NUEVAS ENCRUCIJADAS DEL FENÓMENO OVNI 1 PARTE

(Crítica y autocrítica sobre la investigación)
Daniel López

No descubrimos nada nuevo al decir que estudiamos un fenómeno altamente complejo.
Podemos referirnos al Universo Ovni sin sonar grandilocuentes ni agregar algo a su patrimonio que no le pertenezca.
Tanto más sabemos, más varían las perspectivas, aparecen nuevos parámetros a medida que nos atrevemos a ver más allá de pre conceptos.
Como siempre decimos: sería poco honesto negar que la idea gravitante del enigma es el lazo que une tanta complejidad, la existencia de un gobierno, una inteligencia responsable de los caprichos morfológicos y de conducta que animan al fenómeno en todas sus facetas.

Justamente, los afanes de la investigación se oponen a la simplicidad del escepticismo y el descarte por razones a medias, explicaciones corrientemente tramposas.
Hay signos de lenta aceptación en las actitudes científicas respecto de los Ovnis que parecen surgir de la especulación libre de los intelectos inquietos y no hacen más que ocultar que son, en gran medida, el resultado de la presión de las investigaciones concienzudas, de la opinión pública y especialmente de la continuidad inopinada de las experiencias.
Describen una parábola temporal que se inicia en su negación más enconada y que culmina en el presente al retomar el interés original, la búsqueda de respuestas, distrayéndose de las premisas pretéritas que animaron las investigaciones y sosteniéndose en conclusiones que patrimonian como propiedad de la evolución de sus ideas.

Y claro que es evolución aunque, lamentablemente, se perdieron oportunidades y tiempos preciosos en los constantes tironeos por el padrinazgo de la seriedad, absolutamente alejada del criterio científico.
Sucede con todos los enigmas, desde los Ovnis hasta la Atlántida pasando por los fenómenos parapsiquicos y paracientíficos.

En algunos casos se perdieron hasta cien años en nombre de la seriedad y el prejuicio. ¿ Estarán así tratadas todas las alternativas del conocimiento humano o es que la mirada que hoy se embelesa con las técnicas chamánicas en investigaciones solventadas por poderosos laboratorios surge por iluminación repentina?
La actitud y no el objeto del debate representa el verdadero enigma a decifrar.
Sin embargo, esa actitud surge de la naturaleza humana antes que de reglas y convenciones impuestas y sería necio negar que la dilucidación del problema Ovni dejará a muchos científicos e investigadores como involuntarios antagonistas de la verdad ya que personalizan demasiado sus observaciones olvidándose que el fenómeno existe y necesita respuestas, no juicios ni devaneos.
Existen una gama de conclusiones y posturas tan encontradas que parece mentira que se esté estudiando el mismo problema. No son, como se excusa, perspectivas distintas sino distancias, a veces verdaderos abismos entre la observación desapasionada y la proyección de deseos y fantasías.

CARNAVAL
Toda investigación que llama a su búsqueda enigma, fenómeno u Ovni reconoce en la esencia o epicentro del problema la naturaleza desconocida de un evento también inusual. Observa, además, que los elementos que constituyen el cuerpo o andamiaje del misterio dan pistas sobre una probable conducta, esto es: un gobierno o directriz que independientemente de todas las inducciones ambientales manifiesta voluntad.
El conflicto no amanece de la premisa que es norte de una búsqueda sino del acomodar todos los hechos minimamente extraños al molde de los pareceres exclusivamente.

No toda extrañeza es adjudicable al Ovni y no todos los misterios aparentemente inconexos están alejados de éste.
La opinión publica está saturada de supuestos falsos transmitidos por una legión de opinadores, gurúes, contactados y facilistas que arrinconan sobre un sector oscuro de la realidad los verdaderos acontecimientos investigativos que pueden aportar substanciales elementos de juicio para la comprensión del enigma.
Hay, como siempre decimos, carta blanca porque no existe nada que indique con claridad que idea o teoría esta equivocada o acertada, y probablemente, de seguir en esa línea, jamás encontremos el equilibrio para hacerlo.
La sola posibilidad que el resultado de tantos esfuerzos individuales y colectivos determinen en el futuro un descubrimiento significativo para la humanidad no palidece por la opinión que se trata de meras fantasías, porque si una pequeña porción de todo aquello que se adjudica al Ovni resulta verídico podrá torcer la historia y conmemorarse como uno de los mojones decisivos de la evolución terrestre.
En este enfrentamiento de posturas y discusiones tenemos, por un lado, la ensoñación, el misticismo y la credulidad expandiendo endémicamente la fantasía de unos pocos.

