EL EFECTO CI (CONTENCIÓN-INDUCCIÓN)

Gaceta OVNI

Cumpliendo con una promesa que le había realizado a la Virgen de Luján, de que si uno de sus hijos lograba superar una delicada intervención quirúrgica, el Sr. Norberto Luque partió de su casa el día 31 de Octubre de 1992 dispuesto a recorrer a pie el trayecto Lobos-Luján (localidades ubicadas en la Provincia de Buenos Aires). Ya de madrugada y habiendo dejado atrás la localidad de Navarro, caminaba en la oscuridad de la noche por la vieja ruta 41, que a diferencia de la actual que une Navarro con la ciudad de Mercedes, lo lleva a uno directamente a la ciudad de Luján.

A las 3.45 h. aproximadamente, a la altura » del campo de un tal Funes», observó hacia su izquierda y a unos 500 m o tal vez un poco más, entre un espeso monte de arboles y un galpón, una esfera luminosa de un blanco muy intenso; a esa «distancia tenía el tamaño a una rueda de camión», un metro de diámetro quizás.

Con cierta inquietud y preguntándose que era aquello, Luque, detuvo su marcha y observó más detenidamente, notando que los bordes de esa esfera no eran definidos pero lo más extraño es que tenía una especie de cadencia o pulsación. A continuación la inquietud se transformó en perplejidad al ver que de esta salió otra, más pequeña, que a una «velocidad impresionante» comenzó a aproximarse al testigo por sobre el alambrado divisorio, perpendicular a la ruta. «Fue como que saliera de atrás de la otra…de la grande…a gran velocidad, tal es así que se le observaba una especie de «colita»…como una estela…»- recordaba Luque.

Cuando el testigo vio que se acercaba hacia él, pensó en tirarse al suelo pues supuso que la luz lo iba a llevar por delante, sin embargo cuando ésta llegó a la altura del alambrado que separaba la ruta del campo, se detuvo. » Tan rápido como venía se paró…a escasos 10 o 15 m», expresó. Su tamaño era un poco más grande que el de una pelota de fútbol, y al igual que la grande su color era de un blanco intenso y también «pulsaba». Además, presentaba una «especie de sombra circular» en su interior que se movió hacia un lado y hacia otro hasta detenerse en el centro de la misma. «Estaba perplejo…¡Dios mío, qué estoy viendo!?, ¿estoy alucinado?. Miré hacia arriba y vi las estrellas, miré al piso mientras me golpeaba la cara para saber si realmente estaba consciente. Vuelvo a mirar hacia el alambrado y ahí estaba la esfera». Todo transcurría en un silencio absoluto. «Luego de un segundo me dije: -voy a tratar de ignorarla-; y comencé a caminar…y para mi sorpresa al mirar atrás la esfera se movía también, siempre sobre el alambrado. Y manteniendo siempre la misma distancia y a unos 10° por detrás de mí, esa luz me acompañó durante unos 45 minutos!». Pero eso no fue todo…

«En cierto momento de la caminata, se aproximó un automóvil y la luz se «contrajo», se hizo chiquita, chiquita hasta que se dejaba de ver. Yo me detuve y observé que una vez que el coche pasó y la oscuridad volvió, la luz volvió a aparecer expandiéndose… esto lo hizo dos veces más, cada vez que pasaba un auto…». «…Ya a esa altura estaba acostumbrado de su compañía. En otro momento, mientras avanzaba veo que había una arboleda sobre el alambrado y entonces le dije : – bueno, sonaste!, ¡Sonaste acá no podes pasar!, entonces cuando llegó a la arboleda la luz se comprimió y cuando terminó la arboleda la luz volvió a aparecer!. En cuanto a la esfera mayor, el testigo poco a poco la fue perdiendo de vista, además, la más cercana era la que obligaba su mayor atención. ¡Y no era para menos!

Finalmente, cuando ya estaba por amanecer y el cielo apenas comenzaba a clarear, la esfera hizo su última maniobra: «…en determinado momento, la luz me sobrepasa, se adelantó unos 10 o 15 metros, se elevó, volvió a bajar y a media distancia se comprimió, y desapareció.»

El caso que exponemos podría pasar como uno de los tantos miles de encuentros con esferas luminosas y Ovnis, sin embargo un dato peculiar resalta, y este es ni más ni menos que el movimiento evasivo y de ocultamiento del fenómeno toda vez que un ¨tercero¨, en este caso automóviles, cruzan el ¨teatro de operaciones¨ donde se manifiesta la anomalía.

