, por el contrario, pero deben ser identificados escapándose de lo que en apariencia es tradicionalmente Ovnilogía. Esta claro para nuestro grupo que la presencia OVNI, sea por convivencia, por fusión o por premeditación, esta emparentada a regiones mágicas o de referencia folklórica merced a la respuesta humana y su capacidad de comprensión histórica sobre la rareza que nos convoca.
Veremos en cada encuesta realizada zonal o regionalmente -caso de tratarse de una investigación sobre testimonios- que la mayor parte de las experiencias Ovni están estrechamente relacionadas a lugares como los mencionados haciéndose evidente que es mayor en ese punto la cantidad de casos en comparación al resto de la geografía. Y ese ha de ser específicamente el lugar elegido para intentar una primer captación visual.
Se debe prestar especial atención a estos segmentos geográficos y determinar mediante el testimonio las posiciones de fuga de las apariciones para saber en que lugares es posible obtener el mejor punto de observación.
Si se tiene la posibilidad de tomar conocimiento de varias vivencias se actuará sobre la parte candidata más referenciada, no la que nombre un solo individuo sino aquella que más casos acumule ya que no buscamos una percepción personal sino una expresión fenoménica intensa, la mayormente concurrida, la común y frecuente, en definitiva, lo que el mismo fenómeno expone.
Muchos grupos en vigilia han cometido el mismo exacto error que nosotros, colocarse en la misma línea de fuga o movimiento en la que el fenómeno se traslada. Si bien es cierto que este recaudo parece insolvente en su propuesta dada la versatilidad y capacidad de respuesta de los OVNI también es conveniente imitar las conductas y posiciones de los eventuales observadores con el objeto de repetir las condiciones parciales de una experiencia que siempre será más precisa que la ocurrencia personal a la hora de enfrentarse a un evento desconocido.
Teníamos la costumbre de concurrir a las zonas de apariciones frecuentes y ponernos a esperar en vigilia en el mismo punto de aparición o de fuga, como si para ver de cerca un tren nos colocáramos en las vías por donde pasa. Aunque no sabemos con certeza en que grado esto interfiere una posible aparición ni de que modo la altera, tuvimos relativo éxito manteniendo una distancia similar a la que mantienen los testigos al momento de la experiencia, salvo que el fenómeno tome la iniciativa de acortar las distancias, cosa que lamentablemente no vivimos en carne propia.
Hay que tomar un protagonismo muy relativo de todos modos. Si la voluntad existe y los encuentros en tal o cual región tienen alguna premeditación y propósito, el investigador siempre resulta un elemento exterior, ajeno al proceso e invadiendo un supuesto teatro de operaciones. Tanto más excéntrica y alejada sea nuestra posición (y es mejor buscar puntos altos de vigilia) tanto más crecerán las probabilidades de hacer contacto visual para determinar someramente la naturaleza del fenómeno.
Pero ¿es posible integrarse a ese paisaje y sumarse como elemento activo?
Iremos respondiendo esta pregunta a medida que avancemos.

LA TEMPORALIDAD EN LO REGIONAL
La temporalidad resulta el eje de toda búsqueda pues representa un esquema complejo que debe atenderse estudiando detenidamente los resultados de una encuesta. Como dijimos, no bastará una sola apreciación sino la media resultante de varios testimonios pues este aspecto es el que más variables muestra en la suma de vivencias.
Mientras la territorialidad se perfila más estable, la frecuencia temporal lo es menos.
Aquí es posible toparse con períodos del año, referencias estacionales, ciclos extendidos o de intensidad pendular entre puntos de una misma región.
Aunque es cierto que se mantiene firme -numéricamente hablando- un pico general durante los meses de Junio, Julio y Agosto (hay, sin embargo, variaciones según los años), es la distribución y la cantidad de observaciones en un territorio extenso y no la incidencia particular sobre uno lo que determina el alza cuantitativa.
Una región puede tener más de un punto de observaciones frecuentes, incluso cercanas o linderas y aún así existen sutiles diferencias respecto de los ritmos temporales de las apariciones sin descontar particularidades propias de su dinámica.
Recientemente relevamos un territorio al Sudoeste de la capital de la provincia argentina de Salta (Cachi, Seclantás, Payogasta, etc.) y encontramos en una extensión de 100 Km2 cuando menos seis referencias que actuarían como puntos de concentración o dispersión con variables temporales.
Tomamos el ejemplo de la ruta que sigue a la Cuesta del Obispo en su punto culminante, desde Piedra del Molino hasta el final de una recta asfaltada conocida como Tin Tin. Esta se compara con ¨Los Colorados¨, cerros de ese tinte que se hallan a un lado del camino que nace de la recta Tin Tin para unir la zona de Seclantás.
Tanto Tin Tin como ¨Los Colorados¨ nuclean las mayores experiencias numéricamente hablando, empero mientras Los Colorados se perfila como foco de una actividad sostenida, Tin Tin es proclive a variaciones estacionales, notablemente intensa entre el invierno y la primavera, pero para confirmarlo taxativamente hace falta más encuesta.
De todos modos vale la anotación en base a lo que se halla en la superficie la encuesta. Si uno pretendiera captar manifestaciones anómalas en la región debería elegir ¨Los Colorados¨ por sobre otros lugares merced a la continuidad que demuestra en los testimonios.
Esto no invalida los demás puntos ¨calientes¨ pero el éxito de la empresa surge de acomodarse a los ritmos del fenómeno.
Teniendo una aproximación temporal y espacial es menester considerar variables tanto más importantes para el caso que la experiencia pueda llevarse a cabo.