En este rincón los hombres ven lo que quieren ver, interpretan lo que quieren interpretar, dan valor a sus vidas recurriendo a los fantasmas de la imaginación, construyendo desde la pseudo ciencia un reto lúdico amasado de multiplicidad de historias, leyendas y cuentos urbanos.
Del otro lado está la confirmación que no somos los únicos en el universo, la integración del intelecto a su escala cósmica, la vista de horizontes como jamás soñaron los hombres.

En el peor de los casos, asume nuestra especie una noción cabal de su entorno físico, el encuentro con facetas impensadas del micro y macrocosmos potenciando el progreso colectivo a través del conocimiento.
No importa que haya detrás de los Ovnis, si seres inteligentes o fuerzas constitucionales aún desconocidas, posee un valor superlativo a todo espíritu inquieto porque es motor de descubrimientos. No que no puede es negarse.
Ninguna postura, ni la que lo favorece o lo desestima debiera desentenderse de asumir responsabilidades claras y honestidad, fundamentalmente.
Responsabilidad y honestidad que van más lejos que la noción de conducta personal, abarca la transparencia misma de sus logros de cara a la opinión publica, decisiva herramienta que potencia o desestima la utilidad y prosecución de ciertas investigaciones fuera de los entornos oficiales.
La opinión publica presiona sobre las posturas generales, su solo entusiasmo, a veces juzgado con dureza, exige respuestas, trabajos y claridad en los ordenes que son de su interés.
Desde la simple compra de un libro que genera recursos a un investigador hasta la instrumentación de leyes como la remanida Ley sobre libertad de información, fructificaron en el caldero de las grandes mayorías como apoyo efectivo a su causa.
Todos los gobiernos muestran gran interés por los pareceres de sus representados y ese solo hecho genera políticas y movimientos que moldean las sociedades y a su vez crean moldes, no siempre cristalinos pero sí terminantes.
Si la opinión pública no se mostró más ligada a la corriente investigativa propiamente dicha y sí a la superficie menos seria del entramado Ovni es debido a la inasibilidad de un lazo único, deshilachado por la oferta de fantasías, premisas equivocadas y comparsas de carnaval que pululan por los medios como identidad genérica de tan delicado problema.
Los íconos de las grandes investigaciones e investigadores que abrieron las puertas del misterio a las grandes mayorías se han diluido en una infernal tempestad de groserías conceptuales donde conviven los esfuerzos más dedicados con la fantochada y la misma estupidez.
El contacto con lo extraterrestre que soñara Spielberg en su ENCUENTROS CERCANOS EN LA TERCERA FASE a trocado en letanías místicas, personalismos patológicos y una sarta de mentiras tan estereotipadas que cuesta trabajo ver su primigenia estructura Ovni el impulso de una búsqueda genuina.
Las responsabilidades se reparten salomónicamente.
Son actores de esta calamidad en perspectiva los medios, los aprovechados, los servicios de desinformación y los propios investigadores.

DE VIDRIERAS Y ESTIGMAS
La gente no consume fantasías por entretenerse y nada más, a veces – que es lo peor- es porque no tiene otras alternativas a la mano.
Difícilmente las mayorías prefieran la mentira por entretenida antes que por mal informada. En las cuestiones publicas se observa la exigencia ciudadana por efectividad y concreción.
Si un individuo defenestra la corrupción y condena las actitudes oscuras de quien lo gobierna o decide su destino, difícilmente acepte que su interés sea engañado por los adornos impuestos a un suceso.
La llamada información basura emerge de un complejo mecanismo cultural que aprovecha el misterio para proponer un producto.