La casuística de cualquier investigador de campo anota en sus archivos relatos donde los espectadores describen maniobras semejantes, un deliberado ocultamiento del Ovni ante la presencia de intrusos ocasionales. ¿ Es solo casualidad?

LOS TESTIGOS SOLITARIOS

Debe ser un momento de gran angustia. Personas que contemplan el desplazamiento de fenómenos inusuales confiesan haber buscado otros observadores que acrediten su vivencia infructuosamente, pero cuando la suerte se pone de su lado y un tercero se ubica en el lugar propicio para ver, la anomalía manifiesta una conducta evasiva inesperada. Claudio Miszka (C.E.F.U.) que ha recorrido la geografía argentina por casi 15 años, manifiesta:¨

La primera vez que realicé una encuesta sobre un caso con comportamiento semejante tuve lógicas dudas sobre la credibilidad del testigo. Sin embargo, al paso del tiempo, vivencias similares se presentaron hasta que me vi forzado a tomar esa suerte de conducta como una característica más de los No Identificados.¨

De por sí, el aislamiento que enmarca a la mayoría de las experiencias con Ovnis presupone un marco enigmático donde el testigo yace solitario involuntariamente. Los investigadores están sumando casos donde es inevitable considerar que algo más poderoso que la casualidad lleva a que una persona se encuentre aislada, en un medio apartado donde finalmente aparecerá el Ovni.

Más que azar o suerte, la circunstancia propone una distancia de pueblos, ciudades y otros observadores que el encuestado resalta tratando de argumentar la causa de por qué otros no han visto lo mismo, incluso moviliza a cierto escepticismo de parte del encuestador; las experiencias suelen aludir a marcos tan magníficos, luces tan espléndidas, maniobras de tal extensión espacial que causa extrañeza no encontrar otros protagonistas. Y si a ello agregamos que en ocasiones los fenómenos rehuyen de posibles observadores en tránsito, el tema se complica.

Pero antes de ceder a un juicio de valor que encuadre el suceso en la ¨credibilidad¨ solamente, debemos asumir que asistimos a un fenómeno complejo en casi todas sus facetas y comportamientos. La escena de referencia resulta particularmente insistente, los testigos, al momento de un encuentro, se hallan solos, o en grupos muy reducidos, regularmente en zonas despobladas o poco transitadas en ese horario; singularidad demasiado reiterada para no considerarla dentro de los patrones ¨universales¨ que dan al Ovni cierta identidad de conjunto.

Carlos Ingaramo es otro de los investigadores que piensa que la estructura resultante en la relación Ovni-testigo se reitera de forma continua como para no considerarla un ¨patrón¨ de conducta: ¨Es aceptable que toda acción que precise de la aceptación de una inteligencia o voluntad para entenderla sea tomada con pinzas, pero tampoco es lógico dejar a la justificación del azar unos hechos que podrían ser indicios de esa voluntad, sobre todo porque el marco en que se desarrolla podría sustentarse en un modelo de conducta que se repite insistentemente ante nosotros y entre personas sin niguna predisposición al evento. ¿ Cómo pararnos frente a una posibilidad tal y negarnos a explorarla? Toda vez que la Ovnilogía toma conciencia que está estudiando los posibles efectos de una inteligencia no humana importa en grado sumo las condiciones no ordinarias en que se presenta. ¨Debemos tomar en cuenta- dice Paco Martinez ( Hemisferios) – que eventos como los enunciados nos obligan a determinar si la acción del Ovni es generada por una voluntad. El ocultamiento del fenómeno, llámese evasión, juego, etc. no puede concebirse sin un control de su movimiento, sobre todo cuando, y esto es frecuente, el Ovni, la luz o anomalía vuelve a escena una vez que un supuesto intruso se aleja del lugar. Siguiendo una corriente especulativa podemos considerar dos hechos fundamentales. El primero es que el fenómeno tiene percepción del medio donde actúa, sabe reconocer a un individuo sobre otros y es capaz de actuar en consecuencia. El segundo punto de importancia nos deriva a la posibilidad que haya algún tipo de elección previa del observador dado que la acción selectiva demostrada en la evasividad y posterior reaparición indican una preferencia sobre un espectador que se encuentra aislado, muchas veces sin proponerselo.¨ Un profundo individualismo caracteriza a toda la actividad de relación testigo – OVNI y ello plantea una serie de hechos que necesitamos indagar. Ese individualismo, en caso de ser generado por inteligencia ajena a la nuestra, sugiere al aislamiento como marco fundamental para su propósito, esto es, que tanto fenómeno como observador convergen en un espacio y tiempo predeterminado, una puesta en escena donde se desarrollará su interacción. ¿ Es posible considerar que un testigo es previamente elegido? y si es así ¿ Para qué?

