CAMBIOS DE FORMA Y TAMAÑO EN LOS OVNIS

Introducción

Uno de los aspectos más sorprendentes de la fenomenología OVNI, lo constituyen las modificaciones de forma y tamaño que aquellos suelen exhibir. Aunque se trata en verdad de un rasgo ocasional, esporádico y poco frecuente, no menos cierto es que tales observaciones han sido efectuadas en buenas condiciones de visibilidad y por testigos que, en general, merecen fe.
Varios son los interrogantes que de inmediato surgen a propósito de tan insólitas manifestaciones:

1) ¿Son ellas reales o sólo aparentes?;
2) aunque reales, merecen ser consideradas como auténticas metamorfosis? y
3) Porqué asumir que necesariamente los OVINs deben conservar una forma fija y rígida en el curso de determinado avistamiento?

En efecto, ocurren casos en que los testigos han registrado fotográficamente notables alteraciones en la configuración de los OVNIS: en estos episodios no pueden descartarse lógicamente, que no se trate de simples distorsiones de imagen provocadas por cambios de emisión electromagnética del OVNI
Otra causa -la más corriente- de variaciones aparentes en la conformación de los objetos, está dada por los efectos de perspectiva, de acuerdo con los cuales, por ejemplo, un cuerpo lenticular será percibido diversamente, según su ángulo de inclinación: como un cigarro afinado, como elipses de variada excentricidad, o como una superficie circular.
Por otro lado, hay ciertas clases de episodios en que se producen indudables transformaciones de estructura. Los casos de división del OVNI en dos o más partes; y aquellos incidentes en que tienen lugar modificaciones superestructurales (como la aparición y desaparición de cúpulas, tubos, etc.) se incluyen en esos rubros. Sin embargo, en ninguna de estas situaciones estamos en presencia de una metamorfosis cabal. Sólo cuando se advierte que los hechos descritos sugieren una aparente transgresión de las leyes físicas que gobiernan la cohesión de los cuerpos sólidos, podemos hablar fundada y legítimamente de procesos metamórficos.
A continuación expondremos algunos ejemplos extraídos de una casuística que, si bien muy reducida, globalmente considerada vigoriza la presunción de que en ocasiones los OVNIS sufren verdaderas mutaciones difíciles de explicar convencionalmente.
De paso, es interesante acotar que todos los casos conocidos de variaciones de forma y tamaño se refieren únicamente a objetos en vuelo, y nunca han sido observados en los fenómenos de aterrizajes y casi-aterrizajes. Esta circunstancia tal vez signifique alguna clave de relevancia para el esclarecimiento final de los oscuros procesos físicos involucrados en estos fenómenos de transformaciones morfológicas.

Casuística
Las características de los incidentes aéreos descritos, como es fácil de advertir, no son idénticas; en rigor de verdad su esencial similitud radica en las transformaciones insólitas que manifiestan con respecto a su apariencia. En la mayoría de estos casos, el término OVNI significa fundamentalmente un fenómeno desconocido o anómalo, sobre cuya exacta naturaleza no es factible alcanzar una explicación concluyente.