El misterio es atractivo porque despierta inquietudes diversas en el intelecto y los sentidos pero la realidad tal cual es no alcanza, para muchos, los niveles de imagen suficientes para que ese producto sea rentable o de aceptación masiva.
Los medios son en buena parte responsables del auge de un zoológico patético de ofertas extraterrestres que se integran sin pudor sobre el espiritualismo, la búsqueda interior o la quiromancia más llana.
No es raro que esto suceda porque el impulso Ovni de los primeros años no modificó substancialmente sus descubrimientos y casi es una reiteración adecentada de los mismos discursos y modismos de hace 50 años, y tal marasmo es inaceptable en un mundo tan dinámico y cambiante como el de los medios.
Las discusiones sobre el Libro Azul ya no despiertan las pasiones públicas, incluso el denuedo por sostener el enigma de Roswell apenas alcanza para convocar audiencias y dado que buena parte de los investigadores privados aún se ata a las viejas polémicas de caso antiguos, carecen de novedad y se enfundan como momias, glorificando pasados esplendores sin aportar elementos ¨atrapantes¨.
Una serie de televisión, una película, pueden convocar publico desempolvando las historias truculentas de la Ovnilogía pero no actúan transitivamente favoreciendo la opinión de los ¨expertos¨.
Los libros originales tuvieron crías, libros que hablan de libros, que los opinan y contradicen, que los referencian y los desmenuzan creando un círculo vicioso que poco revela hallazgos del presente.
Son demasiados los medios escritos y visuales que se especializan u ofertan Ovnis junto con otra variedad de enigmas pero rara vez poseen gente adecuadamente informada para elegir con mínimo criterio lo que ofrecerán a sus seguidores.
Las novedades, para ellos, no pasan por cosas nuevas sino por las más extrañas y sorprendentes. Nos se conforman con hablar de los Ovnis sino que se inclinan por quienes subieron a sus naves, o se contactan jugando con la copa o dicen ser atacados por monstruos peludos y deformes.
El Chupacabras es una rara mezcla de entidad extraterrena con ente mitológico y vende más que un buen testimonio sin evidencias físicas ni fotografías.
Los que dicen estar en comunicación con los seres de saturno bailando flamenco o cantando sobre las montañas son más pintorescos y comerciables que la opinión fundada de un ignoto investigador.
Las iniciativas de muchos grupos son demasiado complejas para rellenar entremeses de programas ómnibus y tienen mejor ubicación en revistas de divulgación científica que son dirigidas a grupos específicos, cuando tienen la fortuna que decidan tratar algo remotamente emparentado con el OVNI.
Las pocas oportunidades en que se han visto mesas constituidas de investigadores fueron para enfrentarse con otra mesa e escépticos que ni los dejaron proponer una sola idea pues vende más la discusión que la propuesta.
Las mesas de discusión que parecen muy acertadas apenas sin dan oportunidad de mostrar investigación. Se discuten razones que ni la razón contempla en el antagonismo.
El resultado de todo ello es un universo paralelo que parece Ovni pero no lo es.