Debemos tener en cuenta que el aislamiento y la experiencia aunados son factores traumáticos para cualquier persona. En los casos de persecuciones a vehículos, por ejemplo, donde el hombre no abandona el volante, resulta particularmente extraño que mientras el terror le invade la mente, su control logra superar el estado de conmoción sin producir accidentes.

En cualquier ruta, aún en pleno día, la simple distracción de un chofer puede derivar en una tragedia, pero cuando hablamos de casos Ovnis las altas presiones ejercidas por la experiencia no producen consecuencias fatales. A tal grado de opresión hacemos referencia que varios observadores pierden relación con el medio, no recuerdan o no tienen conciencia de los accidentes geográficos ni de las variaciones del camino, si pasan por pueblos o toman curvas cerradas a altas velocidades, sin embargo la distracción no influye en el control del vehículo.

No hablamos de una privación sensorial. Mucha de la conducta de los protagonistas de encuentros con Ovnis deviene de una respuesta biológica, un mecanismo de defensa que actúa ante una señal de peligro, sin embargo la multitud de sensaciones y descripciones del momento experimentado parecen no responder a ese mecanismo y dan pié a especular sobre algún tipo de irradiación o inducción que incide en conductas y respuestas humanas frente a estas vivencias.

Marco similar es recurrente cuando la persona se encuentra en la soledad y es sorprendida por el fenómeno sin ninguna contención. Sería dable esperar que el impacto y la desesperación resultante del encuentro tuvieran incidencia devastadora sobre la psiquis humana pero, ante al contrario, no solo se absorbe como una experiencia interesante, muchos pasan del asombro y el terror a un estado de paz que describen como ¨proveniente del Ovni¨, una voz o sentimiento que aliviana los efectos del impacto producido por la inesperada presencia. ¿Son estas reacciones, posiblemente controladas, la causa del aislamiento? ¿ Busca la inteligencia un marco de contención manejable y por tanto eligen a los testigos y sus circunstancias? El prejuicio existente impide que estudios más profundos y de conocimiento publico se realicen sobre los protagonistas de encuentros.

En todo caso algunas disciplinas han intervenido pero solo para determinar posibles motivos de alucinaciones o tendencias a la fantasía sin calar profundo en los hechos como posibles ¨causas¨ de una presencia exterior al propio hombre. Los mecanismos psíquicos y físicos en interacción durante el desarrollo de una experiencia bien podrían enmarcarse en la presencia de una anomalía real con voluntad propia y poseedora de capacidad suficiente para influir no solo como percepción ordinaria sino con un efecto inductivo capaz de establecer una relación profunda con la biología y la mente del observador. Varios mecanismos pueden sugerirse a partir de esta conducta, o sea que el aislamiento busque: 1) un marco adecuado para la observación 2) un marco de contención para el testigo

EL OBSERVADOR Y LA CONTENCIÓN.

No es fácil entender la naturaleza de los encuentros con Ovnis pues todas las convenciones conocidas no hallan molde en los registros de casos. No se trataría de meros y casuales encuentros, los testigos manifiestan un comportamiento inductivo que por momentos resulta muy sugestivo.

La inducción aludida se presenta cuando las personas describen actitudes y movimientos que desembocan en el encuentro y que, según dicen, realizaron sin ¨pensarlo¨.

Mirar para arriba repentinamente, dar vueltas la cabeza, ir por un camino no planeado, detenerse en un lugar involuntariamente, asomarse a una ventana sin desearlo, son algunas de las alusiones que intentan describir el momento previo a la observación. Juan Pablo Gómez, uno de los más tenaces investigadores argentinos reconoce: ¨El marco sugerido solo puede percibirse con cierta claridad bajo una profunda perspectiva sociológica.

En vista que las evidencias físicas son para estas experiencias casi inexistentes ( en tanto y en cuanto casi nunca se encuentran pruebas palpables del encuentro) debemos preguntarnos si en principio la actitud del fenómeno puede ser evaluada como adrede pues esto nos indicaría, como vienen sosteniendo algunos investigadores, que hay que ver a todo el conjunto Ovni no como una mera presencia física sino como un síntoma de voluntad. Nos encontramos permanentemente con datos y experiencias sobre las que no se puede determinar el origen de lo observado, pero son tan peculiares que, analizadas como conductas, empiezan a descorrer el velo oscuro tras el que la verdadera identidad del fenómeno permanece oculta.