1 Misteriosas aeroformas cerca de Goose Bay
El 30 de junio de 1954 un Boeing Stratocruiser de la B.O.A.C., se dirigía en vuelo regular (nº 510-196) de Nueva York a Londres. Su escala era Goose Bay, Labrador en donde debía aprovisionarse de combustible. Eran las 5:03 p.m. al salir de Nueva York. Unas 3 horas más tarde, la aeronave cruzaba el estrecho de Saint Lawrence, cerca de Seven islands, Quebec. Volaban a una altitud de 19.000 pies, con la línea de costa claramente visible por las aperturas de un cielo de estratocúmulos desgarrados. Fue entonces que el piloto, capitán James Howard, y su copiloto, primer oficial Lee Boyd observaron a 3 ó 5 millas hacia el NW, un conjunto de extraños objetos que se movían a la misma velocidad que la aerolínea (230 nudos aproximadamente), siguiendo un curso paralelo y por debajo de la capa de nubes, a unos 8.000 pies.
Poco después de haber cruzado la costa de Labrador, la capa de nubes quedó atrás y los objetos fueron entonces claramente visibles, dando la impresión de haber ascendido a una altura más cercana a la del Boeing. En ese momento el sol se hallaba bajo hacia el NW, el cielo despejado, con visibilidad ilimitada.
Toda la tripulación tuvo suficiente tiempo para estudiar y bosquejar esas «cosas» mientras ellas volaban acompañando al avión durante unos 20 minutos.Los fenómenos también pudieron ser observados por los pasajeros desde sus ventanillas.
Eran siete cuerpos opacos y grises, con bordes definidos; uno de gran tamaño y los otros seis, más pequeños y de forma globular.
Los pequeños estaban dispuestos en una línea; a veces 3 adelante y 3 detrás del objeto mayor; otras veces 2 adelante y 4 atrás y así sucesivamente, pero siempre en el mismo nivel. El objeto mayor de continuo modificaba, lentamente su forma, como una «medusa»o del mismo modo que un enjambre de abejas podría alterar su apariencia. Después de haber mantenido la observación durante unos 10 minutos aproximadamente, los pilotos se comunicaron con Goose Bay informando de los fenómenos que estaban percibiendo. Desde allí se envió un interceptor F-94 para acercarse al lugar de los eventos relatados. En ese preciso instante los 6 elementos menores convergieron hacia el mayor y parecieron penetrar en él. Finalmente, éste se encogió de repente y luego de pocos segundos, desapareció.
(Fuentes: Condon, E. Scientific study of unidentified flying objects, p.139; Howard, J. The B.O.A.C Labrador sighting of 1954, en Flying Saucer Review, vol. 27, nº6, june 1982).

2 Entre Saint Louis y Mitchell
El caso que narraremos a continuación ofrece cierta similitud con el episodio de Goose Bay.
El 25 de octubre de 1963, a las 18:45, los pilotos de un avión que volaba desde Saint Louis hacia Mitchell (Estados Unidos) vieron repentinamente, a una altitud de 6.500 pies y por encima de ellos, una masa de contornos bien definidos, acompañada por un objeto de menor tamaño. Los pilotos alteraron su rumbo y se dirigieron hacia el fenómeno. Entonces, el objeto más pequeño pareció hacerse más grande, mientras que el cuerpo mayor se encogía. Luego ambos de alejaron de los observadores, quienes retomaron su curso original y continuaron vigilando las evoluciones de los misteriosos objetos.
La masa mayor, ahora sola, sLe desintegró de pronto en 10 ó 20 fragmentos pequeños y todo el grupo -excepto un punto que semejaba un aeroplano visto por atrás- desapareció de la vista.
A las 19:00, la masa fue avistada nuevamente, pero los pilotos no pudieron aproximarse a ella. Su diámetro aparente era el de un Boeing 707, a 2 millas de distancia. Una vez más, surgió un pequeño punto; creció y el objeto mayor de nuevo se encogió como en la ocasión anterior. Finalmente, los dos objetos habían cambiado completamente sus roles.
A las 19:15 el avión aún no había alcanzado la escena del fenómeno, y al no poder acercarse los pilotos decidieron regresar y aterrizaron en Mitchell a las 19:40.
(Fuente: Vallee, J. y Valleee, J. Challenge to science, 1966, p. 180).