TENIENDO EN CUENTA MORFOLOGÍA Y COLORES
Existen relaciones insoslayables en las conductas fenoménicas que debemos observar en las formas y los tonos pues ellos pueden ser indicativos del proceder de la rareza y lo que puede esperarse a partir de una captación visual.
Durante los intensos relevamientos en puntos de concentración en varias zonas de Córdoba, La Pampa, Entre Ríos, Buenos Aires, Neuquén, y más recientemente Salta y Jujuy, tomamos nota atenta de estas probables relaciones que poseen una tendencia notoria hacia una constante.

Percepción de la dinámica según tamaños y formas
Como dijimos, tanto más aumenta el tamaño relativo de la anomalía mayor suele ser su distancia del observador.
La excepción a esta tendencia la marca el que los observadores se hallen en tránsito dentro de un vehículo (caso de los Cazadores, caso de los Policías en la recta Tin Tin).
¿De cuanto es la aproximación? Variable, pero rara vez es menor a los 40 metros.
Hay una interesante observación sobre el aspecto geográfico en las experiencias recogidas. Tiene que ver con la dificultad del territorio en relación a la intensidad de una experiencia.
Las escoltas o persecuciones (emplea el termino que mejor te quepa) suelen producir una sobretensión psicológica que imprime al acto de conducir vehículos un riesgo notable de vida si entendemos profundamente el modo en que ocurren. Por alguna extraña «coincidencia» muchos de los más importantes casos de escoltas se han dado en segmentos de camino de menor riesgo al tránsito. Son menores las vivencias sobre sendas angostas, sinuosas o a la vera de hondonadas y precipicios que de rectas o rutas menos complicadas.
En el ejemplo de Tin Tin esto es muy notorio.
La ruta Tin Tin representa una línea recta donde acontece la mayor estadística en cuanto a observaciones. Antes de ella, ascendiendo por la Cuesta del Obispo el sendero transita por precipicios que cortan el aliento y requieren de la mayor precaución. Pues bien, la mayor parte de las experiencias coinciden en que los objetos tienden a ganar mayor distancia y altitud al tiempo que el vehículo abandona camino seguro (sale de la recta). Cuando esto ocurre el fenómeno despliega movimientos claramente anómalos (se referencian movimientos marcadamente horizontales y verticales) pero a mayor distancia, e incluso se pierden no bien comienza el escabroso descenso por la cuesta, reduciendo de hecho los niveles de tensión nerviosa del observador antes de iniciar camino por la cuesta. Insistimos ¿casualidad?
Algo emparentado a esto ocurre cuando, durante una escolta, aparecen otros vehículos a la distancia. La rareza se fuga de su teatro de operaciones hasta que el «intruso» sobrepasa al protagonista de la experiencia.
Hasta hace poco esta conducta evasiva solía despertarnos sentimientos encontrados respecto de qué busca una inteligencia al mantener fijo el protagonismo en un solo testigo. En efecto, también es considerable que exista un riesgo por el cual, durante un seguimiento, el piloto de un vehículo se encuentre ante un riesgo considerable si se topa con otro vehículo viniendo de frente dada la intensidad emotiva del evento. ¿Estaremos equivocados?
Hay que atender estas conductas expresadas como interpretaciones o hipótesis abiertas a nuevas consideraciones; su valor estriba en que, de hallarnos en situación semejante, podremos intentar prever un movimiento, y en todo caso prestar atención a la conducta general para elaborar un más preciso mapeo de movimientos.
Hemos dicho algo sobre los tamaños relativos y las distancias, falta que agreguemos algunas apreciaciones sobre las morfologías respecto de distancias y conductas.
En tanto las formas complejas se manifiestan significativamente lejos del observador, en el caso de las escoltas hay una tendencia marcada a las elipses de gran tamaño (de 5 a 50 mts).
Su emanación luminosa suele ser importante, dotadas de un núcleo que concentra el punto de mayor irradiación y complementadas con líneas ecuatoriales de luces de colores, a veces en la parte inferior y otras como un anillo hemisférico. A estas se asocian efectos de iluminación sobre las inmediaciones así como molestias que produce en la vista y algunos mareos posteriores (se registraron vómitos) secundados por aromas ácidos y variaciones de la temperatura respecto de las condiciones climáticas imperantes.
Estas cualidades son testimoniadas toda vez que el objeto está detenido a relativamente corta distancia del observador y deja de emitir estos efectos una vez que toma movimiento o lleva a cabo su seguimiento.
Es muchisimo menor el efecto que provocan las de menor tamaño y a menor distancia. De todos los casos relevados solo un insignificante número de ellos presentó efectos físicos sobre las personas o captación de aromas y variaciones térmicas. Ello supone que de darse la posibilidad de un encuentro con la anomalía, elipses y cuerpos grandes y muy radiantes nos obligan a mantener separación prudente.
Siempre es mejor mantenerse en un punto sin tratar de acortar distancias.
En efecto, las estructuras morfológicas más complejas (triangulares, cúbicas, igualmente luminosas) se manifiestan durante más tiempo y a mayor distancia, pueden sufrir alteraciones visibles de su estructura y transmutar. Rara vez estas formas son asociadas a escoltas e interacción significativa