Es un cambio de horizonte difícil, sobre todo en esta época, ya que lo testimonial vuelve a cobrar importancia extrema pues solo el testimonio, la percepción del individuo, es capaz de indicarnos unos eventos que no pueden quedar plasmados ni en una huella ni en una fotografía.¨ El caso de un joven habitante de la localidad de Azul, partido de la provincia de Buenos Aires manifiesta la observación de un disco volador, en medio de la calle, del que salía un misterioso haz de luz compacto y coherente.

Lo particular del hecho fue que se dio en un horario ( las 23 hs.) en el que aún hay mucho tránsito de gente. El testigo, quien prefiere reservar sus datos filiatorios, vivió el caso durante su adolescencia y define la situación como extraña ¨de pronto la calle quedó vacía, hubo un gran silencio y solo parecía estar yo viendo eso¨. La misma sensación viene repitiéndose en un buen número de casos y es dable considerar las dos alternativas antes mencionadas: o fue un control ejercido por el Ovni, o ese ¨manejo¨ solo se produjo como estímulo en la percepción del observador.

También el argumento serviría para aplicarlo a los encuentros en cuyos puntos de desarrollo hallamos testigos y personas que compartiendo el mismo escenario no detectan la presencia Ovni, ¿ selección? ¿ Ajuste de frecuencias?. Esto nos lleva a reconsiderar si lo que se ve con los ojos existe como un objeto físico integral capaz de alterar la captación de objetos y formas o por el contrario, solo resulta un estímulo.

La multiplicidad de variantes habla un mecanismo por el momento indescifrable, apenas posible de especular con alternativas no certeras ni corroboradas.

A pesar de los casos colectivos el fenómeno se expresa con un fuerte individualismo.

La casuística de observaciones multitudinarias no es comparable con las otras pudiendo encontrarse casos de testigos múltiples en eventos de tal complejidad que de todos modos están aislados y solitarios, como si la misma observación pudiera ser partida en varios casos aislados.

Llega a tal punto el enigma que hay denuncias de observaciones en grandes metrópolis donde solo se encuentra un testigo, ¨uno solo¨ después de buscar infructuosamente otros testimonios.

EL SÍMBOLO DEL INDIVIDUALISMO

El individualismo al que hacemos referencia obliga a la elección de un momento y un lugar especial donde el testigo vive su experiencia de forma aislada, con pocas probabilidades de encontrar otros espectadores.

Ese aislamiento puede considerarse una muestra clara y deliberada del control ejercido por la ¨inteligencia Ovni¨ sobre el hombre.

Ello nos empuja a considerar no solo el conocimiento íntimo del testigo y su medio para conducirlo a la experiencia, es también ejemplo de posibles mecanismos aplicados a un no menos complejo proceso de comunicación. Este se inicia desde el mismo momento en que alguien observa un Ovni en el cielo y se ramifica en la intensidad de su acercamiento mostrando grados insospechados de expresión, no en los andariveles tradicionales que el hombre espera se produzca una comunicación sino en la más profunda naturaleza humana donde todos los hombres son idénticos, sin barreras ni fronteras. ¨Percepción, aislamiento, selectividad, inducción – dice Ingaramo – pueden suponer mecanismos aplicados a un proceso de acercamiento global con la especie humana. En nada se parece a lo que esperamos que ocurra, pero resulta que en esa puesta en escena es posible captar un tono casi intimista de un diálogo entre la inteligencia y las personas. Es entendible, si no estamos equivocados, el por qué hay sectores de la sociedad humana donde lo puramente Ovni causa rechazo. Estas experiencias denotan una modalidad harto más importante y de interés universal desde el punto de vista sociológico: si los testigos son elegidos ¿porque eligen a hombres comunes y no a los que deberían ser seleccionados por sus virtudes o capacidades según nuestras escalas humanas ( lideres, religiosos, presidentes, etc.) ? ¿ Será este controvertido punto lo que verdaderamente es rechazado bajo mil formas y excusas?¨ Está claro que el fenómeno, sin los artificios ni la desinformación que tratan de moldear su naturaleza extraordinaria, se torna muy conflictivo, y a la vez apasionante.

A tal punto que la atención del fenómeno vuelve los ojos a la propia conducta humana. ¿También esto es hecho adrede? Hay que seguir explorando.