3 Ruta aérea de Resistencia a Ezeiza
También el siguiente avistamiento posee rasgos parecidos a los de que muestran en las manifestaciones antes referidas.
El viernes 16 de agosto de 1959, mientras el avión Douglas DC-3, matrícula LV-ACE, de Aerolíneas argentinas, realizaba un vuelo entre Presidente Roque Saenz Peña, Chaco, y Ezeiza, con escalas en resistencia y Sauce Viejo, los tripulantes observaron objetos aéreos que no pudieron ser identificados.
Entrevistados por cronistas del diario La Prensa, de Buenos Aires, el piloto de la máquina, comandante Néstor del Blanco, refirió algunos detalles del suceso.
«Durante el vuelo 757, que se había iniciado en Presidente Roque Saenz peña, a las 13:05»-comenzó diciendo- «la aeronave puso proa a Resistencia, cumpliéndose el trayecto sin ninguna novedad. Poco antes de las 14:00, la máquina aterrizó en el aeródrómo de esta última ciudad, y a las 14:15 decolamos hacia Sauce Viejo, manteniendo un rumbo de 205 grados. Volando a una altura de 2.400 m, el cielo se hallaba despejado, sin nubes, y sólo se perfilaba una bruma en el horizonte».
A las 15:30, el copiloto, comandante Manso, cumplía un tema de vuelo por instrumental, y por ello estaba a cargo de los comandos, cuando observé sobre la línea del horizonte, resaltando sobre el fondo de la bruma, una figura que, a primera vista, me pareció una formación de nubes. Me fijé entonces con detenimiento en ese lugar, pudiendo apreciar que se trataba de un sujeto con forma de huso; e instantes después aparecieron otros tres más. Su color era plomizo y no emitían reflejos de luz propia, sino que variaban en intensidad de tono de acuerdo con el brillo del sol».
«Seguidamente advertí al copiloto, quien descorrió la cortina de color que cubría su frente de la cabina de comando y nos pusimos a observar conjuntamente. Nos preguntamos entonces si podía tratarse de una nube, pero como existía desplazamientos horizontales, lo descartamos. De una figura mayor se produjo entonces el desprendimiento de cuatro objetos que después fueron reduciendo su tamaño hasta convertirse en un punto y desaparecer en el horizonte. Esto también lo observaron el radiooperador de a bordo, Miguel Villafañe, y el comisario, Wilson Green. Asimismo, llamamos desde la cabina de comando al jefe del aeropuerto de resistencia y cuando éste se puso otear el horizonte, la formación ya había desaparecido».
«No se produjo ninguna otra novedad hasta el aterrizaje en Sauce Viejo, de donde partimos a las 16:30 con destino a Ezeiza».
«Alcanzamos una altura de 1.650 m y pusimos rumbo 145 grados. Siendo las 17:00, y atentos a la línea del horizonte, volví a observar la extraña formación. Eran tres siluetas que se recortaban contra la bruma, sobre el sector derecho de la cabina. En determinado momento, uno de los objetos se situó casi fijamente en el espacio y al poco tiempo se redujo en tamaño y desapareció. Otro pudo verse a la la altura de Ibicuy que se desplazaba con rumbo al sur. No se trataba de una nube ni de un avión, y todo esto lo pudo
apreciar la tripulación en pleno y el jefe del aeropuerto de Resistencia».
Señaló también el comandante del Blanco que todas estas novedades fueron anotados en el libro de guardia del radiooperador de a bordo, señor Villafañe, quien las hizo conocer por radio a tierra, indicando que habían sido observados objetos no identificados durante el vuelo.
Agrégase además una interesante coincidencia: en igual fecha y en horas aproximadas, los pilotos de otro aparato comercial, perteneciente a la empresa brasileña Varig, que volaba sobre la Mesopotamia, avistaron también objetos aéreos a los cuales no fue posible identificar. Estas observaciones se comunicaron tan pronto la aerolínea arribó a la ciudad de Buenos aires.
Poco tiempo después, en una entrevista televisiva efectuada a los comandantes del Blanco y Manso, por el antiguo Canal 7, de Buenos Aires, los testigos corroboraron los detalles incorporados en la versión periodística.
(Fuente: La Prensa, Buenos Aires, 18 de agosto de 1959).

4 Admore, Oklahoma, EE,UU
El 9 de abril de 1964, hacia las 20:10, una nube de aspecto normal, en principio, empezó a brillar en su parte central, y un enorme objeto ovalado surgió. Su superficie presentaba una estructura «en nido de abeja». Estaba completamente formada por celdillas rectangulares con fondo negro, y en las que el encuadre parecía en metal brillante. El OVNI hizo un viraje y tras 10 segundos de observación se enturbió a los ojos del testigo, se tornó más y más borroso y desapareció «in situ».
(Fuente: Scornaux, J. Un ensayo de clasificación de apariciones y desapariciones «in situ» , en Stendek, año x, nº 37, set. 1979, p. 34).

5 Pau (Pirineos Atlánticos)
La fecha es imprecisa. Hacia el mediodía, 4 testigos vieron en el cielo brumoso de un blanco luminoso una esfera azulada de contorno nítido. Quince minutos más tarde, una segunda esfera idéntica apareció al lado de la primera, como si se hubiera materializado «in situ». Un haz de luz muy fino surgió de cada esfera, y los dos uniéndose, formaron un nexo entre los dos objetos. Dos minutos después, empezaron a aumentar de tamaño y se fundieron en una sola esfera más gruesa. Alrededor de 50 segundos más tarde, el fenómeno se tornó volátil, se difumó y desapareció en 10 segundos. Perdió su color azul, y se confundió con el blanco del cielo.
(Fuente: Ibid., p. 34).