IDENTIDAD INVESTIGATIVA

La virtud de La Ovnilogía y su condena es el misterio que la anima.
Como no existen certezas y se ha echado el guante de la investigación a la inquietud privada, miles de inquietos con miles de objetivos distintos y otros tantos miles de métodos diversos se lanzan por la tierra a enfrentar el enigma.
Es admirable observar la dedicación de tantos pero el movimiento plantea dificultades que incidirán directamente sobre el resultado de sus quehaceres, y de allí a las personas que buscan informarse.
En los 70 y los 80 hubo una corriente irrefrenable de iniciativas individuales y grupales que apenas sobrevivieron un margen de tiempo.
La idea de la institucionalización fue primero que la concordancia de métodos y objetivos. Se unían los entusiastas para converger esfuerzos y antes de tener en claro sus pasos decisivos sobre el problema que los convocaba, repartían presidencias y vocalías, organizaban charlas y escribían proclamas de inauguración haciendo ostentosas presentaciones que naufragaban antes del primer relevamiento.
Fecundaron redes y organizaciones, clubes y fundaciones que de estructura interna tan compleja olvidaban como enfrentar uno de los temas más acuciantes de la historia.
Dicho entusiasmo basaba su experiencia en la lectura, cada uno abrevaba de una percepción distinta, conjeturaban sobre orígenes, medios tecnológicos, procedencias y constitución de los ovnis sin haber hecho su primer trabajo de campo.
Creaban bibliotecas furibundas, imponían cuotas sociales, nucleaban a sus simpatizantes y pretendían obtener recursos, patrocinios y reconocimientos oficiales que ni los popes de la Ovnilogía consiguieron en su tiempo.
El círculo se hizo perverso.
Enfundados en la creencia que un caso Ovni era único y trascendente, posiblemente alertados por las historias reales de acechos de la CIA y los hombres de negro, ponían un velo de secreto y de reserva a sus actividades puntuales.
Muchos casos se archivaban como secretos de estado o se negaba compartir la información con otros colegas suponiendo una territorialidad que el conocimiento no admitía.
Competían con sus pares, organizaban cónclaves, se afanaban por mostrar los mejores resultados, obtener reconocimientos y actuar con cautela.

Y no faltaban quienes decían ser llamados anónimamente, vigilados por agencias secretas como si su información pudiera cambiar en algo la realidad Ovni.
La verdad es que no todos utilizaban la autocrítica para el progreso de su entrenamiento.
Existían moldes y clasificaciones que eran poco menos que libros sagrados que hacían acomodar sus hallazgos en un patrón preestablecido y tomaron como ciertos muchos preconceptos, postulados por el determinismo espontáneo antes que por la razón.
Por ejemplo, en el campo de las investigaciones son remanidas las Huellas Ovni que determinan un aterrizaje extraterrestre o la proximidad de energías inusuales.
Gran parte de las evidencias sostenidas con ahínco en los últimos 50 años son estas improntas físicas que llenaron simposios, convenciones, libros y baladronadas contra la negación oficial y el escepticismo.
Lamentablemente las marcas conocidas como ANILLOS DE HADAS, circulares, con hongos, fibra vegetal deshidratada, coloración alterada, etc. pertenecen invariablemente a reconocidas enfermedades de suelo que citan hasta los libros de jardinería.
Algunos personajes llegaron al paroxismo al afirmar que no se requieren de estudios de suelo para determinar variaciones en los componentes químicos y justificar las probables alteraciones dando por sentado que en lugares donde puede haber de 100 a 500 marcas como estas, descendieron 100 o 500 Ovnis. Otros son algo más escrupulosos y medidos afirmando que la mayor parte de las mismas son producto de un ¨Ovni Saltarín¨.
De estas marcas suelen reconocer (?) el peso del aparato, el diámetro y la forma de descenso.
Las evidencias físicas son esquivas en los Ovnis y estas marcas lo confirman. En todo caso hablar de ¨evidencia¨ requiere de un mínimo testeo para determinar factores inusuales en los hallazgos que sostengan una hipótesis.

Hay, sin embargo, marcas de naturaleza extraña cuyo origen no es discernidle y los resultados de análisis no llegan a explicar su existencia mostrando alteraciones significativas en el suelo y los vegetales que sí representan un punto a tener en cuenta.
La extrañeza de una marca, sea con restos biológicos, alteraciones morfológicas, depresiones, etc. deben someterse a estrictos controles que nos eviten caer en simplezas y errores tan graves como extendidos.
La asociación es un factor vital en la búsqueda pues una relación directa entre el fenómeno y su huella revaloriza y pone en perspectiva cualquier tipo de hallazgo.

Lamentablemente, hasta experiencias Ovni se han inventado tras la observación de las enfermedades de suelo y esto nos deja en el dominio de la ridiculez.
Los errores por solvencia de juicio prematuro abarcan el universo Ovni de forma terminante.
El error de las marcas sigue vigente como muestra de un estancamiento que varios no superaron por inacción de la autocrítica y la investigación concienzuda