6 Las fotos de Streatham
El caso siguiente reviste especial importancia, pues los cambios de forma fueron registrados en las placas fotográficas.
Aproximadamente a las 2:30 p.m., el señor Anthony Russell se hallaba junto a la ventana de su departamento en Lewin Road, Streatham un suburbio del sur de Londres. En ese momento probaba su Zenith 3 N y en tales circunstancias advirtió que un objeto de tonalidad marrón rojizo caía desde el cielo y se detuve bruscamente, para quedar suspendido en el aire durante unos 10 segundos; luego descendió aún más con un lento movimiento pendular que semejaba la caída de una hoja seca.
Aprovechando que tenía a mano su cámara, el señor Russell tomó una serie de 4 fotografías en colores, la última cuando el objeto se alejaba, en ascenso casi vertical, lentamente al principio y luego con velocidad considerable.
En las fotos, el fenómeno aparece como una silueta oscura perfilada contra un fondo difusamente iluminado, y no revela detalle alguno. Lo curioso es que en las secuencias fotográficas el objeto muestra variaciones de forma, a pesar de que el testigo afirmó no haberlas notado visualmente.
Sometidas al veredicto de expertos, las placas fueron calificadas como fotografías genuinas de un objeto en el aire, localizado a cierta distancia , más allá de la casa opuesta al departamento del señor Russell
(Fuentes: Flying Saucer Review, vol. 13, nº 1, jan.-febr., 1967, p. 29; Ibid., vol. 13, nº 2).

Notas complementarias
En la primera foto en colores, el artefacto tenía una coloración amarronada, era de aspecto discoidal y presentaba una protuberancia superior.
En la segunda placa, la saliente superior ha desaparecido, observándose una estructura semejante a la de un habano u objeto lenticular visto de perfil.
En la tercera toma, el fenómeno ha estrechado sus extremos y engrosado su parte superior, presentando un aspecto similar al de un merengue.
En la cuarta placa el cuerpo ya aparece borroso y con contornos imprecisos.

7 Ballet aéreo en el Nepal
Dos jóvenes británicos, Stephen Gill y Roderik Baird. , ambos de 20 años de edad, descansaban a la orilla del Phewa Tal, en las cercanías del pequeño poblado de Pokhara, en el Nepal, el 18 de abril de 1972.
A la caída de la tarde, observaron en el cielo a poca altura de una cadena de montañas, algo así como un «enjambre de puntos oscuros», desplzándose de izquierda a derecha y viceversa. Pensaron que podría tratarse de una migración de pájaros o tal vez de un enjambre de abejas; pero debieron desechar ambas posibilidades, pues las abejas, a la distancia en que se manifestaba el fenómeno (alrededor de 20 millas) no hubieran podido ser vistas; y en cuanto a los pájaros, algunos fácilmente identificables, que volaban en las proximidades de la extraña formación, daban una imagen completamente distinta a la de los componentes de aquella.
Otros enjambre recién arribados, iniciaron entonces un extraño «ballet» aéreo, con una coreografía tan compleja que resultaba casi imposible de seguir.
A continuación, los puntos integrantes de los enjambres comenzaron a cercarse entre sí, a compactarse. «solidificandose» gradualmente hasta adquirir las formas clásicas de platos invertidos, vistos de perfil y luego bajo diferentes ángulos. Los objetos así solidificados eran increíbles versátiles en sus movimientos: a veces quedaban suspendido; otras se movían lentamente, otras aceleraban de modo alarmante. No se oía ruido alguno ni se percibía tampoco en ellos ningún detalle estructural. La mayoría de esos objetos eran de color gris plomizo y los testigos no pudieron determinar si tenían luz propia o si reflejaban la del sol poniente.
Los objetos mayores con forma de platos invertidos se mantuvieron a la vista por un lapso de 15 a 20 segundos y luego, del mismo modo que se habían «solidificado» comenzaron a dispersarse, desvaneciéndose simplemente, cada uno de ellos dejando un pronunciado anillo de humo. El humo surgió alrededor del borde de los objetos que fueron desapareciendo mientras el anillo de humo se formaba.
(Fuente: Flying Saucer Review, vol. 19, nº 4, july-august 1973, p. 3).

8 Homer, New York
En el episodio que se narra a continuación, ocurrió el 11 de abril de 1964, y fueron testigos el Dr. Warren B. Ochsne, un fisioterapista, su esposa y dos hijos menores de edad. La familia efectuaba un picnic en una colina, a 10 millas al noroeste de Homer, en el estado de Nueva York. Eran las 18:30, cuando comenzaron a verse en el cielo -que se hallaba casi totalmente despejado- una serie de fenómenos nubosos de características inhabituales, que llamaron la atención de los testigos .Estas manifestaciones se prolongaron por un lapso de aproximadamente media hora.
Pero la fase más importante del incidente se produjo minutos después, cuando surgió en el cielo un objeto con forma de lápiz horizontal que se desplazaba de izquierda a derecha .Mientras el Dr. Ochsne lo observaba con sus binoculares, el objeto emitió por su parte posterior un intenso haz de luz blanca, a la vez que se movió a enorme velocidad, para luego detenerse repentinamente y quedar suspendido. A continuación, el objeto comenzó a reducir su longitud, hasta adquirir la forma de un plato, abultado en su parte media.
Después el «plato» se hizo casi perfectamente redondo y lentamente se dividió en dos partes, una arriba de la otra «como una división celular». El objeto superior lentamente redujo su tamaño y pareció desvanecerse a la distancia, mientras que el otro se movió hacia abajo en un ángulo de 45 grados, se dividió nuevamente en dos, pero el objeto inferior asumió ahora la forma de un lápiz vertical, en tanto que el objeto oval superior se desvaneció lentamente. Eran entonces las 19:15. Todo el episodio había durado unos 45 minutos y finalizó justamente antes del crepúsculo.
(Fuente: Olsen, Th. M. The Reference for Outstanding UFO Sighting Reports, p. 89; Archivos de la Fuerza Aérea de Estados Unidos).

Conclusiones
¿Los procesos aparentemente metamórficos observados, significan por necesidad una efectiva violación de las propiedades de cohesión?
La respuesta a este interrogante dependerá fundamentalmente de que apliquemos o no un antiguo instrumento conceptual: la llamada «navaja de Occam» o principio de parsimonia («las entidades no deben ser multiplicadas más allá de lo necesario») Traducido al lenguaje actual, este principio-guía del nominalismo filosófico del monje inglés William of Occam, puede enunciarse brevemente así: el número de hipótesis no debe ser multiplicado innecesariamente. Ante un hecho por explicar sólo habremos de recurrir a las hipótesis más complejas e inciertas, cuando hayamos agotado las más simples y más firmemente establecidas.
Si optamos por guiarnos según dicha norma metodológica, es posible explicar las alteraciones estructurales de los OVNIs en términos que no franquean los límites instituidos por las leyes de la física ortodoxa. En verdad nada se sabe acerca de la naturaleza de los materiales que componen los OVNIs, de sus propiedades generales y particularmente de su grado de elasticidad.
Si preferimos, en cambio, dejar de lado el principio de economía y aceptar como real la violación de la cohesión, deberemos admitir entonces que los OVNIs son entidades maleables en las que ocurren ciertos fenómenos que parecen escapar a la actual comprensión científica del género humano.
Lo que pueda decirse respecto de dichas entidades es, por hoy, enteramente conjetural. ¿Se trata acaso de una nueva clase de seres vivientes, no rotulados por todavía? ¿De artefactos elaborados por una tecnología asombrosamente avanzada, cuyas manifestaciones -a decir de Aimé Michel- aparecen como «magia» ante nuestros ojos? O como lo sugiere John Keel ¿constituyen ellas manipulaciones temporarias de materia y energía (transmosgrification) por parte de inteligencias superiores, que coexisten con
el hombre en otros planos o dimensiones de la realidad?
En el momento actual de la indagación ufológica, nadie podría pretender, sensatamente, respuestas categóricas a estos interrogantes. Nos hemos limitado a describir ciertos hechos y plantear algunas posibilidades de interpretación que los mismos estimulan.
Pero, tal ve, en última instancia, la Verdad esté más allá de todo lo hasta ahora imaginado